domingo, 30 de enero de 2011

Monologo's returns

Hoy tenía pensado publicar un pequeño relato, algo mío. Algo que hacía siglos no publicaba por aquí. Bueno de hecho, hacía siglos que no publicaba nada por aquí. De hecho creo que Nicolás ya se estaba empezando a plantear seriamente eso de despedirme y buscarse un nuevo coordinador más hacendoso. XDD

Es broma, se que él nunca haría una cosa así. Como tampoco me ha presionado para que publicara. Siempre ha respetado mis tiempos. Él es así. Un amigo fiel.
Y últimamente he notado que está algo desanimado y melancólico. Sus entradas más personales están teñidas de mucha tristeza. Y a mí no me gusta verlo ni leerlo así. Prefiero al Nico divertido y payaso. Ese de las historias absurdas y divertidas. Al que siempre consigue hacerme reír cuando estoy de bajón. Por eso he decidido dejar a un lado el cuento y publicar algo que se que le gustará y le animará. Un monólogo de Luis Piedrahita.
Nicolás, amigo... ¡¡¡este monólogo es para ti!!!

miércoles, 26 de enero de 2011

Pequeño entremés - Dados de colores



¿Entremés? No, estamos a fin de mes. Ahora que he fastidiado el chiste fácil...
... la vida es soporífera. Quiero traer a colación una antigua sección, aunque más no sea por un par de entradas, antes de entrar de cabeza en febrero y yo extinguirme por completo de la vida blogueril hasta que terminen los exámenes. Andamos medio escasos de personal, pero veamos qué se puede hacer con este enigma que dejo a continuación.

¡Las matemáticas regresan!

Antes del planteo, unas consideraciones previas. En primer lugar este es un problema para plantear la probabilidad intuitiva (es decir, poner a prueba nuestro instinto a la hora de calcular probabilidades). En segundo lugar, yo no conseguí resolverlo en u momento y tardé unos días en comprender el razonamiento. Nunca fui bueno para la probabilidad, qué queréis que os diga, así que nadie se angustie por estos lados. Como ya hemos icho, el truco de estos problemas está en pensarlos, no en resolverlos bien. Resolverlo es un plus extra, como una pequeña recompensa después del trabajo, pero lo que de verdad importa aquí es pensar. Si aprendemos a pensar, entonces la labor está hecha.

¿Listos? Allá va.


Hay dos amigos: Ludwig y Wolfgan. Ambos amigos tienen un juego de dados muy particular. En principio no juegan con dados convencionales.
Son dados de colores.
El juego es así:
Primero se tira un dado (sale un color, que puede ser azul o rojo).
Y luego se tira el otro dado.
Ludwig gana cuando las caras que salieron de los dos dados son del mismo color, ya sea rojo o azul. Por ejemplo, que tiren los dados y en ambas caras esté el rojo, o en ambas caras esté el azul.
Wolfgang gana si salen las caras de distinto color. Por ejemplo, si el primer dado salió rojo, para que gane Wolfgang en el segundo dado debe salir el azul, y viceversa.
El primero de los dados tiene cinco caras azules y una cara roja.



¿Cómo tendría que ser el segundo dado para que el juego fuera parejo?


Siete días. Después de ese plazo, se publicará la solución de este problema. Tenéis tiempo para pensarlo y analizarlo, así que id sin prisas. Si alguna parte del enunciado no aparece clara, si queréis que especifique un punto en concreto o que explique mejor la pregunta final (o vamos, cualquier cosa que os inquiete, y para que todos podamos participar sin confusiones), preguntadlo en los comentarios libremente y os responderé a la brevedad. Y ya puestos, recordad que no es trampa ver los comentarios de vuestros compañeros, pero que si lo hacéis, al final termináis perdiendo vosotros una increíble posibilidad de pensarlo por vosotros mismos.

¡Matemática a la carga!


domingo, 23 de enero de 2011

Parque Jurásico y El mundo perdido - Michael Crichton



Siempre me gustaron los dinosaurios. Insto a alguien a que diga lo contrario en su infancia (en cuyo caso, y si resultare que a alguien de verdad no le gustaban, entonces el bonito rostro que me iba a quedar). El mismísimo Arthur Conan Doyle, quien hoy es tristemente conocido sólo por sus obras policiales, fue un precursor poco reconocido en las obras de ciencia ficción. Le atribuimos sólo la creación de Sherlock Holmes, pero en realidad él es —Arthur Conan Doyle, no nos confundamos con el detective— uno de los padres de la novela de ciencia ficción. El profesor George Edward Challenger, el gorila vestido de traje con letra de alambre de púas, es casi tan conocido como Sherlock Holmes, caballero del reino, para aquel que sea admirador incondicional de Sir Arthur Conan Doyle, prolífico escritor y médico graduado.

Challenger es un tipo extraño, demasiado excéntrico y con ideas un tanto extravagantes sobre la ciencia y lo que nos rodea. Es todo un incomprendido, y como tal, me fascina en muchas de sus facetas. Sus reverencias burlonas a Sumerlee o su clásico: "¿Quiere alguna otra comprobación de que en la maldita meseta hay vida animal?", preguntó mientras sujetaba el mentón y la nuca del anciano profesor y las encaminaba hacia la visión de una serpiente bajando de la ladera... es inconfundible para todo buen friki que se aprecie de querer a Conan Doyle. Fue este mismo sujeto, Arthur Conan Doyle (si pronuncias muchas veces su nombre aparece detrás de ti), el que escribió una de las novelas más soberbias de ciencia ficción que se han escrito en la historia del mundo mundial.

Hablo de El mundo perdido, una novela que no tiene desperdicio. No es de esta novela de la que va el post, pero es necesario hacer un alto aquí para ponernos en contexto y entender la obra de Michael Crichton, si bien a primera vista la semejanza que guardan no es de un orden mucho más profundo de lo que podemos apreciar. En resumidas cuentas, para ir directo al centro del post, el profesor George Edward Challenger es un gran científico que llega de una exploración desde Sudamérica, y en un determinado momento, al tiempo que soltaba cosas como "he visto animales fantásticos", pierde toda su credibilidad y se transforma en el blanco de las burlas de toda la comunidad científica (y de la comunidad ordinaria también, para qué negarlo). En consecuencia, el profesor adquiere una actitud retraída, bohemia y malhumorada en todos los aspectos de su desdichada vida. Odia y aborrece a los periodistas, a los que saca a patadas (puñetadas y golpes con sillas) de su casa cuando van a interrumpirlo, o eleva a su esposa hasta sentarla en una columna de mármol de más de dos metros (a lo que uno se pregunta "¿en qué estaba pensando esa mujer al casarse?"). En un momento dado de la historia, un periodista, arrebatado por las garras de un cruel amor que le exige azañas heroicas, decide enfrentarse a Challenger y descubrir, quizá en busca de una nueva aventura, cuál es el secreto que encierra su misterioso viaje. Con ayuda de un sujeto que es bacteriólogo, logra entablar contacto vía carta con el profesor, con la vana esperanza de poder engañarlo y hacerle creer que él, Edward Malone, es un estudiante de ciencias interesado en su trabajo y que cree poder aportar algo nuevo y que sirva como comprobación de sus hallazgos. El profesor Challenger accede a concederle una entrevista, y ahí Malone se percata de que no será tan fácil. Después de puños, patadas, sillas y adoquines, el profesor Challenger invita a Malone a retornar a su estudio, y es en esa entrevista en la que le revela una gran verdad, un nuevo descubrimiento. ¡Ha encontrado un mundo en el que seres prehistóricos aún continúan viviendo! Guiándose por las habladurías de los nativos (y por los restos de las pertenencias de un artista norteamericano que había estado en el mundo perdido con anterioridad), encuentra por fin la meseta en la que logra matar un pterodáctilo, consigue fotografías extraordinarias y termina perdiendo absolutamente todo cuando su balsa termina cayendo en uno de los rápidos. Esa misma noche, el profesor Challenger es invitado a una conferencia como panelista, y en cierto punto en que el conferenciante menciona, en medio de un relato pintoresco sobre la creación, el origen de la vida y la evolución de las especies, la extinción de dinosaurios, el ponente Challenger dice con toda la potencia de un toro bramador "¡PROTESTO!". tras un largo rato de cachondeo, el profesor termina exponiendo sus hallazgos, y se termina proponiendo una excursión para corroborar o refutar el encuentro de esa meseta prehistórica de la que habla el brusco profesor. Edward Malone (¿cómo no?, Lord John Rosthon y el profesor Sumerlee son los expedicionarios que se embarcarán hacia Sudamérica para encontrar esa meseta, oculta en las profundidades del Brasil, guiados por las instrucciones de Challenger en un sobre. Tras un largo viaje y una larga espera, llega el momento de abrir el sobre, ya en tierras sudamericanas, y el profesor hace una triunfante aparecida para revelar que él será el verdadero guía. Y las novela discurre en una serie de aventuras que conducen a la Tierra de Maple Withe, como deciden nombrar aquel prehistórico lugar. Monstruos gigantescos y terroríficos deambulan por la meseta, protegidos por una extraña catástrofe natural. Y la novela es excelente. Os la recomiendo, porque tiene momentos imperdibles.

El planteo de la presencia de esos animales aquí es el siguiente: En un momento dado, un movimiento de las placas tectónicas hizo que esta meseta se elevara, elevando a toda la fauna y la flora que contenía. Por consiguiente, este submundo quedó aislado del resto de la tierra, de modo que las leyes que regían fuera de la meseta no eran las mismas que las que imperaban dentro. La novela discurre en que, sea cual fuese la causa de la extinción de los dinosaurios, esas causas, esas leyes externas, no afectaron el mundo que estaba contenido en la meseta, por lo que estos seres prehistóricos no supieron nada de una gran extinción, de un desarrollo de nuevos seres dominantes. Estos seres siguieron sus vidas como si nada hubiese cambiado, y ahora los nuevos colonos han llegado para estudiar, para tener la posibilidad de estudiar a detalle la vida prehistórica. Este es, a lo mejor me dejo algún otro en el camino, el único planteamiento extraordinario que se propone en toda la trama, y el resto son aventuras y mucha comedia (al menos yo lo veo así). Challenger se luce con todo en esta obra, de eso no cabe la menor duda. La sola posibilidad aterra y fascina, la sola posibilidad de que seres de otro mundo, de otro tiempo, de otra historia, puedan permanecer vivos a nuestro lado, sin que nosotros lo sepamos. He aquí la grandilocuencia con que Doyle enfoca el tema. Es ciencia ficción, pero también es fantasía. No es una ciencia ficción filosófica, como la de Bradbury, y tampoco es una ciencia ficción técnica, como la de Verne, es una ciencia ficción natural, meramente abocada al y si... ¿Y si no estamos solos? ¿Y si ellos siguen aquí? ¿Y si la verdad está ahí afuera? Huy, qué mal que estoy.

El concepto en el que basa su argumento es simple. Y por esa simpleza, fascinante y atrapante. No te deja indiferente. Y por supuesto, con el amargo tono de Conan Doyle, la novela termina con la aventura venciendo al amor, al joven Malone volviendo con la cabeza gacha a organizar una nueva expedición a la Tierra de Maple Withe, y rebautizando el Lago Gladys a simplemente Lago Central (esto es lo verdaderamente innovador de Arthur Conan Doyle; ¡cualquier otro escritor habría dicho lo contrario!).

Michael Crichton fue un antropólogo que nación en Chicago, en Ilinois, al igual que Ray Bradbury, y de su pluma nacieron grandes relatos que todos conocemos. Como curiosidad, Arthur Conan Doyle fue médico, pero siguió escribiendo a causa de que no tenía clientela y sí mucho tiempo libre, y Crichton también estudió medicina, dedicándose por completo siempre a la literatura.

Quizá la obra más conocida de Michael Crichton, debido a su adaptación cinematográfica, sea Parque Jurásico, aunque veo que ha escrito mucho más durante toda su vida y quisiera profundizar en estos libros que tengo aquí cuando esté más desocupado. Es ciencia ficción. Es en muchos aspectos semejante a la de Julio Verne, pero roza también un aspecto natural que es el que se profundiza en la película. Sobre filosofía... discurre sobre un tema filosófico en cierto momento del libro, pero no es una filosofía hogareña como la de Bradbury. Bradbury trata temas muchos más profundos, muchos más complejos y con mucha más sencillez, reduciéndolo todo a una pregunta que origina la filosofía. Como se escribió en Fides et ratio, la filosofía es una ciencia inútil por naturaleza, porque no da ningún beneficio tangible a los seres humanos, y el beneficio que aporta es insustancial. Sin embargo, la filosofía nace de una pregunta que el ser humano se formula a sí mismo por la natural inclinación a conocer la verdad, la curiosidad, la capacidad de querer encontrar el origen. Esto nos define. Buscamos el origen y la verdad, tenemos una natural tendencia a querer saber qué es lo que nos ocurre. ¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? ¿Hacia dónde voy? Son las preguntas que el ser humano se hace continuamente. Cuando yo era niño, al menos, me las hacía con mucha frecuencia, y como es lógico, no podía encontrar ninguna respuesta. Y ahora veo que esa frecuencia ha ido disminuyendo. Como dice Juan Pablo II en Fides et ratio, en el último siglo, el hombre ha perdido todo interés por la meta original de la filosofía (amor por la sabiduría) que era el conocer la verdad y contestar a esas preguntas. La filosofía se ha trivializado, y ya no busca las grandes respuestas, sino se limita a señalar las limitaciones de los seres humanos y a dejar de lado la idea de lo trascendental. Ray Bradbury pregunta algo escabroso y lleno de verdad: "¿Qué ocurriría si los seres humanos dejáramos de serlo?". No de una forma extraordinaria, no de una forma magnífica, sino en cosas sutiles, cosas que pueden vislumbrarse pero que nunca se tcharían de abismal peligro para los seres humanos.

La filosofía de Crichton es otro cantar. Es menos compleja, menos profunda, menos comprometida con la raza humana en términos de existencia, pero es mucho más compleja gramaticalmente hablando. Cuando uno lee a Bradbury sólo le basta ver la acción del cuento para entender la idea sin la necesidad de una explicación; con Crichton uno necesita una perorata para entender una idea filosófica muy limitada. Aún así, todo lo que Crichton menciona en estas obras (son dos libros los que he leído) son bastante interesantes y algunas me parecen dignas de ser profundizadas.

En principio cabe destacar una abismal profundidad con la película. La película es una porquería en comparación a la novela, y eso que a mí ese film me gustó mucho. La idea central es la que todos conocemos: "¿Se pueden clonar animales extintos? ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Y qué ocurre después?". En ciertos aspectos, la novela supera mucho a la película. La película sólo betea en algunas cosas la parte más profunda, la parte filosófico y reflexiva del libro, y deja sólo la parte de acción, la parte de terror, la parte de aventuras... El libro, casi en su totalidad, es reflexión, la aventura es el añadido. Es un buen compendio de muchos géneros. La ciencia ficción, partiendo de ciencia y añadiendo un ideal fantástico, da el punto de arranque a la historia. El misterio en ciertas partes, sobre todo al principio, da origen a la puesta en escena de los elementos necesarios para el clímax. Ya en medio de la tensión de la expectativa surge la reflexión sobre la teoría del kaos y las ecuaciones no lineales. Se explora el complót, la conspiración y el espionaje industrial más a fondo. Del desconcierto pasamos a la explicación, se resuelven muchos misterios, se explica el proceso de clonación y develamos la parte de ciencia ficción (necesaria en toda novela que se precie). Y luego comienza el caos. Lo descontrolado. Lo irracional. La teoría del caos guarda profunda relación con el comienzo de la aventura: Todo sistema confuso e impredecible tiene cierto orden subyacente, y, al mismo tiempo, todo sistema en apariencia sencillo tiene resultados impredecibles. El aparente orden, el sistema cósmico que se ha manofacturado para establecer con claridad la vida de los animales, se ve derrumbado por una serie de factores que acaecen al mismo tiempo, echando por tierra las precauciones, las armas, la seguridad y todo lo que se había planificado. Y aquí comienza el descontrol o la crisis. Es la aventura.

Cuando vi la película, recuerdo que encontré que estaba calificada como terror, y ciertamente daba miedo... aunque era suspenso en realidad. El libro es una mezcla del terror y del suspenso, pero ninguno de los dos ocupan un lugar primo en el desarrollo de la historia. Me explico. Desde el principio sabemos que el principal peligro que corren los personajes es este: Estar libres en un lugar donde hay dinosaurios carnívoros libres. Al conocer el peligro que envuelve a los personajes, se esfuma uno de los principales elementos terroríficos de la trama. Si uno quiere dar miedo, lo ideal es que el peligro permanezca en la sombra. No. Desde el principio sabemos que hay Tiranosaurios y Velocirraptores y Dilofosaurios y que estos comen carne. Sabemos que los seres humanos son carne. Sabemos que los seres humanos no gobernaríamos el planeta de estar estas criaturas con vida. Desde ahí quitamos terror a todo esto. ¿Ergo? Tenemos que la principal fuente de terror es el suspenso. El suspenso de no saber en dónde están los dinosaurios, el suspenso de no saber por dónde van a atacar, el suspenso de entrar en un lugar oscuro creyendo haber oído algo en las sombras. Incluso el suspenso de no saber nada. De acuerdo, sabemos que son dinosaurios, pero ¿quién ha visto un dinosaurio antes? Reformulo la pregunta: ¿Quién ha visto a un dinosaurio libre antes? No conocemos sus reacciones, sus mecanismos de defensa actuando en la práctica, ni sus inclinaciones o tendencias, sus hábitos de cacería y su forma de reaccionar ante determinados estímulos. Esto es lo único que da miedo, lo demás es bagatela.

En la película, como es evidente, el terror incrementa porque la imagen causa más impacto, más sorpresa y más emoción (y aquí un punto a Spielberg, ha sabido darle el género de terror).

Fuera de eso, el caos reinante es contrapunteado constantemente con la teoría, con el método y con el orden. Y aquí conviene señalar a algunos personajes importante del primer libro.

Resultaría complicado determinar a un protagonista, aunque yo estoy, y esto es un análisis literario objetivo, no es cuestión de gustos, entre Alan Grant y Ian Malcolm. Vamos desde arriba, en tonalidad de do mayor...

Tenemos a Alan Grant, un renombrado paleontólogo que había sido consultado con anterioridad por un tal John Amond, un personaje desconocido, acerca de hábitos de dinosaurios recién nacidos. Él es contactado hacia el comienzo de la historia por John Amond, se le ofrece sesentamil dólares para ir a hacer unas verificaciones (prestar un servicio de consultoría) durante el fin de semana a una isla cercana a la costa oeste de Puerto Rico. Termina accediendo, sabiendo que ese dinero le ayudaría a financiar las excavaciones arqueológicas de los próximos dos veranos. La principal diferencia con la versión cinematográfica es que en el libro Grant sí conocía de antemano a Amond, aunque más no hubiese sido por teléfono. Al final, tiene otros detalles en los que difiere grandemente con la versión fílmica (por ejemplo, en la película Alan Grant se muestra reacio a entablar conversación con uno de los nietos de Amond, mientras que en el libro se maravilla al saber que el muchacho está fascinado por los dinosaurios).

Ellie Sattler. Paleobotánica. Alumna del profesor Grant. Ella también es contratada por John Amond como consultora durante ese fin de semana, recibiendo los mismos honorarios que su profesor. Se la describe como una mujer joven y muy activa, aunque en lo personal, y ya para señalar una crítica a este autor, el personaje me pareció demasiado hueco y vacío, muy clicheado.

Iam Malcolm. Un teórico y matemático. Un sujeto extraño, un gran friki de la informática y de la matemática y un engreído en toda regla. No obstante, a pesar de la carencia absoluta de humildad en este sujeto, termina siendo quien tiene la razón desde el comienzo. Un detalle significativo es que Grant representa la acción y Malcolm la teoría. A mitad del libro, cuando ya había soltado buenas perlas de sabiduría sobre la teoría del caos, ecuaciones lineales y no lineales, sistemas dinámicos lineales y dinámicos no lineales, es atacado por el Tiranosaurio Rex. Después de eso, para sofocar una herida en sus extremidades inferiores que le habían dejado el hueso astillado, lo inyectan hasta el fondo con morfina y de aquí parece salir la mejor parte del tipo. Porque, drogado y todo, parece estar más lúcido y tenerla más clara que en el resto de la historia. Desde que comienza a correr la morfina por sus venas, no para de hablar con fluidez sobre la ciencia, la teoría del caos, distribución de poblaciones, abstracciones y más abstracciones. Él representa el contrapunto de Grant en la historia. Mientras que el paleontólogo está intentando cruzar un río sin que los pterodáctilos le arranquen la cabeza, este tío alucina y comienza a comparar a los maestros de karate con los nuevos científicos (es pesimista en cierto sentido, y su arrogancia genera un efecto contrastante con esa visión negativa de la humanidad). Por otra parte, tiene bastante buen humor. He dicho que él y Grant representan polos opuestos, generan un contrapunto, pero es distinto a lo que se ve en la película. Fallo de Spielberg: En la película la tensión entre ambos surge de una tontería como lo es la supuesta atracción que sienten ambos hacia la doctora Sattler. Fallo gravísimo de Spielberg. Tenía en sus manos la posibilidad de tomar el más grande cliché de todos los tiempos, betarlo por completo y para siempre del cine y va y hace todo lo contrario, cayendo en la reiteración. De acuerdo, en el libro se deja evidente que la susodicha doctora es atractiva incluso para un nieto de Amond (el muchacho no cuenta con más de once años, eso es lo gracioso), pero la tensión que se ve en la película entre estos dos personajes no es original. De hecho, la primera descripción de Malcolm es la de un hombre calvo y anómalo. Y lo primero que le dice a la doctora Sattler es: "Tiene usted unas piernas hermosas, podría pasarme el día entero mirándolas". Ergo, cuando una persona es así de directa se sabe que la cosa comienza y acaba en ese mismo segundo con algo más importante.

John Amond. Es el excéntrico empresario que inicia el proyecto de Jurasic Park como cara visible de su industria de manipulación genética. Es un estúpido, lisa y llanamente, aunque otro fallo garrafal de Spielberg es presentar a un sujeto bondadoso que quería mostrar dinosaurios a los niños del mundo... Siendo que en el libro lo que dice es: "Mostraremos dinosaurios a los niños del mundo... De acuerdo, será sólo a los niños más ricos del mundo, pero se los mostraremos".

Tim Murphy. El nieto mayor de Amond (once años). Un genio en toda la extensión de la palabra.
Alexis Murphy. La hermana menor del anterior, nieta también de Amond. Me resulta insoportablemente estereotipada en ciertas partes de la novela, pero vamos, no es que haya sido un personaje bien planificado. Sobre el cambio que introducie Spielberg en el film... a fines prácticos, y por lo que muestra la película, no tiene mayor trascendencia. Para lo que muestra la película, en otras palabras, que la niña sea mayor que su hermano no hace nada. Por lo tanto no sé si calificarlo de fallo, aunque sí se hubiera ganado mucho si se hubiesen incluido escenas como la cascada, el viaje en balsa o el toqueteo de botones en la sala de control, y aquí sí hubiese sido necesario que el niño fuera mayor que su hermana.

Los demás son técnicos, cazadores, veterinarios (la hija de este veterinario, Harding, aparece en la secuela de esta novela), representante de inversores e ingeniero o programador informático (el que se vende a la competencia para robar embriones de los dinosaurios) (muere atacado por un dilofosaurio).

Hubo algunas ideas que me gustaron mucho, aunque ponerlas aquí sería demasiado monumental... No obstante, reseñaré la que más me llegó en su momento. En principio cabe destacar que, a diferencia de la película (aquí leo que el guión lo iba a hacer el mismo Crichton, pero después lo hicieron otros dos sujetos, por lo que perdieron una oportunidad brillante de hacer meya en la historia del cine), la teoría del caos tiene una gran preeminencia en el desarrollo del argumento. Iam Malcolm desde el comienzo, desde que se solicitaron sus servicios para diagramar una teoría de cómo funcionaría un parque hipotético de esas condiciones, pronosticó que todo se saldría de control. En el film lo único que hace es jugar con gotas de agua, pero ese ejemplo lo usa otro personaje y en otro momento para definir un gráfico de Malcolm que el mismo Malcolm había definido como Efecto Malcolm (que sobreabunde el ego). Así como cada sistema caótico tiene un orden subyacente, un sistema en apariencia cósmico tiene resultados impredecibles. Si lanzamos una bala de cañón con cierta masa, con cierta fuerza y con cierta declinación, sabríamos cuánto trabajo se aplica o cuánta distancia recorrería (comprobado después de mucho razonarlo). Este es un sistema clásico, un sistema de Newton. Ahora bien. Si se cambian ciertas variables, si disminuimos un poco la masa del cuerpo, reducimos sólo un poco la inclinación, aplicamos una fuerza casi idéntica a la primera... obtendríamos un resultado casi idéntico al anterior (esto no me he puesto a comprobarlo). Pero no ocurre lo mismo con lo siguiente. Tenemos toda una atmósfera, con cierta temperatura, cierta presión y cierta corriente de viento. Esto da por resultado determinado estado del tiempo en cierto momento. Pero si volviéramos a configurar estos valores, pero no fuesen los mismos valores, sino casi la misma temperatura, casi la misma presión y casi la misma corriente de viento, no obtendríamos casi el mismo estado del tiempo que en el caso anterior. Esto delimita la barrera entre lo lineal y lo que no lo es. La turbulencia, el bombeo de la sangre, el pensamiento y todo lo que sea desorganizado no lo puede calcular la física tradicional. Y aún el más ordenado de todos los sistemas, por ejemplo una mesa de villar con sus bolas, puede caer en el caos completo. Sistemas en apariencia simples tienen resultados impredecibles. En esa mesa de villar, por ejemplo, se puede calcular la masa de una bola, la fuerza que se le imprimirá, la aceleración que alcanzará, la trayectoria que seguirá y los efectos de la colisión con otras bolas. Se podría seguir así indefinidamente, de modo que pudiéramos saber en qué lugar estarán todas las bolas dentro de las próximas tres horas, pero existen otros factores, otras variables que no se toman en cuenta, como la rugosidad del paño, el rozamiento con otros cuerpos y con el aire, imperfecciones en la misma bola. Al final el sistema se torna caótico, impredecible, a pesar de su aparente sencillez. Malcolm opina que la isla colapsará más tarde o más temprano.


Todo lo anterior no me ha atraído mucho. De acuerdo, uno se queda con saber más sobre la teoría del caos, pero en estos momentos, una de las ideas que propone el autor en el libro es la que más me ha llamado la atención. En cierto momento (tras una inyección de morfina ¡hurra!), el doctor Malcolm comienza a hablar sobre la ciencia y los científicos para descalificar todo el trabajo que había hecho Amond. Dice algo como esto:


«—Si recuerdo bien —dijo Malcolm—, predije que todas las cercas fallarían.
Hammond suspiró, y se dejó caer en una silla:
—Maldita sea —dijo, sacudiendo la cabeza—. Seguramente no habrá escapado a su
percepción que, en el fondo, lo que aquí estamos intentando es una idea extremadamente
simple: mis colegas y yo determinamos, hace varios años, que era posible hacer clones
del ADN de un animal extinguido, y de desarrollar ese animal. Eso nos pareció una
magnífica idea: era una especie de viaje por el tiempo, el único viaje por el tiempo de todo
el mundo. Traer a esos animales de vuelta, vivos, por así decir. Y, puesto que era tan
emocionante, y puesto que era posible hacerlo, decidimos seguir adelante. Conseguimos
esta isla... Avanzamos... Todo era muy simple.
—¿Simple? —dijo Malcolm. De alguna forma había encontrado energía para sentarse
en la cama—: ¿Simple? Es usted más estúpido de lo que suponía. Y ya opinaba que era
un estúpido de gran magnitud.
—Doctor Malcolm —intervino Ellie.
Y trató de ponerle en una posición más cómoda de espaldas. Pero Malcolm no estaba
dispuesto a cejar: señaló la radio, los gritos y los alaridos.
—¿Qué es eso que está pasando ahí afuera? —inquirió—. Ésa es su idea simple.
Simple: usted crea nuevas formas de vida, de las cuales no sabe nada en absoluto. Su
doctor Wu ni siquiera conoce el nombre de las cosas que está creando; no se le puede
molestar con detalles tales como cómo se llama la cosa, y menos aún qué es. Usted crea
muchas en un plazo muy corto, nunca aprende cosa alguna sobre ellas y, sin embargo,
espera que hagan lo que usted quiere porque usted las fabricó y piensa, en consecuencia,
que es su dueño; se olvida de que están vivas, de que tienen inteligencia propia, y de que
pueden no obedecer lo que usted quiere que hagan; y se olvida de cuan poco sabe usted
sobre ellas, de cuan incompetente es para hacer las cosas que, con tanta frivolidad,
denomina simples... Dios bendito...
Volvió a acostarse, tosiendo.
—¿Sabe qué es lo que tiene de malo el poder de la ciencia? —prosiguió—. Que es una
forma de riqueza heredada. Y ya sabe usted cuan imbécil es la gente congénitamente
rica. Nunca falla.
—¿De qué está hablando? —preguntó Hammond.
Harding hizo un gesto, indicando delirio. Malcolm le lanzó una mirada.
—Le diré de qué estoy hablando —contestó—: La mayor parte de las distintas clases
de poder exigen un gran sacrificio por parte de quien quiera tener ese poder. Hay un
aprendizaje, una disciplina que dura años. Cualquiera que sea la clase de poder que se
busque. Presidente de la compañía. Cinturón negro de karate. Gurú espiritual. Atleta
profesional. Sea lo que sea lo que se persiga, hay que ponerlo en el tiempo, en la
práctica, en el esfuerzo, hay que sacrificar muchas cosas para lograrlo. Tiene que ser muy
importante para uno. Y, una vez que se alcanza, es el poder de uno mismo; no se puede
delegar: reside en uno. Es, literalmente, resultado de nuestra disciplina.
»Ahora bien: lo interesante de este proceso es que, en el momento en que alguien
adquirió la capacidad de matar con sus manos, también maduró hasta el punto en que
sabía cómo utilizar ese poder. No lo utilizaría de manera imprudente. Así que esa clase de
poder lleva una especie de control incorporado: la disciplina de conseguir el poder cambia
a la persona, de manera que esa persona no hace mal uso de su poder.
«Pero el poder científico es como la riqueza heredada: se obtiene sin disciplina. Una
persona lee lo que otras hicieron, y da el paso siguiente. Puede darlo siendo muy joven.
Se puede progresar muy de prisa. No hay una disciplina que dure muchas décadas. No
hay enseñanza impartida por unos maestros: se pasa por alto a los viejos científicos. No
hay humildad ante la Naturaleza. Sólo existe la filosofía de hacerse-rico-pronto, hacerseun-
hombre-rápido. Engañar, mentir, falsificar, no importa. Ni para uno ni para sus colegas.
Nadie nos critica: nadie tiene pautas. Todos intentan hacer lo mismo: hacer algo grande, y
hacerlo rápido.
»Y, como uno se puede levantar sobre los hombros de los gigantes, se puede lograr
algo con rapidez. Uno ni siquiera sabe con exactitud qué ha hecho, pero ya informó sobre
ello, lo patentó y lo vendió. Y el comprador tendrá aún menos disciplina que el científico:
el comprador simplemente adquiere el poder, como si fuera cualquier bien de consumo. El
comprador ni siquiera concibe que pueda ser necesaria disciplina alguna.
—¿Saben de qué está hablando? —se inquietó Hammond.
Ellie asintió con la cabeza.
—Yo no tengo ni idea —dijo Hammond.
—Lo expresaré en forma sencilla —dijo Malcolm—. Un maestro de karate no mata
gente con las manos desnudas; no pierde los estribos y mata a su esposa. La persona
que mata es la que no tiene disciplina, no tiene restricciones, y que salió y adquirió su
poder como una dosis de droga. Y ésa es la clase de poder que la ciencia fomenta y
permite. Y ésa es la razón por la que usted cree que construir un lugar como éste es
simple.
—Era simple —insistió Hammond.
—Entonces, ¿por qué ha salido mal?».


A estas disquisiciones es a las que hacía alusión antes. El autor hace gala de una maestría excelsa a la hora de conjugar escenas de acción o de aventura con este tipo de reflexiones. Cabe destacar que, y sin tomar en cuenta que este sujeto es matemático y me cae terriblemente mal, es siempre el doctor Malcolm el que ejecuta estos sermones sobre la naturaleza humana. Antes hay otro, muy crudo, sobre la labor destructiva de la ciencia y de los científicos, y de cómo algunos sólo buscan dejar una huella tremenda y terrible en algo bello y hermoso, destruyendo y aniquilando sin cesar. Y creo que más adelante en el libro explica cuál fue el momento en que perdieron el camino, o quizá me confunda con el prólogo, que habla de lo mismo. Es el momento en que estalla una revolución genética, en que la ciencia deja de ser una búsqueda de verdad y se transforma en una búsqueda del tesoro, y en esa búsqueda gana el mejor postor, gana quien pueda dar más de sí mismo, y gana quien tenga menos escrúpulos. Estos tres temas son los que me llamaron la atención. Y concuerdo en muchos aspectos.

¿Es verdad? ¿Tienen los científicos en sus manos un poder de inalcanzables dimensiones? ¿Y están capacitados para utilizarlo? Me gusta la expresión "filosofía de hacerse rico", el dejar de lado las interminables horas de estudio para llegar al conocimiento... y a la sabiduría de qué hacer con ese conocimiento. Tener conocimiento sobre algo sin tener la sabiduría para saber cómo usarlo es como darle un arma de fuego a un niño de dos años. ¿Es verdad todo esto? Me temo que sí, y a veces da miedo.

Al tener una inclinación instintiva a las ciencias he terminado desarrollando una filosofía. Las ciencias no deben ser para que el hombre meta la mano en donde una sabiduría mayor no lo mandó a meterla. La ciencia debe servirnos para descubrir, conocer y maravillarnos de los misterios ocultos de la creación, sorprendiéndonos a cada paso como extasiados ante una visión extraordinaria de un universo nuevo, un universo cambiante y desconocido. Sabemos nada. Creemos conocerlo todo. Me llamó la atención esa pregunta: "¿En dónde está la humildad ante la naturaleza?". Siempre he sostenido que ante las tormentas el hombre se ve indefenso y frágil. Ante las estrellas, sobrecogido y pequeño. Ante el prado cubierto de sol, observador y silencioso. Ante los grandes témpanos de hielo, maravillado y fascinado. La humildad es algo que se ha perdido, lo mismo que la costumbre de ver las estrellas, de sabernos pequeños e ínfimos ante lo que se abre más allá. No creo en el superhombre de Nietzche, me parece lo más descabellado que oí en toda mi vida. Cuando quitamos la humildad a un ser humano, lo despojamos, quizá, de su mayor virtud, de lo único que podría frenarlo antes de cometer un acto atroz y catastrófico. Por la falta de humildad hemos tenido que soportar dictaduras militares, guerras que acabaron con personas inocentes, sucesos como la solución final, y aquí paramos. Quizá sea necesario replantearnos, en tiempos en que el relativismo está tan de moda como en la época de los sofistas, en épocas en las que la humanidad cambia de paradigmas y en momentos en los que atendemos a las consecuencias presentes de actos pasados, cuál es el valor que le atribuimos a un poder tan grande como el de las ciencias. No hay que confundirnos. Tener el poder para hacer algo no significa que se deba hacer algo. Como tío Ben dice en esa legendaria adaptación que vivirá en el corazón de todos los frikis de la historia: "El hecho de poder hacer algo, no te da derecho a hacerlo. Recuerda, Peter, un gran poder conyeva una gran responsabilidad".

Hay un momento en que tenemos que detenernos, y ese momento es este momento. Y pensar con claridad y lucidez, porque aún no sea tarde para corregir el rumbo. Este mundo necesita científicos dispuestos a ser rectos, a guiarse por convicciones y valores éticos y morales universales que nos conduzcan por un buen sendero. El hecho de tener mucho poder en las manos no debe ser motivo para creerse con el poder para hacer todo lo que queramos. Creo que Spielberg erró garrafalmente en esto: pudiendo tomar esta idea del libro, idea muy pequeña pero muy fuerte y muy cierta, y adaptarla para que el prota indiscutido del film la dijese en un momento crucial y bla, bla, bla... pudiendo convertir una película con los típicos clichés en una película con los típicos clichés y con un mensaje muy necesario para el siglo XXI, dejó de hacerlo.

¿Detalles impositivos de estos dos libros de Michael Crichton? Creo que no guarda correlación con algunas de las teorías expuestas en ambas novelas. En la primera novela, por ejemplo, el doctor Grant se queda inmóvil ante el T-Rex y el dinosaurio sólo le pega un coletazo, en clara alusión a eso de que si los Tiranosaurios tenían una cavidad ósea similar a la que tiene la rana en el cerebro debía tener también los mismos mecanismo de reacción, por lo que sólo vería aquello que tuviese movimiento, dejando de lado las cosas que no se movieran. En la segunda novela, por ejemplo, esto se descarta cuando otro T-Rex ataca directamente a una persona que había recurrido al mismo truco de quedarse inmóvil. En el primer libro se describe que los velocirraptores tenían un sistema estructurado de cacería y de organización. De hecho, esto se comprueba cuando Grant y Sattler bajan al nido de los raptores y los encuentran bien formados, con las nidadas bien establecidas y con un sistema bien organizado de matriarcado. Ahora bien. En la segunda novela, cuyo protagonista indiscutido ahora sí es el doctor Malcolm (Grant no aparece en este libro), se dice todo lo contrario bajo la mirada de este hombre que, recordemos, era un teórico matemático (oh, y de pasar a no saber nada sobre dinosaurios, termina siendo uno de los mejores paleontólogos en la segunda novela). Es más, cavilando sobre la evolución (¿cómo no?) cedado hasta las trancas con morfina, el hombre se pregunta si el hecho de tener una mente evolucionada no requería ciertos sacrificios. Daba como ejemplo el hecho de que los animales de especies menos desarrolladas alcanzaban independencia después de un periodo relativamente breve de tiempo, en tanto que las crías de mamíferos más evolucionados requerían más tiempo de maduración y, además, seguir el ejemplo estructural de la manada. Es decir, lo que los otros hacían por puro instinto, los animales desarrollados lo aprendían de su entorno... Malcolm cavila en que en el pasado los raptores habían tenido ejemplo de coordinación, de cooperación y de compañerismo, se respetaban y cuidaban unos de otros, cazaban juntos y no se mataban unos a otros... Ahora seguían cazando juntos, seguían coordinando movimientos, pero habían perdido el sentido de la unión, porque cada quien hacía lo que más le convenía. Pensó entonces que estos animales, los desarrollados por ingeniería genética, no habían tenido padres que les enseñaran cómo debían comportarse, cómo eran las reglas... Por eso reinaba el descontrol y cada quien hacía lo que quería de las suyas... Y ahora uno se pregunta: "¿Si los raptores del libro anterior, que también habían sido generados por técnicas genéticas y tampoco habían tenido padres que les enseñaran a cazar y a permanecer unidos y a respetarse y a ser buenos entre sí y sin embargo seguían siendo buenos y respetándose y manteniendo la unión y el orden en las nidadas de huevos, porqué estos no?". Esto es lo más negativo que puedo destacar.

Fuera de eso, el libro tiene algunos clichés que te sacan de quicio, algunos malos estereotipos y una tendencia a americanizarlo todo... Por otra parte, en una parte del primer libro te ponen una secuencia genética con la sucesión de bases nitrogenadas. Esto es, estuve leyendo lo siguiente: CAG CGT TTT ATT TAC CCA AAC TAT TTA GGT... durante largo rato hasta caer en la cuenta de lo que era. Uno podría pensar que el autor pudo haberse ahorrado esta molestia y despachar el asunto con "y en la pantalla aparecieron largas sucesiones de letras"... Pues no. Y aunque os sorprenda, yo sé para qué es...

... para que algún friki, cuando tenga su propio laboratorio y un secuenciador genético, pruebe a ver si la fórmula funciona realmente. ¡Si es que estaba claro!

Como sea, os recomiendo ambos libros (aunque el segundo no me gustó tanto como el primero, y esto ya es más subjetivo). Y vamos, os recomiendo también El mundo perdido original, de Arthur Conan Doyle. Y esto es todo, porque considero que la entrada ya es demasiado larga como para extenderla aún más. Es que la filosofía se presta... :D

Ahora con permiso, me voy a Escocia para tomar el té con Ness.

domingo, 9 de enero de 2011

El viejo arcón




l de los recuerdos,
todas las cosas que había se han escapado.
¿Adónde han volado?
Ya se han ido,
no volverán más,
porque de aquí han partido.
Se han ido,
se han marchado;
se han ido para no retornar.
Se han ido,
se han marchado;
¿en dónde estarán?
Las cosas que había en el viejo arcón,
las cosas se han ido volando.
De mi vida desterradas sin que yo lo quisiera,
de mi corazón anhelante de historias de magia.
Todas las voces y las ilusiones han sido acalladas.
Ahora sólo el crudo silencio de la realidad las aplasta.
De este viejo arcón de los recuerdos,
pero en realidad de mi alma.
se han marchado,
marchado para no volver.
Sueños míos,
¿por dónde transitáis en las oscuras horas de la penumbra?
Sueños míos,
¿quién os ha visto partir más allá de los mares?
Como los barcos piratas en que no puedo creer,
así vosotros os habéis alejado por completo de mi vista.
Os habéis perdido en las tinieblas,
quizás habéis encontrado al horrible leviatán de la realidad.
Oh sueños cruelmente partidos,
decidme en qué lugar del mundo transitáis.
No quiero creer que os hayan aplastado ya
las negras paredes de la caja más real.
Se han ido,
se han ido y no volverán.
¿Por qué?
Esa es la pregunta.
La grito y la clamo hacia las estrellas,
como esperando una respuesta satisfactoria venida desde lo alto.
Pero lo único que se oye es el sordo retumbar,
el vacío eco de las palabras rebotando contra las paredes de la nada.
Y de mi alma han sido desterrados los vestigios de alegres colores,
de sueños infantiles.
Sobre mí canta la cruda noche de la fría realidad.
Una noche demasiada noche.
Su color es rugoso.
Su sabor es a papel.
Su textura es gris.
Su nombre es temor.
¿Por qué?
He vuelto a hacer la pregunta.
Los crueles sonidos son como dagas envenenadas que atraviesan mi alma,
dejándola en jirones y en negra oscuridad.
¿Adónde iré ahora?
Seguiré quizás el camino,
pero no lo seguiré del todo.
“Caminante no hay camino”,
y ahí ha de detenerse el poeta.
Porque para mí no hay más ruta,
porque la vida se ha quedado estancada.
Maldita sea la respuesta esperada,
el contestar tan anhelado y que nunca llega a mis oídos.
El áspero sonido del negro raspa demasiado como para seguir.
Cada paso sin lo dejado,
sin lo perdido,
resultaría en una lágrima por los viejos tiempos.
Desconcierto desconcertado.
Incerteza con incertidumbre.
Dolor doloroso.
Terror aterrorizado.
¿Adónde seguir?
A donde mi corazón piense que estén los sueños perdidos.
A donde la incertidumbre dicte certeza.
A donde el desconcierto crea que se evapora.
A donde el anhelo de volver a poseer los sueños en el viejo arcón perezca
por ver cumplida su misión.
¿Pero cuánto?
¿Pero cómo?
¿Pero porqué?
Y otra vez el frío eco,
cual carcajada burlona,
cual negra flecha envenenada con la crueldad de quien sabe más ante el que ignora todo.
Quiero que se acabe.
Tan negro es el camino que sigue,
tan poca luz tiene…
He quedado como el guerrero despojado de sus armas,
destrozado ante su más feroz combate.
¿Adónde he dejado el poder de creer?
¿Cómo soñará mi alma?
¿Cómo cantará mi corazón?
¿Cómo veré nacer las nubes?
¿Cómo oiré el viento?
Qué lejos que queda.
Qué lejos que se ve.
Qué coloridos eran.
Cuánto he de temer.
Qué lejos que quedan.
Qué lejos que se ven.
Ya no hay preguntas.
Ya no hay dolor.
Quizás ahora sólo quede…
Nada.
Ante las ruinas del castillo de la esperanza,
ante los vestigios de los sueños que se pierden en cualquier lugar,
ahí ya no hay preguntas,
ahí ya no hay nada.
Ante los vestigios del castillo destruido,
ante los escombros cruelmente demolido,
veo el negro y sinuoso sendero que sigue adelante.
Y no,
no quiero.
Todo aire se extingue bajo el peso de esa negrura venidera,
los cimientos del castillo que albergaban las esperanzas han expirado.
Ahora sólo hay vacío y apatía.
Ahora ni siquiera una llama ha quedado encendida.
Son los despojos de una vida desgarrada,
de un alma hecha jirones.
Ante las ruinas de la alegría y de la esperanza,
sólo una inquieta pregunta nace desde el fondo del tormento y del suplicio.
¿Cuánto más he de seguir?
¿Cuánto más ha de seguir?
¿No le basta al despiadado de abismales plumas haber destrozado mi alma?
¿Acaso su deber es seguir atormentando,
murmurando con infame delicia el picoteo constante que destroza cada vez más,
segundo a segundo,
El alma que se ha olvidado de creer?
¿Hasta cuándo tendrá que recordar?
¿Cuándo se detendrá?
¿No sabe,
o no quiere saber,
que el hecho de reconocer ya que todo se ha perdido en las profundidades y que no retornará
es más que suficiente?
¿Hasta cuándo?
¿Cuánto tiempo más?
¿No dejará de susurrar con infame malicia
lo que es evidente?
Porque yo lo sé sin que él lo repita.
Porque yo ya sé que “Nunca más”.
Jamás.
“Nunca más” retornarán.
“Nunca más” volverán
los sueños rotos,
los sueños perdidos,
la esperanza olvidada que agachó la cabeza.
El peso de esas palabras cae como un bloque de hielo en las ruinas de mi corazón,
como una sinuosa espina en los jirones de mi alma.
¿Hasta cuándo,
yo mismo,
pues soy yo quien las pronuncia,
seguirá diciendo con dolor y crueldad
“Nunca más”?...
Ya lo sé.
NUNCA MÁS,
JAMÁS…



Sir Nícolas Vásquez de Aragón


Como siempre, si alguien desea dejar sugerencias sobre redacción, opiniones sobre estilos y todas las cosas que, bien aplicadas, puedan dejar comentarios constructivos (seguiré creyendo siempre en la crítica constructiva), será bienvenido y se recibirá con los brazos abiertos. Lo importante es aprender a mejorar. Y ya por poner un comentario, última poesía del año! A ver si me pongo a corregir algunas cosas que tengo guardadas por allí. Y a terminar otras.
Como verán, he usado dos guiños literarios hacia la parte central y final de la poesía. Uno es suficientemente claro, "caminante no hay camino", pero el otro puede que sea un poquitín más implícito. Con todo, sé que los admiradores de lo gótico lo habrán encontrado ya. Es mi pequeño tributo, mi forma de aportar algo más, por así decirlo, al Cuervo, de Edgar Poe. En el "Nunca más" (o "Never more") aplico el recurso que usó Poe en el Cuervo. Es la tortura del alma condenada a escuchar la diabólica ave, el susurro desgarrador y tremendo que destroza la esperanza como un jarrón de porcelana fina contra el piso; me gusta la implacabilidad que dan esas palabras en mayúsculas. En suma, es lo único que dice el cuervo negro posado en el busto de Atenea. ¿Cómo es tu nombre? Nunca más. Y así sucesivamente. Grande Poe, que se eligió el nombre Eleonore, que rima muy bien con Never more, para denominar a la amante perdida.


viernes, 7 de enero de 2011

Harto



A ver. Tengo muchos motivos para estar cansado y saturado en estos momentos. Acabo de descubrir cuáles son las bondades de los servidores que alojan material de descarga, cuando termine de descargar y ver la película que estoy bajando os comento cómo ha ido todo, ¿vale? Pero no quiero quejarme de la lentitud con la que descarga esta cosa. No.

Quizá no sirva de nada gritar algo por aquí, pero al menos es una forma de descargar. Desde ya aviso al público que no es necesario comentar, que no os véis en la obligación de dejar algo por aquí, a menos, claro está, que alguien quiera decir algo, en cuyo caso, el comentario será recibido con la misma cordialidad y el mismo agradecimiento con el que este salón recibe comentarios. Pero lo vuelvo a recordar: este será un post tremendamente cargado de fastidio y mucha mala leche, así que estad prevenidos.

En estos últimos meses, por poner un espacio cronológico, he estado recibiendo muchos golpes bajos que no me esperaría. No de personas, no... Y quizás eso sea lo peor. De algunas asignaturas. Y no es dificultad en contenidos, para nada. Pero por decirlo así, algunas cosas me están tocando las narices en forma inimaginable, y la reacción lógica es intentar que me las dejen de tocar.

Con Física ya ocurrió, pero eso ahora ha quedado atrás. Lo nuevo es Laboratorio I. Golpe bajo tras golpe bajo, y sólo llevo estudiando la primera parte de la asignatura, así que no quiero ver el final. Y lo peor es que me gusta, me gusta demasiado, y quizás ahí esté el meoyo del asunto.

Soy una persona luchadora, eso lo tengo claro. Más de la mitad de mi vida me la he pasado luchando. Pero he pasado la Navidad y el Año Nuevo debatido entre la alegría y cierta desesperanza. ¿En qué? En muchas cosas. En el género humano, en el sistema de valores, en mí mismo, en muchas otras cosas en las que, de habitual, tengo esperanza. Y sí, sé eso de que "la esperanza es lo último que se pierde", pero también sé que hoy no es uno de mis mejores días. No estoy tan triste como la semana pasada, ahí sí estuve gravemente pesimista, pero me siento muy cansado, el fardo se hace pesado, sigo conservando parte de la tristeza de hace unos días y ahora todo se suma a la acidez irónica y al cabreo general. Esto da por resultado, si la ecuación no se equivoca, a un servidor que resuma acritud y no tiene deseos de seguir levantando los brazos. No es eso, es que sencillamente no quedan fuerzas para seguir manteniéndolos levantados.

Sé que mañana, quizás más adelante, quizá más pronto de lo que puedo llegar a creer, seguiré camino adelante, renacerá la chispa de la esperanza y volveré a cantar con la mirada puesta siempre en el mañana. Y quizá recobre el sentido del humor, el ánimo y la disposición que motiva a verlo todo con una luz distinta, a entender que todo es como debería ser, a comprender que debo comprender, a saber que los ennemigos son enemigos en tanto nosotros lo queramos, y que de ellos debemos hacer nuestros maestros, aceptando aquello contra lo que no podemos luchar, porque el horizonte se ha acabado. Y esto es lo que me da esperanza, aunque no lo creáis.

Jode demasiado. Jode demasiado llegar a un punto en el que quisieras que ciertas cosas no hubiesen ocurrido, en el que quisieras que el sistema de cosas que te rodean y delimitan tu modus vivendi fueran diferente, en el que te gustaría dar dos gritos aquí y decir unas cuantas verdades o revelar el corazón. Llega un momento en el que te dan ganas de destrozar una ciudad para conseguir que al menos otro ser humano se pregunte qué diantres te está pasando. Una indirecta cargada de sutileza, como podéis ver.

Llega un momento en que todo lo que lees se te ríe en el rostro, te toca las narices y te remata con un "vamos, ahora intenta hacer algo tú". Y sabes que, al menos de momento, al menos en esta hora, tú no puedes hacer nada, y que luchar sería hacerte un daño mucho más profundo, y entonces comprendes la realidad como un bloque de hielo absurdamente pesado. Y frío.

Lo peor llega cuando todas las demás cosas que estaban quietas, que te molestaban, pero que aceptabas pacientemente y con mansa alegría, tratando de mejorar aquello, comienza a revelarse también. Las viejas heridas se abren, y los nuevos hechos que deberían ser afrontados con una afable sonrisa y la disposición de cambiar la forma de verlo, cae como cosas que ya no puedes seguir tolerando. Y sabes que luchar sería dañarte. Y sabes que entonces tienes que intentar descargar eso en algo que no sea destructivo, y terminas escribiendo poesía triste, o hablando de la dominación mundial, o rayando la idea de que no nos vendría mal estar bajo un imperio napoleonista (exageración, como siempre). Y me doy miedo.

Por eso, al final la mochila se hace tan pesada, tan insufriblemente duro, que no te dan ganas de seguir adelante, ni de sostener los brazos arriba, ni de seguir creyendo o teniendo esperanza. Al final todo se convierte en una maldita estupidez que no tiene sentido. Al final terminas abandonando hasta las últimas tablas de salvación. Y al final terminas viendo la realidad de las cosas: esto es lo que hay. Hay maldad. Hay angustia. Hay muerte. Hay desesperación. Hay adicción. Hay comerciantes. Hay comunistas. Hay capitalistas. Hay payasos. Hay incompetentes. Hay gente gris. Hay nada.

Y henos aquí, en el momento en que ya no tienes ganas de hacer nada, y preferirías pasarte el día recostado mirando el techo, sufriendo como Tom Sawyer, pero sin detenerse, sin dejar de deleitarse en el amargo regusto de haber llegado a la más sublime de las conclusiones.

Estoy harto. Harto de todo. Porque llega un momento enn la vida en que comienzas a reflexionar y comienzan a surgir preguntas como "¿por qué levantarse?" o "¿por qué seguir caminando hacia un lugar que no sé si estará allí?". O sencillamente "¿por qué seguir esforzándome en un sueño que hace mucho se ha roto, en una vida que ya no volverá a ser la misma, en una maldita ilusión infantil que se acabó mucho tiempo atrás y que sólo hoy comprendo de su final?". Porque en estos momentos estoy casi seguro de que así sucederá. Sortearé lo último como pueda, y luego, más adelante, me toparé con la implacable pared que no he querido ver en tantos años, que sólo ahora, cuando se aproxima, puedo ver con claridad. Olvido que más adelante seguiré porque yo quiero, no porque me lo imponen, y ahí ya nadie se preocupará por mí, ahí ya no habrá autoridad que valga para defender a un joven y a sus sueños. Ahí estará simplemente el grito como ladrillos: "No se puede hacer nnada más". O bien: "Usted no debería estar aquí". O bien: "¿Nadie se lo dijo antes?". O bien: "Deberá vérselas usted mismo, aquí yo no tengo ningún motivo para ayudarle". Porque estoy en un cien por ciento seguro que nadie querrá ayudarme, porque sé que siempre he sido una mesa más, porque sé que nadie podrá confiar en alguien como yo para ser algo inalcanzable.

Porque sé que cuando me vean soltarán unas estúpidas risas disimuladas y el pensamiento los llevará a decir ¿cómo?"... Porque nadie se detiene a contemplar los sueños de otra persona. Menos los de una mesa gastada y sin mucha utilidad. Tener entusiasmo y arriesgar todo por un sueño alocado no sé si funcione, no sé si sea necesario.

Porque estoy seguro de que llegará el momento final, el momento de enfrentarme a lo que no he querido ver, a lo que quizá debía haber atendido antes de embarcarme en el buque. Quizás es que hoy esté desesperanzado, quizás es que no esté de humor, pero creo que muchos me han dicho la verdad, y yo me he molestado porque no quería verla. Llega un momento en que la contundencia de la evidencia te hace bajar la cabeza y rendirte.

Quizá tenga que abandonar este estúpido camino que me llevará a un estúpido paredón del que ya he sido advertido y que no he querido comprobar, hacer marcha atrás e intentar un sendero más fácil, más cómodo y menos doloroso, aunque aún prevalesca el dolor de ver cómo el maldito destino te arrebata un sueño infantil. Pero quizá es que incluso los sueños infantiles hayan nacido para ser destruidos con el paso de los años.

Y también estoy seguro de que mañana, quizás dentro de un rato, me arrepienta de haber escrito todo esto, pero ahora mismo, en este preciso instante, la concepción que tengo del mundo, de la realidad y de la ficción es esta. Es un negro nubarrón en el que ni siquiera dos rayos de sol podrían penetrar.

EStoy harto. Veré si perdiendo el juicio puedo volver a tener esperanza. Y ya para terminar, deseo que la doma siga el mismo camino que la tauromaquia. En serio. Eso refleja claramente que la civilización no merece llamarse así.

P.S. ¿La tauromaquia terminó prohibiéndose, verdad? Es que no me enteré de mucho.

P.P.S. Au revoir.

miércoles, 5 de enero de 2011

Estos fueron los comienzos



Quien más quien menos, sobre todo los que han tenido la espantosa experiencia de hablar conmigo, sabrán que soy un adicto al género policial. Creo que conviene aclarar que entré a esto de los blogs a través de la Sociedad del Misterio (un blog en el que, como su nombre lo indica, lo que se hace es resolver misterios). Creo que esto debería resumir bastante bien el hecho de ser una persona muy aficionada a esto, ¿no?

En efecto, lo resume, pero los que me conocéis un poco sabéis que no me gusta quedarme con el fin de las cosas. Siempre hay un origen y una razón de ser a las cosas. Batman es Batman porque vio cómo asesinaron a sus padres y porque hizo un juramento sobre su tumba (la de sus padres). Spiderman es Spiderman porque el tío Ben le enseñó que los grandes poderes venían con grandes responsabilidades (todo el mundo cree que Spiderman es Spiderman sólo porque lo picó una araña, graso error). Challenger es Challenger por ser una persona increíblemente extraña que fue rechazada por la sociedad. El vengador de Brian Garfield es el vengador de Brian Garfield porque unos maleantes costarricenses asesinaron a su esposa y dejaron en el manicomio a su hija. Sherlock Holmes es Sherlock Holmes porque tenía un cerebro tan increíblemente lúcido que dijo "para perder el tiempo con la química, mejor me dedico a resolver crímenes". Todo tiene un origen. Aún lo más friki puede tener un origen. Extravagante, pero un origen friki al fin y al cabo.

Damas, caballeros, hace mucho tiempo venía haciéndome una pregunta que me inquietaba. ¿Cómo nacen los bebés? Hem... no, era otra pregunta. "¿Cómo me convertí en el fan policíaco que soy hoy?". Y creo que no encontré la respuesta.

¿Monk? No, había habido algo antes.

¿Policía forense? No, había algo más.

¿Una novela de Sherlock Holmes en inglés? No, antes tenía un nuevo interés...

¿Hermanos y detectives? No, estaba seguro de que había algo... no sabía el qué.

¿Simuladores? Estaba cerca, pero no había sido el primer chispazo.

Recordé que un mentor de este género (el fundador de la Sociedad del Misterio) me había dicho en una ocasión que su intrusión en este mundillo eran unos libros en los que proponían una escena de cualquier cosa con una descripción. La trampa estaba en que algo no coincidía entre la ilustración y el texto, lo que lo preparaba para aguzar la mente. Era algo así como jugar a las siete diferencias, pero con un toque un poco más estructurado y formativo.

¿Las pistas de Blue? No, demasiado infantil.

¿House? No, sólo había visto un par de episodios y no me había gustado mucho.

Nunca habí visto CSI... en dónde estaban mis orígenes.

¿Cluedo? Nunca había jugado.

Hace muy poco tiempo, damas y caballeros, un servidor acaba de encontrar la pieza clave que resume la historia de una afición al género que no tiene parangón (el origen, hay mucho mejores aficionados que yo). En el lugar menos pensado, ahí estaba el origen. En aquel dibujo animado del que sólo se esperarían algunas enseñanzas y un par de lagrimones en ciertas ocasiones. De un animador emparentado, en mayor o menor medida, con el grandioso creador de la célebre seria de animación Los Simpson (el cuñado de Matt Groening, tengo entendido). Una caricatura que comenzó siendo un sencillo cómic, que luego sería adaptado a la televisión y que me traería mi primer contacto del tercer tipo con el género policial...

... ¡Oye, Arnold! es una serie animada de mediados de los noventa que no recuerdo hasta cuándo duró. Sí sé que se hicieron algunos largometrajes para televisión y creo que se editaron algunos VHS (Dios mío, qué lejanos quedan esos tiempos de las videocaseteras), pero eso no viene a cuento. La serie iba sobre un niño de nueve años que vivía en una típica ciudad estadounidense (y digo "típic" porque nunca quedó claro en qué ciudad vivía ni si el lugar era multidimensional). Ahora mismo no recuerdo muy bien sobre qué versaba principalmente la serie, pero sí puedo decir que derrochaba alegremente las tardes mirando las caricaturas de ¡Oye, Arnold!". Y que la pasaba fenomenal viéndolas. Eran dibujos sanos, que podíamos ver en familia y con los cuales podíamos reírnos sin apelar a la agresión o al insulto por el insulto, como ocurre con Sout Park. De acuerdo, tiene muchos elementos tomados de Los Simpson, pero están bastante bien aplicados al mundo ficticio de ese muchachito de nueve años. Haciendo memoria, recuerdo que la serie trataba gran variedad de temas. Desde leyendas urbanas inventadas a problemas de adicción de chocolate. Era tierna en cierto sentido. Creo que si algo recuerdo es uno de los capítulos de la serie. Creo que el tema trataba sobre la leyenda urbana del Hombre Paloma. Según la historia ficticia, era un hombre que vivía con sus palomas en el techo de un edificio abandonado tras un terrible incendio. Un hombre que nadie había visto en persona, pero que en general era considerado a) un loco, b) un loco peligroso. Creo que una de las palomas mensajeras del protagonistas —de más está decir que por algo la serie se llamaba "¡Oye, Arnold!" y que el protagonista era el niño de nueve años con ese nombre— enfermaba y el muchacho la llevaba con el Hombre Paloma. Recuerdo que descubríamos a una persona solitaria, soñadora e idealista que quería vivir en paz con sus amigas aves, una persona que amaba a los animales desde que había estudiado sobre ellos en la primaria. El episodio finalizaba con el Hombre Paloma encontrando su refugio destruido por unos pandilleros que no tenían nada mejor que hacer. Al final, el Hombre Paloma decía algo que se me ha quedado grabado muy en lo profundo: "La gente, Arnold... La gente hace estas cosas porque no comprende, porque es mala. Quizás yo ya no tenga que estar aquí. Mi misión no es la gente, aunque hoy he comprendido que hay otro tipo de personas. Mi misión es cuidar a todas las palomas desamparadas del mundo. En donde haya alguna que tenga el pico roto y no pueda comer, en donde haya una parvada indefensa o en donde haya alguna paloma que no pueda volar, ahí estaré yo. Espero que a donde vaya encuentre a alguien como tú, Arnold"... Recuerdo que el episodio finaliza con el Hombre Paloma volando con sus palomas (creo que lo hacían elevar todas las palomas del refugio con unos hilos que salían de su gabardina), mientras le dice al muchacho algo como "Recuerda, lava bien las bayas antes de comerlas, y vuela siempre hacia el sol"...

Quien me conozca medianamente bien sabrá, además, que puedo hacer el chiste fácil de "¿no lo véis? Mi primer contacto con el mundo policial fue esa gabardina". Pero no. Había algo más. Este niño, creo que porque sus padres se habían perdido en la selva, vivía con sus abuelos en una pensión. Digamos que sus abuelos... eran personas increíblemente extrañas. Sobre todo su abuela. Sobre todo la abuela. Pero el anciano no se quedaba atrás. Recuerdo que en uno de los últimos episodios —la animación era mejor, y eso es signo de que las series van avanzando, sólo basta comparar los trazos de las primeras temporadas de Los Simpson con los de las últimas— el abuelo llevaba un auto a una exhibición o un concurso. Después de haber ganado el premio, y de habernos presentados una serie de rivales, competidores y personas variadas, el auto del abuelo es robado por la noche. Es entonces cuando la abuela y el nieto comienzan a investigar, pero investigar investigar, el robo del coche del abuelo. Creo que este fue mi primer contacto. Porque a diferencia de lo que hacen otras series animadas que parodian diversos géneros, esta serie no sólo lo parodió, sino que se montó una verdadera historia policial con pistas y declaraciones y toda la cosa. Con pruebas y conexiones lógicas incluso. La resolución del misterio, por otra parte, es algo que no terminas de esperar y de creer, pero todas las pruebas dicen la solución a borbotones...

Esa fue, sin lugar a dudas, mi primera experiencia con el género. Era bastante pequeño, no entendí mucho de lo que se habló ni me centré en las pruebas y esas cosas, pero hace unos días he buscado ese capítulo por el YouTube para sacarme la curiosidad, y he ahí que todo estaba increíblemente dispuesto desde un principio. Claro está, no es un misterio del que podamos decir que es la joya de los misterios, pero para un público infantil es relativamente complejo y tiene sus detalles... Está muy bien conseguido, está muy logrado, es maravilloso.

Dejo aquí el enlace directo a la primera y la segunda parte del episodio, así podéis ver lo que yo he visto y saber de dónde viene esta afición al género.

Creo que lo puedo decir con orgullo de haberlo encontrado al fin. Después de mucho tiempo de pensar y buscar, creo que me merezco poder decirlo, ¿no? Creo que, en sí mismo, el saber cuál había sido mi primer acercamiento, por qué canal y cómo lo había recibido era un misterio. Un caso policial, si se quiere. Así que... ejém...

... Me permitiréis que me tome esta licencia...
..."La verdad está ahí afuera"...
Hem... como que se me chispoteó... veamos si ahora puedo poner bien la cinta...
...
Caso cerrado.


(así sí se siente bien terminar una investigación)