(tan hipócrita que hacen pasar la s por la c)
A veces cansa un poco oír tanta hipocresía y cinismo en todo el mundo. Sí, suena como un pensamiento demasiado inocente, demasiado apartado del mundo de
Hoy en día, demasiado alejado de la realidad y demasiado cercano a la Utopía. Pero en serio, cansa demasiado y exaspera ver todo lo que hay por ver de
los políticos.
Este blog no se caracteriza ni se caracterizó jamás por hablar de política; por consiguiente, esta será la primera (y esperemos que última) vez que se
hable de política directamente en un post. Ya en otros lugares he dejado caer mis opiniones políticas, y ya en otros comentarios de este mismo blog he
dejado una acusación velada y muy sutil sobre la retórica de las políticas educativas. Hoy, en cambio, quiero hacer constancia de dos cosas que me han
terminado por saturar. La primera ha ocurrido hace ya bastante tiempo, y decidí no pasarla por alto; pero la segunda... la segunda me ha terminado de crispar
los nervios.
Antes de proseguir, he de decir que no tengo ideología política. Esto podría resumirse en que no entiendo de política y soy feliz sin entenderla, no entiendo
de conflictos políticos ni de la lógica política, y sigo siendo feliz así. No me he mostrado interesado por la política más que por la Historia o la Geografía.
Es un tema del que paso con mucho gusto. De aquí se derivan dos cosas:
1- aquí puedo quejarme tanto de izquierdistas como derechistas, diestros de siniestros, centroizquierdos o centrozurdos o centroderechos o centrodiestros,
o como quieran autodenominarse;
2- todo mi análisis y mi crítica está dirigido (o, mejor dicho, fundamentado) en el sentido común. Ya sabéis, esa voz que te habla recordándote las cosas
más elementales, ¿la recordáis? Todo está fundamentado en base al sentido común y la lógica o retórica más humana, simple y llana. Así como en el método
científico, intentaré ser lo más objetivo posible para hacer mi crítica.
Hace unos meses la presidente Cristina Fernández de Kichner dijo que iba a cancelar la Deuda Externa con el FMI por los medios que hiciesen falta. ¿Qué
medios son estos?, os preguntaréis (es mejor que lo hagáis para entender la bomba que viene a continuación). La señora Fernández quiere saquear, literalmente,
el Tesoro Nacional para saldar la Deuda Externa con el Fondo Monetario Internacional. Ergo. Vamos a saldar la deuda, pero ¿a qué precio?, me arriesgo a
preguntar. Estaríamos dejando el Tesoro Nacional vacío, y luego andarían circulando por allí, al igual que ocurrió en uno de los periodos más críticos
de la economía argentina, los bonos que simulan ser dinero. Y no es que de esto me han contado, es que esto lo he vivido. Porque recuerdo tan claro como
si fuera ayer muchos hechos de mi vida pasada, y he llegado a hacerme un calendario en el que pueda registrar hechos de mi vida con fechas y aproximaciones
de distintas temporadas. Recuerdo muy claro, digo, que cuando yo tenía seis, siete y ocho años, por aquí sólo circulaban los lecops y los lecors.
Más allá de que Kichner sea un matrimonio siniestro y nefasto, más allá de que están intentando establecer un neocomunismo, más allá de que propongan una
cultura de muerte y de masacre, más allá de que estén atentando contra la libertad de expresión... hay que categorizar a esta última jugada como una soberana
estupidez. Porque hay que decirlo como es realmente: una estupidez monumental y soberana.
El otro día salían un montón de periodistas y personajes televisivos serios y respetables (increíble pero cierto) de facción Kichnerista. Así, también
gracias a la nueva ley de medios de CFK, el canal estatal se ha impregnado de la ideología de "queremos mucho mucho mucho mucho mucho mucho mucho mucho
a Cristina" y de "pasamos propagandas gubernamentales proclamando el hermoso reino... mandato de la presidenta". En este dichoso canal estatal, que no
pertenece al grupo Clarín, se organizó una charla para debatir y discutir las reacciones adversas que tuvo el movimiento de Kichner que consistió en tratar
de destituir al Presidente del Banco Central para poder apoderarse, cual Smaug del tesoro de los Enanos, del Tesoro Nacional. La jugada no termina allí.
Luego de tratar de adjudicarse poderes extraordinarios (no sé por qué, pero me hace recordar a cierto estanciero del color de Rosas) y destituir al presidente,
decidió decretar que ella tenía la facultad extraordinario (¡Rosas otra vez!) de hacer lo que se le viniera en gana. Luego de una Acción de amparo y de
la renuncia voluntaria del Presidente del Banco (quería mantener arriba su dignidad y no ser destituido como un vulgar tirano) asumió una Presidente del
Banco Central. La presidente es de facción Kichnerista y apoyó la moción de la presidente (la nacional, para no confundirnos) de cargarse el Tesoro Nacional.
Esto generó polémica y controversia. Tras unas declaraciones de la presidente del banco, y de otras declaraciones de los miembros del bloque opositor del
Parlamento, se hizo esta rueda televisiva en que los intelectuales aportaban sus perlas de sabiduría.
En una parte aparecía un vídeo en que se mostraba cómo la Presidente del Banco Central, tras haber terminado su discurso, pregunta a toda la audiencia:
"¿Hay alguna pregunta?". Luego se puede apreciar como el vocero de uno de los bloques opositores dice "no".
En la siguiente toma, vemos cómo el mismo vocero que le había respondido que no había ninguna duda sobre lo que se había dicho habla con los medios en
estos términos: "La señora Presidenta (error grave) no ha dejado nada claro en su discurso y hay muchos puntos que no se entendieron de su proyecto".
Uno queda con la sensación de "¿¿¿WTF???". Pues es evidente, ¿no? Si no te quedó nada claro y si piensas que la presidente ha dado un discurso oscuro
y poco entendible, deberías haber preguntado todo lo que te causó duda en el momento indicado y no haber ido con el cuento ante las cámaras. Si se dio
la oportunidad de hacer preguntas... pues precisamente, las preguntas están para aclarar las dudas y ampliar puntos, ¿no? Es en estos momentos, y aunque
piense en forma contraria a la presidente Kichner, en los que debo decir que este vocero tiene el cerebro de una nuez y se ha convertido en el hazme-reír
de todo el país por mucho tiempo más. Porque hay que hablar claro. Si bien no estoy de acuerdo con el gobierno en todo lo antes mencionado, tampoco me
siento en facultades de estar en concordancia con una persona que ha tenido tal demostración de estupidez, torpeza o quizá de "falsa y auto creída astucia",
o quizá una mezcla de las tres.
Más adelante en el programa, Felipe Piña, un historiador al que consideraba menos loco para meterse en medio de la política, y aún más, muchísimo más inteligente para dedicarse a apoyar a Cristina Kichner, daba una opinión personal,
muy ácida, por cierto, sobre el capitalismo y el socialismo. Decía que todos los que se oponían a la medida de Kichner eran capitalistas que consideraban
un gasto innecesario el uso de los fondos nacionales para las escuelas, los hospitales, medios de transporte y demás servicios estatales. "Para un capitalista",
dice, "es un gasto invertir o usar el dinero para la educación, la salud y los servicios públicos; pero no es ningún gasto, sino más bien una ganancia,
cuando el dinero se usa para invertir o financiar algún proyecto económico". Tiene razón, y esto no lo voy a discutir en ningún sentido. Como ya he dicho,
aquí vamos a atacar a todo el mundo sin excepción, y tan sólo juzgando con el criterio de la lógica.
El sentido común, el menos común de los sentidos, estimado amigo Felipe, me dice que no podés, en ningún momento, conservando esa memoria excelsa que te caracteriza, decir tal falacia.
Es bueno decir eso, pero al decirlo estás proclamando que la Kichner no gasta, sólo invierte en cosas útiles, como educación, salud y transporte. Bien...
... no podés decir eso, querido Felipe, ni aún habiendo perdido tu buen juicio, porque es ilógico pretender que la presidente no gaste en cosas inútiles
y que sólo deje los fondos para obra de provecho y bien común cuando ella se cambia los zapatos cada seis segundos. Es ilógico decir esto cuando su guardarropas
tiene el tamaño de la Casa Blanca. Es ilógico decir todo esto cuando se ve que no se invierte ni se ha invertido, en todo el mandato de Kichner, un mísero peso ni en escuelas, ni en hospitales ni en servicios
públicos. Porque yo no veo mejora en calidad educativa, ni mejora en los hospitales ni en la atención, ni mejora en el bacheado de las calles, ni en el
alumbramiento público, ni en nada que se constituya como propiedad del Estado. Sólo veo que Kichner ha aumentado su fortuna en nueve millones de dólares
en los últimos años, y esas cifras son imposibles para el sueldo de un presidente.
Y por sobre todas las cosas, es ilógico decir que la presidente no gasta, sino que invierte en buenas obras, cuando en el dos mil ocho gastó no sé cuántos
millones de euros (euros, señores) en no sé cuántas flores o pétalos de flor para cubrir el camino que la conduciría a la Casita de Tucumán. No podés
decir que ella no gasta, cuando se hizo una alfombra roja con más de la tercer parte del oro del Tesoro. Es absurdo, ilógico e hilarante.
Y en segundos términos...
... que el otro día salió Kichner diciendo que el kilogramo de determinado corte está a doce pesos con chirola. ¡En su casa o en su carnicería! ¡Porque
ese corte de carne sale como veintitantos pesos en toda la Argentina! Esto sí es una burla, un chiste, y un muy mal chiste. Porque están dibujando los
números del INDEK y están tratando de formar una imagen irreal del mundo actual. Porque tergiversan absolutamente todo, y porque es una broma horrible
que le digas esto a una persona que no tiene ningún recurso económico como para acceder a ese corte de carne. Porque estoy convencido de que cualquier padre de
familia al que se le insulte diciendo que con su sueldo puede mantener a su familia, la familia que pasa hambre y necesidad, se sentirá ultrajado y burlado.
Porque el trabajador que intenta poder subsistir con un sueldo ínfimo en comparación a la inflación que estamos viviendo se sentirá humillado por este
manejo impune e hipócrita de los números.
Ya está, ya me he desahogado y puedo respirar en paz. Bueno, lo que es la paz de verdad, no, pero al menos tengo el consuelo de poder haberlo dicho. Porque
tan sólo nos queda el derecho a protestar.