lunes, 21 de junio de 2010

Ipocrecía política III: Manuel, morí un día más tarde para que nos quede bien el fin de semana largo

(lo han hecho, se han choreado la h y encima le han dicho al pobre Belgrano que muera un día más tarde)




Hubo una razón particular para que yo no quisiera hablar de política en este blog; la susodicha razón se resume en que, una vez iniciado en el noble arte de la crítica política, no iba a poder dejar de escribir sobre esto. En sí, resulta de utilidad en ciertas ocasiones. Vamos a lo que nos compete, porque tengo deberes pendientes y un pilón de apuntes por estudiar.

Ayer fue veinte de junio. Ayer fue el día del padre por estos lares. Ayer también fue el aniversario de Los cuentos del hada Jengibre. Pero ayer, como día especial para el país donde "había" minas de plata, fue el día de la Bandera, homenaje al fallecimiento de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús. ¿Por qué escribí el nombre completo? En principio, porque me gusta el nombre; en segundo lugar, porque es uno de los próceres más grandes, renombrados y extraordinarios de toda la historia argentina.

Manuel Belgrano nació el tres de junio de 1770 en la provincia de Buenos Aires, en el Virreinato del Río de la Plata. Hijo de una santiagueña y de un italiano. Estudió en Francia Derecho e intervino firmemente en la lucha por la independencia de el país argentino. Escribió muchos puntos que servirían como base a la declaración de independencia del Paraguay, y otros puntos que Juan Bautista Alberti usaría para la redacción de la Constitución Nacional Argentina en el 1853. Bocal de la Primera Junta, instituida tras el derrocamiento del Virrey Cisneros. Militar, a pesar de no tener ningún conocimiento sobre el ejército; comandó el Ejército del Norte, intervino en el Éxodo de Jujuy, lideró las Batallas de Tucumán y Salta, comandó las Campañas al Alto Perú, y entregó el Ejército del Norte en manos de José de San Martín. Hoy en los colegios se lo recuerda sólo como el creador de la Bandera Nacional, cuando en realidad fue uno de los que entregó su vida, su tiempo y su fuerza en la lucha para la independencia del pueblo. Sus estudios estuvieron marcados, en Europa, por la tendencia liberal e iluminista que se vivía en Francia hacia el 1789. Fervoroso creyente de la Iglesia Católica, obteniendo un permiso especial del Sumo Pontífice para poder acceder a textos prohibidos por la Santa Cede. Durante toda su vida, hasta el momento de su muerte, sostuvo en alto una bandera de libertad y justicia, de paz y de amor, de orden y de honor, de fe y esperanzan en Dios.

Murió solo, abandonado a las garras de la hidroprecía. En la extrema pobreza, en la absoluta soledad, en el olvido y en un profundo clima de agitación pollítica, a los cincuenta años, en la ciudad de Buenos Aires, moría Manuel Belgrano el veinte de junio de 1820. Cuando murió él, y esto lo agrega un servidor, murió en el país naciente una de las mentes más lúcidas y claras de la revolución de mayo, de la independencia argentina. Cuando murió, sólo un periódico se hizo eco de tan trágica muerte. Al morir, pobre como moría, pagó con su reloj de oro al médico que estuvo a su lado hasta la muerte. Cuando el médico negó recibir la paga, Belgrano tomó su mano con las pocas fuerzas de la que era capaz y le puso el reloj en ella. Ese reloj fue robado por alguien que no tenía nada mejor que hacer hace tres años. Hoy nadie recuerda ya el robo. Hoy nadie ya recuerda a Belgrano como un hombre de carne y hueso, sólo como un retrato en los libros de Historia. Porque Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús fue un hombre de carne y hueso que tuvo que hacer frente a la corrupción, a la hipocrecía, a la opresión y a un país que pugnaba por ser libre. Morenista hasta la muerte, apoyó incondicionalmente, junto con su primo, Juan José Castelli, a Mariano Moreno, y los tres fueron puntos referenciales para la independencia del país. Los tres murieron. Solos, abandonados, olvidados. Dos de ellos silenciados. Silenciados por una maldita sombra del ser humano, una maldita sombra que cubre los corazones de aquellos que querían evitar la libertad del pueblo. Aquellos que, por dinero, ambición, poder o avaricia, entregaron sus corazones a la pérfida tarea de extinguir las luces que iluminaban el camino hacia la libertad.

Fueron héroes, damas y caballeros, pero no lo fueron por haber estado en batallas, sino por hacer de sus vidas una eterna lucha entre la libertad y la esclavitud, entre lo correcto y lo corrupto, entre lo honesto y lo turbio. Fueron héroes no por haber luchado con armas y fuciles, sino por haber arriesgado sus vidas —y haber perdido sus vidas— por no quedarse callados ante las injusticias y gritar "¡queremos libertad!". Ellos son los verdaderos argentinos que dieron ejemplo con su vida. Ellos tuvieron el coraje para plantarse y gritar ante la injusticia, aún sabiendo que sus vidas peligraban grandemente. Belgrano fue un héroe. No sabía agarrar una escopeta y tenía el conocimiento militar de lo que yo conozco de fútbol, pero él era, es y será siempre un argentino como la gente. Él, ellos, son los verdaderos héroes, lo hacedores de la patria, los luchadores por un sueño que no se ha hecho realidad. Ellos son el ejemplo de el "no". "no" a la injusticia. "No" al soborno. "No" a la ganancia fácil. "No" a la corrupción. "No" a las manipulaciones oscuras. Ellos son el ejemplo del "sí". "Sí" a lo claro y transparente. "Sí" al respeto y al orden. "Sí" a la solidaridad y a la prudencia. "Sí" al bienestar social y a la ayuda mutua. "Sí" a una sociedad libre de toda cadena o atadura. Ellos, no Cristina Kichner, no Menem, no de la Rúa, no Duahlde, no Videla, no Isabel de Perón, no otros son los verdaderos argentinos.

Centrémosnos.

Ciento noventa años después de la muerte de uno de los pocos argentinos de la historia, ciento noventa años después de la muerte de una luz en el camino de la independencia, de una persona sublime y que debe ser recordada, un hombre de verdad argentino, viene una ramera de poca monta con el título de presidente de la nación (lo siento, pero no me veo en facultades de ponerlo con mayúscula). Esta ramera de poca monta se pone a pensar en el año del bicentenario: "A ver... el veinte de junio me cae domingo... se me corta el chorro para generar turismo... plata... ¡¡¡plata.... plata.... plata!!!... no... no... ¡perder plata es un pecado! ... ... ¡plata... no toquen mi plata... la plata del pueblo... de "mi" Estado... de "mi" pueblo... """MI""" plaaaataaaa! No, lo cambiemos al lunes veintiuno, así todos contentos y hay fin de semana largo... turismo... plata... ropa... cirujías estéticas... zapatos.... Pará. ¿Qué vas a hacer si te preguntan porqué lo hacés así? Simple, mando una excusa del estilo: 'En los días de la patria es mejor que los trabajadores argentinos, que luchan todo el año por una patria mejor, descansen en sus casas'. ¡Soy una genio!".

He ahí el razonamiento de nuestra querida Cristina Kichner. Sí, la insulto, pero lo cierto es que no puedo tenerle ningún respeto a una persona así. Sí puedo sentir lástima por una persona con un corazón tan muerto, pero no me voy a amilanar porque ella tenga un título y yo sólo sea un joven. La presidente, amigos del salón (por cierto, ya estoy pensando en hacer un salón literario al estilo de Generación del 37 para hacer rebeliones a través de cuentos y esas cosas), está intentando encubrir un motivo meramente económico usando como pantalla el descanso y el bienestar.


  1. Manuel Belgrano murió el veinte de junio. No me jodan. Si el veinte de junio murió Belgrano, hay que recordarlo el veinte de junio. Si el veinte de junio cae domingo... Bueno, no sé si hay que mover el descanso. El domingo, por sí mismo, es un día para descansar.
  2. Se establece por constitución que los feriados no son móviles. Veinticinco de mayo, veinte de junio y diecisiete de agosto, al menos, no deben moverse de lugar. Claro, la presidente siempre puede decretar que el veinticuatro de mayo sea feriado, total... decreto va... decreto viene...
  3. Es una actitud chiquilina intentar sostener esta farza pretendiendo el descanso de los trabajadores. Los trabajadores de la Municipalidad de Córdoba, de Salta, de Buenos Aires y de todas las provincias en general (la Municipalidad es como le decimos aquí al Ayuntamiento) se pasan media mañana tomando café, mate, pan criollo y sopa en sobrecitos. Por el mediodía tienen el almuerzo. A la tarde trabajan dos horas y a otra cosa mariposa. Sí, porque los trabajadores hacen taaaanto trabajo.
  4. El círculo cierra cuando sabemos que Kichner tiene un hotel de súper-mega-dúper-ultra-pluscuan-lujoso en el sur que le da dividendos millonarios al año. Cristina, dejá de joder y abrí el juego, porque en serio, queda muy mal que la careta se te desmonte de ese modo.


Y así estamos. Manuel Belgrano dió absolutamente todo por la libertad, y en su lecho de muerte, sumido en la extrema pobreza, no tuvo reparo en darle un reloj de oro, su única y última poseción, a su médico. El reloj fue robado hace tres años. Cristina Kichner no entiende la noción de pobreza total. Cristina Kichner no tiene autoridad para hablar de los pobres y de su defensa si se cambia de zapatos cada seis minutos y cada vez que va a la Casa de Tucumán hace poner una alfombra de pétalos importados de nosédónde. Belgrano murió por sus ideales y entregó su vida por la libertad de su pueblo; esta mujer es capaz de tomarse el primer vuelo a cualquier parte del mundo (del universo también entra) si el país comienza a desmoronarse. De hecho, esta mujer sólo moriría por defender un zapato.

Belgrano murió un veinte de junio y dejó todos sus asuntos limpios —he aquí el testamento de Belgrano para que vean a qué me refiero— y esta mujer no sabe lo que es la transparencia de una transacción porque el poder la ha enceguecido, como a todo el mundo.

Belgrano murió un veinte de junio y fue el creador de la Bandera Argentina. Belgrano murió ayer, hace ciento noventa años, no hoy. Pero ayer Cristina Kichner viajó al pasado y le dijo: "Morí un día más tarde, por conveniencia, ¿vbiste?".

Es una falta de respeto, señoras y señores. Una falta a la memoria de un hombre (y qué hombre) y de su muerte (y qué muerte).

Descanse en paz, señor, o intente hacerlo, porque su sueño no ha muerto, porque "podrán matar al hombre, pero los ideales no morirán".

Y aquí debería poner un vídeo, pero todas las voces que cantan la Aurora me suenan falsas, sin emoción verdadera, sin fervor ni respeto. Así que pongo la letra, que sí expresa el honor a la Bandera y a su creador.


Alta se eleva
un águila guerrera.
Audaz se eleva
en vuelo triunfal.

Azul un ala,
del color del cielo;
azul un ala,
del color del mar.

Así en la alta aurora iradeal,
punta de flecha, el áureo rostro imita.
Y forma estela, al purpurado cuello.
El ala es paño, el águila es bandera.

Es la Bandera, de la patria mía;
del sol nacida, que me ha dado Dios.
Es la Bandera, de la patria mía;
del sol nacida, que me ha dado Dios.
Es la Bandera, de la patria mía;
del Sol nacida, que me ha dado Dios.



2 comentarios:

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

Bueno, del tema esencial de la entrada no voy a comentar nada, porque ya lo has dicho tú y tienes toda la razón xD. Voy a comentar dos cosillas secundarias que me han llamado la atención:

1)Me encanta, como santiagués, ver lo bien organizado que está el mundo: tantas ciudades llamadas Santiago, y cada una con un gentilicio distinto: los santiaguinos de Santiago de Chile, los santiagueses de Santiago de Compostela, los santiagueños de Santiago del Estero, los santiagueros de Santiago de Cuba...

2)Sobre el tema de que Manuel Belgrano era católico, quiero comentar algo que he aprendido este año, y es que en realidad el cristianismo es la tierra de la planta que es el liberalismo. Todo el edificio constitucional fue creado e ideado por padres de la patria que lo concebían dentro de la religión católica o protestante, según los casos. Y esto, a pesar de la cristofobia hoy apreciable en Europa, aún se puede seguir viendo en Estados Unidos, por ejemplo, si no me equivoco en la Declaración de Independencia o en la declaración que se hizo tras el 11-S.

Nicolás dijo...

Me resulta difícil creer que yo escribí esto hace un mes; me parece un siglo.

1- No sabía lo de los distintos gentilicios para los distintos Santiagos. Creía, de hecho, que tú también eras santiagueños y no santiagués XD
Hablando ya de Santiago del Estero... ¡Qué hermoso acento que tienen! En el colegio hay un acesor de informática en la sala de computación que es oriundo de Santiago del Estero y tiene una pronunciación hermosísima. La forma gramatical que usa en la oralidad, además, resulta excelsa, casi como si lo estuviera leyendo de un libro (también hay una profesora de Literaytura que es oriunda de Santiago y me encanta oírla hablar).

2- Tiene sentido, tiene muchísimo sentido. George Washintong era protestante, y San Martín fue toda su vida un católico de pies a cabeza. Y es cierto, el modelo liberal no se puede consebir fuera de un marco religioso de esta índole. ¡Gran aporte, Fantasmas!