La entrada no va de sopa de tomates. Iba a poner un título más dramático, pero qué coño, suficiente drama han hecho con un hecho de nada.
No soy muy aficionado al tomate (en algún lugar debo haberlo dicho), y luego no me apasiona el gaspacho. Mi pregunta es muy sencilla: ¿Está mal decirlo? No, de verdad, ¿está mal? Pues parece que últimamente está mal decir las cosas como las ves. Podría reseñar los últimos acontecimientos de mi vida (en relación con "la verdad"), pero violaría algo así como el secreto de sumario y haría quedar mal a personas que quiero y aprecio verdaderamente (a pesar de todo). Así que deberemos conformarnos con mi poca afición al gaspacho y con antiguas anécdotas de mi escuelita primaria.
¿Listos? Allá vamos.
Esta mañana, mientras oías de casualidad las noticias por el radiotransmisor ("Hijo, no puedo creer qué invento tan misterioso ese aparato, parece que hay gente dentro"), escuché una noticia un poco del mundo absurdo que estoy acostumbrado a frecuentar. Resumiré la situación tal como la he visto en algunos sitios. Por lo visto, un estudiante de la provincia de Córdoba, de la ciudad de Villa General Belgrano, de algo así de dieciseis años, fue a una muestra fotográfica con temmática de María Eva Duarte de Perón, con motivo de su sextagésimo aniversario de fallecimiento, en una visita organizada por los docentes de su establecimiento educativo. (¿A que la oración anterior me ha quedado de miedo, no?). Pues bueno. Cuando el joven salía de la muestra (a la que no había ido con mucho entusiasmo, todo sea dicho), ve que hay un libro de anotaciones y decide exponer su opinión; con mucha alegría dice que la muestra le dio asco y firma como anónimo. Vuelven al establecimiento educativo (que estaba a medio kilómetro del lugar donde se exponía la muestra) y allí dice que él ha firmado la entrada y los profesores lo amenazan con diez sanciones. Alegan que ha sido una falta de respeto y que el colegio ha debido tachar la entrada y presentar excusas ante la asociación del bicentenario (o algo por el estilo), y que al chaval le caerán las diez sanciones de lleno (y según el padre, las diez sanciones fueron escritas en el cuaderno, a pesar de que la directora afirmara que estaban en suspenso).
No voy a entrar en detalles. Si queréis ver más información, deberíais leer
este artículo, que aparece bastante completo (y es fácil encontrar entradas si buscáis "REcibe diez amonestaciones por decir que le daba asco una muestra de Eva Perón" en el Google). Pero como dije, no quiero ahondar más sobre los detalles (al menos no de momento, si bien luego los detalles terminan siendo la solución de todo enigma).
Mi postulado es muy sencillo. Me permitiré exponerlo en una sílaba.
¿¿Eihn??
¿Estamos todos tontos o qué? Luego decís que yo estoy algo chalado, pero ¿os estáis oyendo discutir todo esto? ¿Soy el único que no le ve sentido? Cierto. Cada vez que me encuentro con un grifo de esos que están temporizados por un botoncito que regula la salida del agua me pongo a reír como un histérico. Pero eso no viene a cuento. ¿Es en serio? ¿En serio no hay nada mejor que hacer?
Podría decir que vivimos en democracia, y que todos somos libres para decir lo que nos venga en gana. Podría decir que el tachado de la opinión fue censura, no importa la explicación posterior del colegio. Podría decir que las amonestaciones fueron puestas por el comentario per se y no por haber firmado como anónimo. Podría decir que la base de la democracia es la discrepancia y la contradicción (de ahí que no considere a la democracia un sistema digno de crédito, pero no viene al caso). Podría decir que tolerancia es aceptación paciente (y en ocasiones amarga) de cosas a las que no adherimos, y no adherencia a aquellas cosas que de entrada no nos gustan. Pensar que la tolerancia es esto último nos coloca en la posición de uniformidad. Esto es grave. Muy grave. Empezamos por una escuela que da diez amonestaciones a un chaval al que le gusta la Historia (mal vamos) porque el chaval en cuestión dice "Me pareció un asco la muestra". No me jodas. "Asco" es la palabra más suave que he oído en relación a esto.
Sinceramente. Yo creía que era un hombre libre de decir "Esa sinfonía fue una mierda", o "Los cuadros eran horribles", o "Esta novela es basura condensada", o "Perón era un antiintelectual de pacotilla". Y yo creía que podía decirlo así sin problemas. De hecho, yo creía que podía decirlo sin que me cayesen encima las autoridades del orden y la pulcritud (se me vienen a la mente los auditores de Mundodisc).
Podría preguntarme qué coño nos está pasando. Estoy un noventa por ciento seguro de que si (y excusadme, pero es cierto) el chaval hubiese escrito "La Iglesia me da asco", nadie habría levantado la perdiz. Creo que hasta le hubiesen hecho un monumento. ¿Estamos tontos? ¿Acaso vivimos en el mundo en que consideramos bueno al ganador y malo al perdedor? Quiero decir... Pues bueno, Evan Duarte representa una cruzada muy fuerte por la defensa de los pobres, de los derechos obreros, de los derechos de la mujer, y es casi un símbolo omnipresente del partido político al que pertenece la señora presidente. Es un personaje a quien Fernández viuda de Kirchner admira en cierta medida. ¿No podemos meternos con Eva Duarte porque es la buena de la película? La conclusión es la misma. USA es la leche, los rusos son unos comunistas de porquería que quieren dominar el mundo. Eva Duarte es la heroína y los militares unos maricas que merecen justicia y abucheos y nadie se calienta cuando sale gente pidiendo su muerte.
Pues no. El mundo no debe funcionar así. En este mundo yo soy libre de decir lo que quiera y de quien quiera. ¿Quiero tirarle huevos a la Bandera? Meta. ¿Quiero destrozar la figura de San Martín? Meta. ¿Quiero hacer un santuario para Galtieri y para Hitler? Meta. ¿Quiero hacer una ópera en la que Eva Perón es la buena buenísima de todos los tiempos? Meta. ¿Quiero hacer una obra de teatro en la que Eva Perón conspira de forma maquiabélica para generar burros e ignorantes? Meta. De lo contrario el criterio es "Piensa lo que quieras, pero siempre y cuando nosotros lo pensemos". Mientras no te dediques a llevar actos violentos contra otra persona, puedes decir lo que te venga en gana (y luego a no quejarse). Vale, vale que existe el respeto (al menos una cuota mínima). Pero la barrera del respeto es tan tenue como las motas de polvo de una habitación.
Pero no. No diré nada de esto. Me limitaré a señalar que me parece desproporcionado llamar al ministro de educación para que suelte algunas perlas magistrales y para oír al desfiel de pasmarotes que eran de esperarse. El primero de ellos, el chaval que escribió eso. Las cosas como son. Eva Duarte me parece un personaje siniestro, pero eso no tiene importancia aquí. Lo que de verdad importa es esto. En este país existe una ilusión (en el sentido negativo de la palabra). Es como el niño de diez años que dice "Los Reyes Magos existen", pero que sabe que algo anda mal en todo ese asunto. Aquí todos somos libres, todos tenemos derecho a opinar y expresarnos, aquí todos nos toleramos. Pero hasta cierto punto. Cuando las ideas comienzan a ser demasiado excéntricas, cuando la rebeldía se va de los causes habituales, cuando nos ponemos pesaditos... pues ya basta de tanta libertad. Parafraseando a Albertti sobre Sarmiento... Las ideas no se matan, siempre y cuando sean las suyas.
Espero que el chaval haya aprendido la lección. Que si quieres pensar, debes hacerlo solo, y si te quieres expresar, debes ser mucho más sutil. Y que la Historia, como todos sabemos, no conduce a nada bueno. Y vamos... menudo follón. Que detrás de toda la cháchara pedagógica no subyace otra idea distinta de "Aquí las cosas se nos están torciendo y debemos dar un volantaso".
Vosotros sólo debéis esperar. Dentro de nada seremos Cuba, y dentro de menos aún, Venezuela. En menos de lo que canta un gallo seremos un estado militar al estilo de USA.
Vaya, y yo que creía que ya no iba a tener temas para criticar...