A veces, damas y caballeros, me pasma encontrarme con cosas que se salen de lo común. En ocasiones dicho encuentro me llena de alegría y me divierte por un rato al apreciar la creatividad con que se hacen algunas cosas y deleitarme con ideas frescas y originales; pero en otras ocasiones, directamente, termino asqueado de ver a qué repugnante grado queda reducido el noble arte de crear.
Como bien sabéis, tengo una especie de manía a criticar desde un punto de vista objetivo y frío las cosas que leo, las series o novelas, los programas televisivos, las pocas películas que me llaman la atención (o las que pueda ver, que es distinto). En fin. Un bonito pasatiempo que es divertido practicar y que resulta divertido y didáctico a partes iguales, la crítica y el cuestionamiento sobre diversos temas. En parte, esta conducta se debe a que soy algo curioso, y me gusta indagar hasta el fondo de una cuestión. Por otro lado, tengo una personalidad muy inquisitiva y apreciativa, así que es muy difícil que pueda decir que algo me convence si no me convence del todo. Sí, también soy algo obstinado, pero esto, en cierta medida y bien aplicado, puede resultar hasta útil en algunas circunstancias.
Como soy así de curioso e inquisitivo (además de dedicarme casi de lleno a las ciencias naturales), me gusta mucho analizar y estudiar lo que veo por allí.
El otro día, cuando fui a ver a mi madre por la tarde, la encontré viendo una telenovela brasilera (1) y decidí esperar al corte comercial para hablarle. De paso, y para no tener que hacer dos viajes (soy perezoso, oigan), me quedé a mirar la telenovela con ella durante un rato. Al terminar hubo varios puntos y aspectos que me llemaron la atención. El primero y principal fue, como no podía ser otro, ¿en qué capítulo iban de la telenovela? Menuda fue mi sorpresa cuando la respuesta fue "apenas van dos o tres episodios". Después de eso me puse a analizar la telenovela en cuestión.
Es una especie de historia romántica entre dos culturas distintas, una induísta y la otra brasilera. La historia no viene al caso, lo que me impactó fue el desarrollo de los personajes. Pero digo "me impactó" no en sentido de "oh, que gran desarrollo de las caracterizaciones", sino en plan "¿ese es todo el desarrollo de los personajes?". No me entendáis mal, tampoco me quejo de que tengan muy poco desarrollo... o mejor dicho sí me estoy quejando de eso, pero en otro sentido.
A ver. Van tres episodios de la telenovela; recién comienza; ya se perfilan los buenos y los malos, los que causarán más conflictos, la trama en general, y el más que evidente final. Hombre, ¿y así esperas mantener una audiencia elevada? Pero esperen que ahora viene lo mejor...
... resulta que es la telenovela con más alto Ranking de este horario televisivo compitiendo con tres cadenas de aire.
Mi queja y al grano. Ya sabemos quién es el malo de la película, ya sabemos quién es el bueno. Ya sabemos que hay un personaje (una psicóloga, para peores de males) que conoce a todos los demás y ha vuelto a identificar todos los personajes. Ya sabemos más o menos cuál será el rumbo de la historia en general... en definitiva, ya sabemos o sospechamos cuál es el final de la novela. Bravo. Me permito unas breves reflexiones antes de tirar lo último.
- Que nunca en un sano juicio puedes decir de buenas a primeras quién es el malo y quién es el bueno. Como escritor y lector compulsivo puedo asegurar que nadie en su sano juicio puede leer una obra de terror en la que se diga claramente, ya en la primera página, cuál es el peligro que asecha a los personajes, salvo ocasiones muy particulares. Es absurdo que al tercer capítulo, si no lo fue al primero, porque me lo perdí, se digan estas cosas. ¿Dónde diandres queda el factor sorpresa? ¿Dónde está la facultad de sorprender? No. Los personajes son lisos y llanos, planos como las alas de un avión.
- El hecho de que los personajes sean planos indica una cosa: que estos personajes no pueden tener mucha profundidad psicológica si pueden perfilarse sus personalidades al tercer capítulo. Vale, que algo el espectador va a intuir, pero no creo que sea prudente ni de cuerdos crear personaje tan fáciles de entender. José María Ricardo Inés de la Cruz es el que... tiene... siente... sus actitudes más comunes son... Ya está. Pasemos al siguiente. ¿Dónde vuelve a quedar el factor sorpresa? En la saga de Harry Potter estuve odiando a Snape durante seis libros y medio hasta que descubrimos la brillante vuelta de tuerca del personaje. ¡Eso sí es profundidad psicológica! Viviendo siempre con un pie de cada lado, sufriendo por el tormento de haber llevado a la muerte a la única persona que lo quiso como amigo, torturándose por haber sido él el responsable de la muerte de su gran amor, en una contradicción permanente por cuidar y proteger al hijo de Lily Potter y odiar la parte de James... En suma, todo una seria entramada de idas y venidas que definen a un personaje con profundidad. Y uno ve a estos y piensa... "qué se habrán fumado los guionistas".
- Al quedar trazados y perfilados tan bien las características de personajes tan simples y sencillos, lo único que se puede esperar es que develen parte de la trama. Es decir, como se conocen tan bien los personajes y se sabe que sus patrones de conducta son simples y muy claros (dada a su nulidad en la ambigüedad, el doble sentido y los sentimientos), uno terminará sabiendo cómo responderían en determinadas situaciones y contextos, develando gran parte de la trama de la novela. ¿A quién le produce sorpresa encontrarse con las mismas situaciones? Para remediar este grave problema, los guionistas apelan al ordinario recurso de alargar de forma estúpida toda la telenovela, y de meter tantas subrtramas como les sea posible en las quinientas hojas de la resma a4. Así se suceden y encadenan hechos que hacen que veamos a nuestros protagonistas envueltos en mil y una situaciones conflictivas que los hagan actuar como héroes o villanos, y vivir extravagantes proezas que se recordarán en los últimos capítulos de la serie.
- Finalmente, las tantas subtramas y pequeños conflictos que los guionistas escribirán para suplir el profundo vacío existencial de los personajes serán una copia de todas las ya consevidas. "No hay nada nuevo bajo el sol", se dice por allí. Vale, no hay nada nuevo, pero eso no justifica que sean poco originales. ¿Cuántas veces hemos visto ese viejo truco de que la mala de la película finje un embarazo para quedarse con el apuesto galán? ¿Cuántas veces precenciamos los sufrimientos de dos amantes cuando descubren que son en realidad hermanastros? ¿Y cuántas veces no vemos el nuevo sufrimiento de los amantes por haber permanecido alejados por creer que eran hermanastros pero que en realidad esa había sido una mentira de Isabel Aguirre Belmont para que su nieto no se casara con esa "arrabalera" y pudiera lograr una alianza con el industrial que resulta ser el tío del padrino del esposo de la madre de la joven? No, en serio, cuántas veces. Cuántas veces vemos el continuo intercambio de insultos y agresiones de una esposa a su esposo porque no le dijo que no había sacado la basura el día de recolección porque no había podido separar los residuos orgánicos e inorgánicos ya que había estado conviviendo con su otra esposa de la que su esposa de verdad no sabe nada? No, si es que les meten argumentos y subtramas a más no poder, y al final ha pasado un año y medio desde que, no se sabe cómo ni en qué circunstancia, comenzó la novela.
- Lo más pasmante de todo eso es que, tras los interminables conflictos con la señora Isa Aguirre Belmont y su numerosa familia ramificada en casi todo Brasil por una serie de conexiones de parentesco más extraña que la de una madriguera de hobbits, los personajes siguen siendo exactamente iguales. Ni un sólo cambio. Ni una sola alteración en su constitución. Finalmente los buenos se casan y viven felices para siempre, mientras los malos
a) la mala generalmente se vuelve loca, se quema en un incendio viva o se desgarra el vientre.
b) El malo queda rumeando palabras de venganza mientras lo llevan a la cárcel.
Y yo pregunto, ¿es normal que después de tantas idas y venidas, tanto traqueteo, tantos giros y giros del dichoso bolígrafo del destino que pertenece a los guionistas, los personajes permanezcan igual que al principio? ¿Es lógico? La experiencia nos demuestra que todas las personas cambian (y más en la ficción) después de un suceso que altera el estadio original de las cosas. Desde las leyendas mitológicos sobre el caos y el cosmos, los titanes y el tifón, Zeus y todo el Olimpo, hasta la novela más extraña de vampiros. En los cuentos el cambio sólo ocurre en el protagonistas (y, si ocurre en un secundario, generalmente el cambio es poco notorio), y hay un cambio en el orden de cosas que rodeaban al personaje principal al inicir el cuento. Eso es una regla escrita y de oro en la literatura.
Sí, en algunos cuentos (gran mayoría) los personajes son sencillos y llanos, no tienen mucha profundidad (aunque sí la tienen, y mucho más que estos personajes de telenovela); pero esto ocurre porque no puedes pretender psicoanalizar a un personaje en un cuento breve que no tiene una longitud considerable. El cuento es acción, principalmente, así que no puedes pasartye todo el cuento describiendo la vida de un único personaje. El personaje se describirá a medida que se enfrente al conflicto principal, y se terminará de describir cuando todo se cierre. El cambio en el principal se notará mucho. El que hacía de héroe arrogante ahora aprenderá el valor de la humildad, o cosas por el estilo; el que hacía de malvado será castigado, etc.
En una novela se tiene más tiempo para profundizar sobre los personajes. Hay muchos más conflictos que deben cerrarse al final de la novela. Hay un cambio, un crecimiento para peor o para mejor, pero siempre hay un cambio.
Pero en las telenovelas...
a) Todo es predecible y ya nada te puede sorprender.
b) Los personajes son llanos como si estuvieran en un cuento largo y ancho como un edificio.
c) Los cambios, salvo contadísimas excepciones, son nulos.
Conclusión: Una telenovela es un cuento muy largo, con la salvedad de que se ve por TV y de que hay mil conflictos englobados en otros mil conflictos.
En otras palabras, hay que ver cómo estas personas degradan el noble arte de crear y ser felices haciéndolo. Ofrecen siempre la misma porquería y no tienen la creatividad suficiente para imaginar nuevos conflictos y nuevos chistes. En el episodio un joven artista le pedía a una bella mujer que posara para él (por favor, eso lo he visto en 1887 con Anton Chejov, sean más creativos).
Y así vamos a ir en retroceso, hasta que las telenovelas degraden por completo todo lo que grandes personas se esforzaron por construir.
[Nota: En otros países como España les dicen "culebrones venezolanos", pero no sé porqué. Todos los países de América latina tienden a hacer sus propias producciones. Las brasileras son las que mejor lo hacen (y visto lo visto, no parecen que las otras producciones sean mejores, pero de vez en cuando se superan); Venezuela suele hacer algunas cosas de vez en cuando; México también hace muchas, Chile también las hace, y Colombia las menos. Lamento decir que Argentina también produce telenovelas, aunque me pregunto cómo es capaz de superarse a sí misma con extraordinarias producciones como "Los simuladores" y Hermanos y Detectives", de Damián Sifrón].