miércoles, 28 de julio de 2010

Reflexión mortal... (creo)



... hem... A ver, lo cierto es que no sé cómo definir lo siguiente. Así que si veníais buscando definiciones y conceptos, ya podéis retiraros, porque en esta ocasión ni yo mismo tengo en claro cómo definir esta barbaridad que se me acaba de ocurrir. Supongo que el estar como lámpara de ciego le hace a uno pensar en una infinidad de cosas (y las cosas que uno piensa no siempre tienen lógica, mucho menos son útiles). Cualquiera que quisiera sacar partido a una reflexión brillante por su ridiculez y genial por su paradigma... lo etiquetaría como "microcuento" y a otra cosa mariposa. Pero como soy así de honesto, lo que voy a hacer será dejar lo que he creado en mi mente (como si lo pudiese crear en otro lugar) para que alguien con mayor criterio juzgue en qué categoría de las muchas que hay se puede encuadrar. Si queréis mi humilde opinión, yo diría que es un razonamiento chiflado hecho al borde del aburrimiento extremo (1).

¿Listos? Bueno, listos o no, allí va...


«Cualquier persona que esté mortalmente aburrida tiene que poder decir en voz alta: "Incluso aceptaría una salida con Drácula"».


¿Lo véis? ¿Os habéis ilusionado? Nah, nada de replicar, porque yo os dije desde el principio que iba a ser la cosa más ridícula que hubieráis escuchado en vuestra vida.

Ale, el día que escriba un libro serio de Matemáticas o de Química voy a dedicarme a poner mis reflexiones al pie de las páginas para que las pobres tengan un lugar de importancia en el repertorio aragoniano (cabe destacar que también valdría ponerlas al encabezar los títulos de los capítulos). Con todo, hasta que yo publique un libro de divulgación o de cualquier otra cosa (digo esto porque con las publicaciones de Carlos Jiménez, Belén Franchese y Wanda Nara he terminado de comprobar que cualquiera, también dicho "cualquiese", puede publicar un libro siempre que tenga una historia sensacional o haya alcanzado cierta popularidad al intentar parodiar a Bécker pero mal), tendrá que pasar (creo) mucho tiempo, así que, por el momento, se quedarán aquí, en este humilde saloncito del estudio.

P.S. Sí, la conclusión de la reflexión es que ¡me aburro mortalmente!

P.P.S. (1): Sí, estoy de vacaciones y toda la cosa, pero el problema que tengo es que...
... cómo decirlo. Cuando estoy ocupado en los estudios estoy entretenido; lo que a mí me desagrada es la Espada de Damocles sobre la cabeza que representan los exámenes en fechas como en junio y julio. Ahora bien, cuando me hallo como ahora, sin nada más que hacer que mirarme el ombligo, es cuando comienzo a caer en la apatía, el aburrimiento y el sopor. Soy digno sucesor de esa características de Sherlock, vamos.

P.P.P.S. He notado que cuando hago entradas de longitud corta, siempre agrego postdatas diciendo algo como "¡me encanta hacer entradas de esta longitud!" y siempre termino extendiendo más la entrada (como comprobante léase la entrada en que publico la solución al problema de hace unos meses). Así que en esta ocasión, a pesar de haber añadido tres postdatas, no pienso decir que me gusta hacer entradas de esta longitud, y, por el contrario, diré que nunca más lo haré, a ver si así pueden quedar de esta longitud (hay que ser para contradecirse a sí mismo en la misma oración).

martes, 27 de julio de 2010

Esto tiene nombre: Publicidad nociva y subliminal

Quienes me conozcan bien sabrán que soy asiduo lector de Biblioteca digital Ciudad Seva. Aquellos que me conozcan bien, también, conocerán que soy muy exigente con lo que leo (he allí la crítica más dura de toda la historia hacia el libro de Sheldon), y que, si soy tan exigente con lo que leo, lo soy aún más con lo que pago para leer. Ya lo he dicho en otras ocasiones, pero nunca está de más repetirlo: soy una de las personas más tacañas que os podáis imaginar. Es por esto que, salvo contadísimas excepciones, prefiero los libros electrónicos y los materiales digitales. En principio, por la cuestión monetaria antes aludida; pero en un segundo término... es una cuestión de practicidad aplicada. Si yo compro un libro en papel, tengo que tirarme dos semanas escaneando y digitalizando para poder leérmelo por completo (y qué queréis que os diga, escanear es un perno gigante).
Si bien conozco muchas bibliotecas virtuales, siempre he preferido Ciudad Seva también por una cuestión práctica. En esta biblioteca, a diferencia de muchas otras, no necesitas registrarte, ni descargar ningún pdf, ni hacer nada que esté fuera del alcance de alguien que de tecnologías confunde el mouse con una rata (bueno, ahora ya no los confundo, pero la primera vez que me dijeron "agarremos el ratón" sí lo hice). Uno va, busca los autores que le gustan, muestran los cuentos y obras que tienen de esos autores y se lee lo que le plazca. Luego sale y si te he visto no me acuerdo. ¿Simple, no? Pues sí, es muy sencillo y simple (y esta es uno de los principales motivos por los que no quiero hacer esta crítica).
Hasta aquí todo bien, ¿no? Pues si todo estuviera bien no estaría escribiendo esto.
Esta biblioteca virtual cuenta con un útil servicio de distribución de mail: NotiCuento. Como creo que podéis inferir del nombre de la propuesta, consiste en el envío semanal y gratuito de un cuento clásico a tu casilla de correo electrónico a través de los grupos de distribución de Google. Lo cierto es que la idea me enganchó mucho en su momento. A veces andamos muy apresurados por la vida, nos olvidamos de hacernos un hueco para leer un rato y terminamos pasando sin darnos cuenta de leer en toda la semana. ¿Qué mejor? Un cuento por semana, te llega al mail y puedes acceder a él de forma rápida y fácil.

[Nota: Resumiendo, acepté la propuesta sólo para mantener un hábito lector.]

Las dos primeras semanas que estuve suscripto me enviaron los cuentos... Luego siguieron enviándome los cuentos, pero también comenzaron a enviar otras cosas. Esta biblioteca fue creada en los años noventa, creo recordar, no estoy del todo convencido, por Luis López Nieves, escritor puertorriqueño. Según lo que he leído en la biblioteca, este hombre es uno de los más reconocidos literatos de la hora latinoamericana actual y un revolucionario de la novela histórica en Puerto Rico. Coincidió que, dos semanas más tarde de mi suscripción a NotiCuento, este hombre publicó una nueva novela llamada El silencio de Galileo.
Como no podía ser de otra forma, comenzaron a enviarme mensajes de publicidad del estilo "en x días se publicará la nueva novela de Luis López Nieves". Después ponían récords de venta, comentarios positivos de periódicos, universidades y académicos... En fin, la típica campaña publicitaria para promocionar un libro.
Ante esta situación me dije con calma: "Bueno, es hasta que la fiebre de Galileo se pase, dentro de un mes volverá todo a la normalidad". En efecto, querido público...
... eso lo pensé hacia agosto del año pasado (ahora mismo no recuerdo bien las fechas, pero sí sé que fue por esa época). Recuerdo haber pensado que el argumento de la novela era bastante bueno y se lo debería tener en consideración. El problema es el siguiente: ya han pasado once meses y me siguen llegando mensajes publicitarios en mails aparte... y hace un par de semanas vi que me enviaron publicidad con los mismos cuentos. Este no es el mayor problema, sino que el problema es que ahora también me están enviando publicidad sobre novelas anteriores a El silencio de Galileo. Es decir, estoy convirtiéndome en todo un experto de la bibliografía de Nieves sin yo querer convertirme en un experto.
Analicemos la situación un poco. Yo hice un trato levemente vinculante en el que solicitaba el envío de un cuento clásico por semana (casualmente, elegido también por Luis López Nieves). Como he dicho, el contrato, por denominarlo de alguna forma, es levemente vinculante (esto significa que, si yo lo deseo, puedo cancelar la suscripción y aquí no ha ocurrido nada). El problema es que yo pedí o solicité un cuento clásico por semana, ahora me han metido el cuento clásico por semana... y también me han enganchado los mensajes para hacer publicidad sobre un libro de Luis López Nieves (por cierto, hasta que encontré Ciudad Seva, en mi vida había oído hablar de este literato).
No estoy en contra de la publicidad. Después de todo, el hombre es escritor y necesita vivir de lo que vende, ¿no? Después de todo, si algún día saco algo en una editorial tendré que hacer publicidad para que el libro se venda, ¿no? El problema está en cómo se hace publicidad. Imaginaros que vosotros pedís una pizza a una cadena de comida rápida. De acuerdo, tras media hora tocan el timbre y llega la pizza... pero con la pizza también llega una hamburguesa con papas y un lomito. Tú sólo has pedido la pizza, no has pedido ni la hamburguesa ni el lomito. Lo más cercano que se puede llegar a hacer es que te lleven un volante donde anuncien otras comidas y los precios, lo cual sí resulta útil y es una forma saludable de publicitar. Imaginaros que estáis en un restaurante y que, con lo que vosotros habéis ordenado, os vuelven a traer la carta. Resulta algo verdaderamente fastidioso, por no decir de mala educación.
Es bueno hacer publicidad, el problema radica en centrarse en cómo, dónde y cuándo. Si yo he pedido sólo un cuento clásico por semana, nadie tiene derecho a enviarme a mí un mail con publicidad indeseada (spam) con la nueva novela de Luis López Nieves. Se han aprovechado de que he dejado mi mail en una lista de suscripción a un cuento para añadirme a una lista de distribución de publicidad. No me hubiera molestado si hubieran enviado los correos durante un par de semanas (de hecho, creo recordar que cuando lo leí me dije "mira que interesante, debería leer esta novela"), pero como dice el dicho, "lo poco agrada y lo mucho empalaga".
En teoría la publicidad se hace para que un receptor adquiera determinado producto (recurso apelativo del lenguaje); pero estas personas, con la campaña publicitaria masiva e indeseada, sólo han conseguido que yo tenga menos ganas de las que tenía de leer la novela. En principio, porque no me gusta mucho la novela histórica (salvo en contadas excepciones); en segundo lugar, porque no me interesa la historia de Puerto Rico en particular, y en una tercera instancia... digamos que la novela epistolar que genera Luis López Nieves no me llama la atención, ni en términos literarios de gusto personal ni en términos literarios de estudio (es decir, no me atrae en lo más mínimo). Quizás dentro de unos años pueda llegar a interesarme (más de un modo académico que por motivación de lector) por la obra de Nieves y allí sí iré a comprar alguno de sus libros. Pero ahora El silencio de Galileo, El corazón de Voltaire y Seva me tienen hasta la coronilla. Al principio recuerdo que dije que el argumento me había gustando un poco, pero ahora lo veo como una mala imitación de un argumento volado de Dan Brown (la paternidad del telescopi).
No sé qué es lo que pretenden al aprovechar el hecho de estar suscripto a una lista de envío para hacer llegar publicidad basura a medio planeta. Quizás quieran apelar a la falta de paciencia de las personas. Por ejemplo: "Dios mío, estoy harto de leer todas estas cosas del dichoso libro. Voy y me lo compro y luego llamo diciendo algo como 'tengo el libro, dejadme en paz'". En lugar de apelar al recurso (valga la redundancia) apelativo del lenguaje, pueden apelar al recurso desgastivo (dícese de desgastar a las personas con el sólo hecho de reiterar algo una y otra vez).
¿Entendéis porqué estoy molesto? Lo tomo como una agresión a la libre elección. Yo elegí un cuento por semana en mi correo electrónico, pero yo no elegí que, por estar suscripto a esta lista de distribución, comenzaran a enviarme spam por montones (porque hace un tiempo recibí tres mails en el mismo día). Yo no lo elegí, porque cuando yo di "aceptar" en ningún sitio leí lo de "además del cuento clásico semanal, le enviaremos en un correo adjunto publicidad nociva y subliminal sobre las obras más aclamades de Luis López Nieves".
Lo peor es que no puedo activar un filtro que lo elimine por completo, porque entonces me elimina también los que no son spam... Que encrucijada.
Y llegamos hasta este momento. ¿Qué puedo hacer yo ante esta situación? Si les digo que dejen de enviarme el spam me dirán: "Elimine la suscripción a NotiCuento". Si amenazo con eliminar la suscripción a NotiCuento ellos me dirán: "...". En otras palabras, les importará tres rabanitos con ocho cuartos el que yo deje o siga en la lista de envío. ¿Para qué escribo esto, entonces?
Hem... bueno, supongo que para quejarme, nada más sano. Así que ale, ya sabéis, ahora todos a organizar un ejército de veintisiete soldados conmigo al frente y atacar la fortaleza virtual de Ciudad Seva.

¡A la caaaarga!

lunes, 26 de julio de 2010

Sabiduría



Uno de los grandes problemas de estas humanidad es que la vida es muy sencilla. De hecho esto es una virtud, el problema es que la gente la hace parecer compleja y trata de vivirla en complejidad. Corrijo: El problema de esta vida es querer transformar lo sencillo y simple en algo complejo y dificultoso.

La sabiduría es el saber; el sabio es el que sabe; lo que se sabe es que no se sabe nada.
Para que nadie se entre a confundir, la frase anterior es mía, la acabo de inventar al intentar dar un concepto de lo que se tiene por sabiduría. Intentaré que este post sea, por todos los medios posibles, uno de los más cortos que escriba. Generalmente cuando pensamos en la sabiduría se nos viene a la mente la imagen de Gandalf, o de alguien remotamente parecido a él. En sí, estoy a favor de la representación de la sabiduría como la de un hombre anciano, con una larga barba blanca, callado (silencioso, no el bastón), y sencillo, interesado por los pequeños detalles de la vida.
La sabiduría no tiene edad, señores. La sabiduría es a-temporal y no se rige con la longitud (también dicho "longanismo" o "largor") de una barba. La sabiduría es fruto de la experiencia y de la madurez. Es algo abstracto, así que es posible que me pierda. La experiencia hace reflexionar mucho a una persona, la hace crecer y entender muchas cosas. Cuando se ha alcanzado cierto entendimiento se tiene experiencia. La madurez deviene de la experiencia, pues sólo experimentando se puede madurar. Tendemos a creer que para ser sabios necesitamos ser ancianos, y esto sí es muy equívoco. He visto a niños de seis o siete años con más sabiduría que un hombre de cuarenta. La sabiduría es saber, pero no un saber intelectual, sino un saber vital. El entender no es entender las cosas del modo en que siempre las entendemos.
Entender es trascender. Saber es ver más allá. Ser sabio, por tanto, es tener una mirada que no sólo vea lo que se puede ver con los ojos. Ser sabio es el arte de saber que nada es lo que parece. Ser sabio es el arte de comprender que no sabemos nada. Ser sabio es entender que no hace falta entender. Ser sabio es comprender que la vida es lo más importante, y encontrar la belleza en lo más sencillo.
La sabiduría es entender el amor como expresión de pureza. Sabiduría es entender niñez como expresión de inocencia. Sabiduría es saber hallar alegría y felicidad en lo trivial o sencillo. Sabiduría es saber reconocer el valor de la vida. Sabiduría es reconocer y respetar profundamente todo lo anterior. Sabiduría es entender la vida sin matices complejos ni a través de razonamientos esquematizados. Ser sabio es saber que no sabemos nada, que la vida no puede ser comprendida en parámetros humanos, mundanos.
Sabiduría es poder apreciar con reverencia el universo y todo lo que hay en él, sin tratar de explicarse nada. Sabiduría es paciencia. Sabiduría es fortaleza. Sabiduría es amor. Sabiduría es valor. Sabiduría es ver luz en donde hay tinieblas. Sabiduría es esperanza. Sabiduría es respetar el orden y no romperlo con el único fin de estudiarlo. Sabiduría es buscar tener la inocencia de un niño. Sabiduría es saber que no sabemos nada, porque todo lo que podemos llegar a decir sobre cualquier cosa, es equívoco.
Sabiduría es comprender que en la vida nada es lo que parece ser. Sabiduría es coherencia entre el saber y el vivir, coherencia entre el vivir y el saber. Sabiduría es vivir, no estudiar.
A la sabiduría se llega a través de la vida, de la reflexión y del crecimiento, de la confrontación y de la reflexión. Una experiencia puede hacer sabiduría, y sabio es quien sabe encontrarla. Sabio no es llegar a los ciento cincuenta años y tener barba; sabio es saber que no sabemos absolutamente nada. Sabio es reconocer la sabiduría y la grandeza, la magnanimidad y el valor. Sabio es saberse nada sabio, porque si sabemos que nada sabemos, ¿cómo podemos ser sabios? Sabios es reconocer grandeza en la humildad, sabio es saber que la sabiduría es humildad.
El sabio no nace del estudio, el sabio nace del estudio trascendental, reflexivo, comprometido y crítico de la vida. El sabio no sale de los libros, el sabio sale de salir y ver que la belleza radica en lo simple, que la vida es algo maravilloso. Sabio es el que vive de acuerdo a lo que sabe, y entonces encuentra la felicidad, la paz y el sociego, la alegría, en lo más sencillo de la vida.

sábado, 24 de julio de 2010

Desnuda tu corazón

Lo que sigue a continuación es un pequeño texto que hice ya algún tiempo y que está basado en El caballero de la armadura oxidada, pero referido a encontrar lo que todo escritor en face de prueba necesita para hacer click y entrar en otro nivel. Como creo supondráis correctamente (qué hacéis que no lo habéis supuesto ya), me estoy refiriendo a la voz propia.
Siento que a veces casi nadie logra encontrar su voz propia porque estamos llenos de voces, llenos de estereotipos, llenos de estilos y llenos de cosas que no ayudan en nada a encontrarla. A veces ponemos una armadura de clave a nuestros corazón, porque quizás formamos una imagen mental de lo que queremos escribir, de cómo queremos que se vea, de quién lo leerá y con qué otro autor lo relacionará, y (por supuesto) siempre está metido el hecho de intentar asemejarnos a esa imagen que teníamos nosotros de nosotros mismos. Esto es poner una armadura y una traba enorme al yo escritor, con lo que el corazón, que es el primero que escribe y crea, se ve atosigado y dormido, hasta que después te das cuenta de que no has dejado salir todo lo que había dentro.
Hay tiempos y tiempos para todo en el camino de escribir, o al menos eso creo. Este año estoy siendo autodidacto, como me enseñó a decir un amigo mío, y es mucho más libre, suelto y desestructurado. Creo que era hora de, al carecer de guías o profesores, de comenzar a desmontar ese armatoste que se forma en ocasiones y que fuese el corazón quien dictara cómo debía escribir.
No me mal entiendan, todos los cuentos que he escrito, así como las pocas poesías y todo lo demás que he hecho, estaban y seguirán estando escritos con el corazón, pero siempre he sentido que la forma de escribir algunas cosas, la redacción y todo lo que decía estaba muy sacado de otros autores y de otras personas. Como que estaba muy influenciado por las cosas que leía. Es bueno estarlo, pero también es bueno tener una forma propia que te identifique y te dé un sello personal.
Creo que lo he logrado, porque desde que escribí esto luego escribo con mucha más naturalidad, sin tanto pensamiento y con más soltura y elegancia (sí, suena raro, pero es bastante cierto).
Sin más dilación, considerándose esta oración como más dilación, aquí va el texto.



-Desnuda tu corazón de una vez -oí decir a mi lado-. Ya es hora de dejar de lado la fría máscara que te has puesto sobre él -volví a oír-. Es momento de que te quites esa máscara fría e imperturbable, hecha de vaya a saber qué material duro y frío como la piedra, frágil como la arcilla, impermeable como el barro cocido. Es hora de que desnudes de una vez por todas ese corazón que te has empeñado en ocultar con tanto esmero de todas las miradas humanas. Es hora...
-Pero resulta difícil quitarse la máscara -repuse a la defensiva, buscando una última salida para evitar tener que sacarme el rostro.
-Es que no sólo debes quitarte una máscara -me respondió la voz que sentía a mi lado; pero la voz no estaba a mi lado, sino que venía de un lugar que no alcanzaba a identificar-. Tienes que quitarte todo un disfraz.
-¿Un disfraz? -exclamé.
-Sí, un disfraz de metal, un disfraz muy viejo que hace mucho tienes puesto.
-¿Para qué debería quitarme el disfraz y la máscara? ¿No tengo un buen aspecto con ellos puestos?
-Más apuesto es tu corazón, desnudo y libre de toda prisión, suelto, holgado, sin ninguna costura que lo oprima, lo apriete y lo sofoque. Tu corazón tiene mucho para decir, muchas cosas para contar, una infinidad de sorpresas por develarnos a ti y a nosotros.
-¿A mí?
-Por favor, déjame terminar cuando te hable, porque si no es muy confuso seguir el monólogo que hago para que entiendas. Tu corazón está tan oculto tras esa máscara fría e imperturbable, tan oprimido bajo ese disfraz, que lo sofocas demasiado y el corazón no puede hablar. En principio, el corazón habla siempre con uno mismo en los primeros tiempos, y luego el corazón comenzará a contarnos las cosas que tú quieras decirnos, porque tú y tu corazón comenzarán a ser amigos por fin. Tu verdadero rostro es el verdadero rostro de tu corazón; no lo ocultes, porque yo sé que tienes un corazón hermoso.
-¿Debo escuchar mi corazón? -pregunto asombrado.
-En efecto, debes escuchar muy atenta y diligentemente tu corazón, porque si no lo haces, no sabrás jamás quién eres ni qué quieres. Nunca podrás hablar con libertad sobre lo que quieras hablar, porque tu corazón no estará libre para decir lo que tenga que decir. Nunca encontrarás la forma de decir todo lo que quieres decir, porque tu corazón tiene que limitarse a las costuras que tú mismo has puesto sobre él.
-¿Qué quiere decir eso?
-Que tú y tu corazón están muy separados. La distancia que hay entre él y tú, físicamente hablando, es casi nula, pues el disfraz y la máscara no miden más de unos cuantos milímetros; pero la distancia, espiritualmente hablando, que hay entre él y tú es abismal, insondable. Hace tanto tiempo que no escuchas a tu corazón, que ya ni siquiera sabes qué voz tenía.
-No es posible -digo mientras me tomo las sienes en esa oscuridad que me envuelve-. ¡No recuerdo cuándo fue la última vez que lo escuché!
-No lo recuerdas porque eso fue hace mucho tiempo, hace más tiempo del que eres capaz de imaginar. Cien o doscientos años creo que han pasado. Te pusiste ese traje ridículo que no tiene ninguna utilidad, y te cubriste con ese rostro artificial y feo que no tiene ninguna expresión, y desde entonces no has escuchado a tu corazón, sino que has preferido escuchar a los que había a tu alrededor. Tu imagen, el disfraz y la máscara, la elegiste porque querías agradar a los que hay a tu alrededor, y por eso acallaste a tu corazón, sofocándole e impidiéndole ser él mismo, es decir, ser tú mismo.
-Pero... ¿podré sacarme todo esto que tengo encima?
-Sí, podrás, porque aún estás a tiempo de volver a escuchar tu corazón, y por eso me oyes.
-TE oigo porque has hablado -repliqué.
-Me oyes porque quieres oír. ¿Sabes acaso quién soy yo?
-La verdad es que me lo pregunto desde hace un buen rato -respondo, quedándome un minuto en silencio-, pero no lo he sabido adivinar.
-Yo soy quien jamás dejó de hablarte, o de intentar hablarte, sofocado por tu disfraz y tu máscara.
-¿Tú eres mi...?
-... yo soy tu corazón -corrobora la voz que estaba a mi lado.
-¿Y por qué puedo escucharte ahora?
-Porque has aprendido a hacer preguntas y no a dar respuestas.
-¿Cómo?
-Si tú no lo sabes, mucho menos lo sabré yo; lo cierto es que haces preguntas, y hacer preguntas es signo de querer escuchar, y si quieres escuchar, debes escucharme a mí. Tú ahora puedes escucharme porque has descubierto el valor de las preguntas, o porque era el momento de comenzar a escucharme. Nunca dejé de hablarte, de golpear a tu cerebro, de insistir día y noche para que me oyeras y me respondieras; pero tú has permanecido durante años indiferente a mi pequeña voz, acallada por este sucio y viejo disfraz. En cambio yo soy y seré siempre joven, porque lo de dentro nunca caduca, lo de dentro siempre permanece con un calor vital que va más allá de toda otra vida. El corazón, tu corazón, te está hablando, porque es necesario que dejes a un lado la imagen que has hecho de ti, y que ahora me comiences a escuchar como soy, como de verdad eres tú mismo.
-¿Todo esto es verdad?
-Todo es verdad. Yo siempre seré joven, y siempre te hablaré; por medio de mí conocerás el mundo y te conocerás también a ti. Tú y yo somos amigos, o lo fuimos en un tiempo que hace tiempo olvidé, porque tú lo olvidaste. Pero siempre se puede empezar de nuevo, siempre es momento de recomenzar el camino. Yo soy tu corazón, acallado durante mucho tiempo, pero ahora necesito que volvamos a ser uno. Tu verdadero rostro soy yo, y tu verdadera voz es mi voz. Ahora nosotros dos debemos ser uno solo para lograr unidad y equilibrio, y luego podremos comenzar con el pie derecho, podrás ser libre para hablar, porque sabrás qué has de decir. Ahora quítate esa máscara y ese disfraz. Deja caer los muros que has puesto entre tú y yo, y abrasémonos como dos viejos amigos que vuelven a encontrarse tras mucho tiempo de viaje.
Y así lo hice. Despojé me de toda prenda, de toda ropa y de toda máscara que cubriera mi rostro, y encontré mi corazón en lo más profundo de mi ser. Era cálido, delicado y muy hermoso, pero nunca había tenido tiempo de verlo, y nunca me había dado cuenta de que era mejor quedarme con esa belleza, una belleza propia y particular, que sucumbir a crearme una imagen de belleza artificial que el mundo consideraba necesaria. Pensé en ese momento que muchas otras gentes en el mundo habían hecho lo mismo que yo, y sufrí por ver en el mundo a tanta gente que había olvidado su corazón; lo peor de todo era, no obstante, que su corazón, como el mío, no se había perdido en la calle o en otro lugar, sino que se había extraviado en el fondo de ellos mismos, y que allí es mucho más difícil buscar, porque allí se entra haciendo silencio.
Hay muy poca gente que sepa hacer silencio para escucharse a sí mismas. La gente tiende a decir que se escucha a sí misma, pero en realidad escucha, como hacía yo, la voz de su mente, no la voz de su corazón. Sólo cuando se callan esas voces, sólo entonces comprendemos que nuestro corazón permanece en silencio, y allí entendemos que algo no anda bien. Toqué mi corazón con suavidad, temiendo dañarlo después de tanto tiempo sin haberlo visto, y un calor especial recorrió mi mano, mi brazo hasta llegar a mi pecho.
En un momento el corazón que antes había apreciado tanto y que había tocado por unos instantes había desaparecido. Tuve miedo de haber perdido, sin percatarme de ello, mi corazón otra vez. Desesperado elevé mi voz, pero esta me sonó extraña, distinta, con una musicalidad que antes no tenía.
-¿Dónde estás, corazón?
-En el lugar de donde nunca debía haber salido -me respondió, y la voz no estaba a mi lado, sino dentro de my pecho, en el lugar de mi corazón-. En donde siempre debí haber permanecido, allí estoy ahora.
-Y ahora yo entiendo con el corazón más cosas, y entre ellas, entiendo que hasta ahora no entendía absolutamente nada.
-Ya has comenzado a entender -me dijo mi corazón con gozo y alegría.
-Y me gusta la voz que tengo contigo, ahora me suena más completa y hermosa.
-A mí también me gusta.
Miré los despojos de mi falso rostro y de mi disfraz en el suelo, tirados, enrollados y desechos de cualquier forma. Sufrí al percatarme de que durante años habías llevado yo esos harapos encima.
-No sufras -me dijo mi corazón desde dentro, con una voz tranquila y suave-, porque ahora no vale la pena llorar por lo que no fue; hoy es momento de reír como hace mucho que no ríes. -Mi risa brotó desde dentro, desde mi verdadero corazón, como hacía un centenar de años que no lo hacía-. ¿Lo ves? Ahora ríes con sinceridad y alegría, cuando antes sólo podías reír de cosas sin sentido. Sé que estás triste por haber llevado esos harapos, pero piensa que no es hora de entristecerse, sino de celebrar que ya no los llevas más en tu corazón, que ahora has hallado tu voz, que ahora tu corazón está en el lugar en donde debe estar.

Fin.


Si a alguien le ha servido para volver al inicio de todo, entonces me sentiré contento por haber hecho algo que ayude también a otras personas. Y sí, se puede decir que tomo la idea de El caballero de la armadura oxidada, así que es una especie de interpretación personal del concepto de armadura, referido a la armadura que a veces nos ponemos los escritores en face de prueba.

¡Elen síla lumenn omentielmpo!

jueves, 22 de julio de 2010

El día en que se publicaron tres entradas en el salón del estudio: Reflexines sobre los exámenes




  1. El estudio pormenorizado de la Historia revela una sola cosa: El ser humano es una de las criaturas más tontas que han pisado la faz de la tierra.
  2. Rindiendo Música te das cuenta de que los profesores no tienen en claro el concepto de "incertidumbre".
  3. En la Música no hay ninguna certeza; nadie puede saber de dónde exactamente viene el término "barroco", porque tiene distintos orígenes. Que nadie venga a decirme que ha descubierto cuál es el verdadero y no traiga ninguna prueba de ello que sea más consistente que "es la que más me gusta a mí".
  4. Hombre, le he enseñado a esta amiga voluntaria que me graba los apuntes a leer una partitura, le he explicado todos los signos musicales y ahora es capaz de leerme hasta las armaduras de clave (que no salían en la carpeta de esta alumna). ¿Por qué diantres tengo que rendir esto si ya me lo sé?
  5. En Química. "A ver... ¿Por qué creés vos que machacamos tanto con reactivo limitante y en exceso y el rendimiento teórico y rendimiento real?". "Hombre, ¿qué pregunta es esta? ¡Esto no estaba en el manual!". "Porque si trabajo en un laboratorio necesito tener en cuenta el costo económico de los reactivos para limitarme a usar lo necesario y no desperdiciar cosas muy difíciles de obtener?".
  6. Con relación a lo anterior: He descubierto que el dinero no sólo mueve la Historia, sino que también mueve la Química.


Ahora una serie de diálogos con respecto a la preparación de los exámenes...

Mi profesor de Química y yo en revisión de tabla periódica...

... —¿recordás cómo se denominan los lantánidos y actínidos en la tabla periódica?
—Sí, tierras ráridas.


En Lengua y Literatura...

—... entonces tenemos dos tipos de construcciones: las endocéntricas y las exocéntricas. Las exorreicas...
—... ¿profesora, en qué momento pasamos a Geografía física?


En Matemáticas...

—... ahora bien, suponiendo que he logrado sacar de dónde viene el 1/4 agregada a la función polinómica para obtener la canónica, y si tenés fé en lo que yo te diga...
—... profesora —repongo en un tono de voz cansado que en la grabación suena muy bien—, yo tengo fé en usted, como Palito Ortega, yo creo en el amor...


En Historia...

—Cielos, ¡tengo que estudiar diez casetes de Historia! A ver, qué hay por aquí... Hum... ya empezamos mal, mi querida S... Mirá que no grabarme el programa al principio. Bueno, me lo grabó al final. —Escucho los diez casetes de Historia—. Ala turca, que este año se viene duro el repasadón final... A ver qué dice el programa.

Conclusión: S... me grabó todo el libro, y lo que pedía el programa eran menos de noventa páginas de un libro que tenía trescientas sesenta. Conclusión nº 2: He ampliado mi conocimiento y ya sé para otra vuelta.

En Química, mientras estudiamos molaridad y unidades de concentración químicas...

—... decimos que la molaridad es la relación entre un mol de un compuesto sobre mil mililitros de solución. La molalidad, a diferencia de todas las demás relaciones físicas y químicas, se caracteriza por relacionar cantidad de soluto con cantidad de solvente... Entonces siempre vamos a escribir 0,5M, que se dice "molar", que no viene de muela. Moralidad...
—... y ética es lo que les falta a los políticos...


Entre S... y yo tratando de enseñarle a S... lo suficiente como para que me leyera las partituras que había en la carpeta prestada...

—No puede ser —digo rendido.
—¿Qué pasa, Nico?
—Que por lo que vos me estás diciendo, es imposible que esta chica le haya errado en todas las equivalencias con las figuras rítmicas.
—¿Por qué?
—Porque es lo mismo que decir que esta chica se convirtió en Escolta Nacional de la Bandera sin saber sumar.
Nos sumimos en un profundo silencio para pensar claramente todo. Se me ocurre una idea brillante y miro (por favor, hay que entender ese "miro" en sentido figurado, pero en sí, dirijo mi rostro hacia donde sé que se encuentra la voluntaria), y pregunto.
—Por casualidad... ¿no hay un puntito a la derecha de las figuras rítmicas que me estás leyendo?
—Sí, pero no te lo decía porque creía que era un punto y ya.


A esto siguieron unos cinco minutos de risa histérica por parte de ambos. Luego S... añadió.

—Pará, hay algo que no entiendo: ¿Si vos me estás enseñando a mí esto, por qué tenés que rendir Música?
—¡Hey!... Es cierto. Si yo te enseño esto, por qué tengo que rendir Música?


En Matemática, racionalizando...
—... resolviendo la diferencia de cuadrados nos quedaría 42 - Raís de dos a la dos. ¿Cuánto dá cuatro al cuadrado?
—Ocho...
—Bien, el índice y el exponente de la raíz se suprimen y queda un dos solito... Ocho menos dos es igual a seis, que queda como denomina... ¿Cuatro elevado al cuadrado es ocho?
—Error de cálculo.


En Química...

—¿Qué tal el fin de semana, Nicolás?
—Como el Óxido fosfórico al que se le han añadido tres moléculas de agua. ¿Y el suyo, profesora?
—Igual, pero como nombrar a una cadena saturada de hidrocarbonos acíclicos.


Eso es demostración de ser sutiles a la hora de decir malas palabras para referirse a los fin de semana de perro.

En Química, estudiando reactivo limitante y en exceso...

—Para lograr entender con un ejemplo más cotidiana (y más acorde a esta hora de la mañana) los reactivos limitantes y en exceso, supongamos que tenemos seis fetas de jamón y diez revanadas de pan para hacer sandwiches. Para cada sandwich necesitamos una feta de jamón y dos revanadas de pan. ¿Cuál es el reactivo en exceso?
—La feta de jamón que me como yo cuando nadie me mira, obvviamente.

Esa misma noche, en mi casa, a las tres de la madrugada, me despierto con un hambre atroz y recuerdo el jamón...

—¿Mamá, tenemos jamón?


Estas son las reflexiones, diálogos y conclusiones de este periodo educativo de mi vida que va desde marzo hasta esta mañana, así que si hay alguna laguna... bueno, si hay alguna laguna conformaros con lo que tenéis, que hay material de sobra para reírse aquí un buen rato. ¡Qué hacéis que no os estáis riendo a carcajadas! Voy a tener que contratar a ciertos matones de cierta escritora de este blog para que comience a presionar para que se rían de mis chistes y situaciones cómicas. ¡Quiero escuchar mil carcajadas!

Vamos, la mía es una forma muy particular de estudiar, y me quieren hacer cambiar tanta diversión alegría y risas por ir a una clase fría, con una docente malhumorada y un grado más dispuesto a la joda insana que al aprendizaje formal y didáctico. Vale, como que lo del Ácido ortofosfórico no es demasiado formal, pero sí es sutil.

Como cierto apéndice, añado que este vídeo, este y este me ayudaron a estudiar Lengua (los dos primeros) e Historia (el último).
Es que es increíble, es verdaderamente increíble lo que se puede tomar para reír y lo pedagógico que a veces puede llegar a resultar.

Así, damas y caballeros, damos por cerrado por completo el ciclo de seis primeras materias de quinto año. Soy Sir Nícolas Vásquez de Aragón, desde ARgentina para El salón del Estudio. Muchas gracias.

P.S. Hombre, el último párrafo es una verdadera ida de olla.

El día en que se publicaron tres entradas en el salón del estudio: Tras el retorno más pequeño de la historia...



... me voy de vacaciones. ¡Tengo ganas de gastar bromas!

En realidad hay parte de verdad en lo que digo anteriormente. Después de un intenso periodo de trabajo y estudio, de las tres semanas más desgastantes de mi vida y de los cuatro días más pesadillescos, lo único que quiero hacer es descansar. Como es lógico, preparar entradas formales en el salón requiere tiempo, esfuerzo y concentración. Recopilación de datos, búsqueda de material, puesta a prueba de los ejercicios, pensar y seguir pensando. Ahora mismo mi cerebro me está pidiendo a gritos descansar y relajarme.

El problema es que si me relajo demasiado, luego me resulta complicado volver a arrancar, con lo que considero más prudente no desconectarme por completo del mundo entero, sino comenzar a darle al cerebro material para que trabaje, pero como si fuera un motorcito ronroneando, sin acelerarse. Como ya mencionaba en la primera entrada que escribí, quiero leer y escribir estos días, entre otras cosas.

Tengo nuevas ideas que quiero poner en práctica en el salón del estudio. Tengo unas cosas pendientes por publicar. Tengo la intención de hacer una ampliación. También la de cambiar el rostro del salón del estudio. TEngo ganas de poder sentarme un rato al teclado y escribir sobre cualquier tema: algo que me mantenga ofcupado y requiera cierto pensamiento, pero que no sature por completo ni que desgaste demasiado.

Necesito reponer fuerzas, damas y caballeros. Allá los del hemisferio norte, además, estáis en plenas vacaciones de verano, de seguro padecéis el calor y no dan ganas de sentarse a pensar demasiado. Es por eso que, por segunda vez en el salón del estudio, se abre oficialmente un periodo de vacaciones que duraría tres o cuatro semanas como mucho. A finales de agosto, si mis fcálculos son correctos, deberíamos retornar a las actividades principales del salón, volviendo a las secciones regulares y que requieren mayor grado de preparación.

Iniciamos una etapa Stan by en la que nos dedicamos a reír, a razonar y a divertirnos con cosas sencillas y que nos ayuden a mantenernos despiertos, pero descansando. Desde ahora en más, y salvo que surja un suceso extraordinario que requiera lo contrario (léase caso en la sociedad del misterio, problema de matemáticas verdaderamente interesante), se comenzarán a publicar entradas más centradas en dispersión que en concentración. Quizás traigamos materia reflexiva o datos de interés que nos ayuden a salir del sopor, pero creo que habrá un auge de Escritura aficionado.

Por el momento, baste decir que estamos de vacaciones. Sobre la marcha iremos improvisando, como las mejores vacaciones. Nunca me ha gustado planificar mucho una salida, siempre es mejor estar dispuesto a conocer lo que las vacaciones quieran presentarte.

¡Felices vacaciones, amigos del salón del estudio!


¡Elen síla lumenn omentielmpo!


P.S. ¿Ahora entendéis porqué era necesario hacer dos entradas distintas? Una anuncia el retorno, y otra... anuncia una especie de partida a medias.
P.P.S. Y dí, estamos vestidos de fiesta para celebrar las vacaciones, así que adelante... ¡El salón del estudio tirará el salón por las ventanas!

El día en que se publicaron tres entradas en el salón: El retorno



Damas, caballeros...
... para los que nunca dejaron de esperar con ansiedad la vuelta de la actividad a la salita del saber, o para los que, como Fantasmas y los más allegados, sabían que estaba de exámenes y por eso la actividad por aquí había mermado, os doy la bienvenida. Bueno, en realidad vosotros sois quienes debéis darme la bienvenida a mí, así que no sé qué hacéis que seguís ahí como si yo fuese un fantasma... Ah, claro, es que tenía activado el modo invisible. Vamos, ahora sí, no tenéis excusa, ¿en dónde está mi fiesta de bienvenida?

Hoy mismo, damas y caballeros, he concluido el periodo de exámenes de este cuatrimestre. Quienes me conozcan bien o quienes lean con atención mis comentarios aquí y en otros lares, sabrán que rindo libre todas las materias, así que he rendido seis materias completitas y ahora me quedan nueve por hacer entre diciembre y febrero del año entrante. Pero no quiero centrarme en el futuro, sino que quiero hablar del presente.

En todas las asignaturas me ha ido bastante bien, así que se puede decir que por ese lado estos meses de estudio (y las tres semanas más agotadoras de mi vida) han rendido sus frutos. Además, he aprendido una gran cantidad de cosas nuevas, sé más de lo que sabía antes, pero sólo ahora comienzo a reconocer lo poco que sé, y eso es uno de los primeros pasos para comenzar a saber que el ser humano no sabe absolutamente nada. Como podráis apreciar en la frase anterior, estoy más chalado que cuando me fui, así que podemos decir que el periodo de exámenes nos ha dejado algo aún mejor: ¡estoy para el psiquiátrico!

A diferencia de lo que hice en febrero pasado, cuando terminé cuarto año, no me siento suficientemente inspirado como para hacer un discurso de los míos con respecto a la finalización de un periodo de crisis personal tan desgastante como estos... Mi amigo Fantasmas, quien según he leído en unos comentarios de por ahí se ha ido a vacacionar y tuvo la suerte de terminar los exámenes hace casi un mes, podrá corroborar lo que les digo. Vamos, todo el que haya atravesado por los exámenes podrá corroborarlo.

Ahora mismo me siento como Bilbo. Si retrocedemos a ese magnnífico primer capítulo de El Señor de los Anillos en el que Bilbo se remonta a cincuenta años atrás, recordaremos que en un punto de su discurso dice: "En ese tiempo sólo pude decir 'mucha gracia', pues estaba muy acatarrado. Ahora os digo más correctamente"... Y bueno, la cita continúa, pero quiero hacer centro en esto último. Como Bilbo en ese regreso triunfal de su viaje por todo Eriador de la Tierra Media, yo me siento demasiado cansado como para hacer un gran discurso en el que ponga en la mesa todas las cosas que debería poner. En realidad es que siento que no hay nada que decir por el momento. Esas cosas (el saber qué hay que decir y cuándo hay que decirlas) son espontáneas, nacen de la nada y si buscan ser inducidas, entonces son falsas y terminan por vaciarse de todo lo que podrían traer.

Sí diré un par de cosas.

No hay mejor cosa que descansar sanamente tras haber hecho un gran esfuerzo en el trabajo. Ese descanso, el que otorga el saber que las cosas se han concretado como debían concretarse, y los cierres se han cerrado como debían cerrarse, es el mejor de los descansos y reposos. Por supuesto, aparte de ese alivio de haber hecho todo bien, desearía echarme en la cama un rato.

El firefox se ha ensañado conmigo, damas y caballeros. Al parecer cuando lo abro...
... hem... vale, el problema es que ni siquiera sé qué es lo que ocurre cuando lo abro, ¿entendéis la dificultad de exponeros mi problema? Sí, sé que se está tildando, pero no sé porqué se tilda. Probaré a pasarle el antivirus y a corregir todos los errores de registro que encuentre en el camino, a ver qué ocurre.
Por el momento, sabed que estoy escribiendo desde el IE, que puedo hacer entradas y he encontrado un método para comentar en las mismas. Me pondré a trabajar ahora mismo.

Mi cerebro es una cosa tonta. Cuando estoy ocupado con cosas realmente importante me vienen ideas geniales a la cabeza (estas ideas están escritas, como es lógico, pero a mí me gusta desarrollarlas en caliente), así que ahora quiero tirarme mis tres semanitas de vacaciones escribiendo y poniendo al día un montón de cosas. Tengo ideas para un par de composiciones nuevas (ya estoy pensando en un primer concierto para piano y orquesta). Tengo un par de aventuras de Adan Evans y unos cuentos en homenaje a Borges. Tengo proyectos inconclusos y promesas sin terminar que debo adelantar lo máximo posible. Tengo un par de ideas para unas novelas, aunque dudo mucho el poder realizarlas correctamente. Esperemos a ver qué ocurre también en estos ámbitos.

Fuera de eso, no hay muchas actividades pendientes por hacer en lo que me queda de vacaciones. Por cierto, ¿os habéis percatado de que estoy desfazado? Las vacaciones de julio (recesos de invierno en el hemisferio sur) las tomo en agosto, y las vacaciones de enero y febrero las hago entre febrero y marzo. Eso sí, desearía una vez tener todo normal, a ver si puedo establecer contacto con algún terrícola.

El futuro del salón del estudio... me temo que...
... ¡a que os habéis espantado! El futuro inmediato del salón, como creo conveniente, será tratado en una entrada publicada a la par que esta, pero al ser algo referido al salón exclusivamente la pongo en otra entrada para dejar bien claras las cosas. Después del retorno creo que vendrá una época bastante tranquilita por aquí, pero tendremos, espero, un auge de publicación.

Para cerrar esta entrada (que tenía como principal objetivo hablar del retorno y tocar algunos puntos por encima) creo conveniente añadir una reflexión general. Amo la libertad. Amo el alivio. Amo vivir en paz. Es que la libertad no se compara con nada, es algo indescriptible y magnífico. Ahora entiendo a todos los pueblos oprimidos que han luchado siempre por la independencia y la libertad.
Tabmién podría decir que amo las sábanas y dormir en una camita, pero eso no quedaría muy poético, ¿no?

Como hace mucho que no nos vemos, y como han ocurrido muchas cosas desde entonces, aprovecho para:
a- Felicitar el Día de la Independencia de mi querido país. Resumiré en una sola frase lo que podría hacer en una entrada sobre lo que hizo Cristina Kirchner: Es una vergüenza que la Presidente de la Nación Argentina no haya ido al Te Deum del nueve de julio.
b- ¡Me puse muy contento cuando Argentina perdió ante Alemania! Vamos, ni me molesté en ver el partido, pero cuando me enteré, comencé a hacer sonar el himno de la UE y el de Alemania. Me sentí tan feliz cuando comprendí que el mundo por aquí volvería a la normalidad. Vamos, sí, soy argentino, pero en primer lugar, a mí me trae al fresco lo que hagan once personas y una pelota de cuero (y no me importa en lo más mínimo que lleven o no los colores de la Bandera), y en segundo lugar... ¿por qué diantres habría de sentirme identificado con los once antes mencionados? Además confieso que me parece una vergüenza que se reconozca a Diego Maradona como argentino y que este país busque ser reconocido por él, teniendo a figuras de la talla de Favaloro, Borges, Cortázar, Lubones, Daniel Barenboint, Marta Argerovich, García Ferré, entre muchos otros que me dejo en el tintero. Lo dicho, es una vergüenza.
c- ¡Felicitaciones por haber ganado la Copa del Mundo, España! A pesar de que no me guste el fútnol, de que pase de él con mucho gusto y de que no entienda una j, me encanta España (vamos, que mi sangre es andaluza y siempre tendré una imagen preciosa de la lejana madre patria). Se podría decir que quería que ganara España antes que Argentina, así que se puede considerar que soy un caso singular del patriotismo XD

En la entrada siguiente hablaremos del destino próximo del salón del estudio.

¡Elen síla lumenn omentielmpo!

¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!


P.S. Eso sí, tengo que ver la forma de encontrar las temporadas que me faltan por ver de Lost, así que sí se añade una cosa más en estas vacaciones.