viernes, 7 de octubre de 2011

El escaparate.



Clara odiaba ver la vida tras el cristal. Llevaba más tiempo en ese escaparate del que podía recordar. ¡Y lo odiaba!. Había visto pasar las estaciones, el sol, la lluvia y las primeras nieves; y aquellas caritas sonrientes y excitadas pegadas al cristal... ¡¡¡Quería salir de allí!!!. Quería saber que había más allá del bulevar. Quería que alguna de aquellas caritas la eligiera a ella... Pero no, siempre eran las otras muñecas. Aquellas que eran todo encajes y sedas, y tirabuzones de negro pelo. Preciosas y estúpidas. Recordó a Madeleine, su última compañera en aquel escaparate. Recordó con una punzada de envidia su vestido blanco de organdí, sus zapatitos negros de charol y sus rizos negros. ¡Lo orgullosa que se sentía de su pelo!. Decía que era natural, y seguro que tenía razón. Siempre estaba sonriendo y coqueteando con los soldaditos del regimiento de lanceros del otro lado del escaparate. Ya hacía tiempo que se había marchado. También los lanceros, todos orgullosos, marchaban cantando felices, dispuestos a la lucha y a hacer felices a unos gemelos con cara de traviesos que sonreían de felicidad. Madame Sophie la cuidaba primorosamente, le quitaba el polvo todas las mañanas con un plumerito que le hacía cosquillas en la nariz y la hacía estornudar. También le arreglaba su vestidito de algodón floreado y le peinaba su pelo rojizo. Ella lo odiaba, pero Madame Sophie le decía que le quedaba muy bien. Que hacía juego con sus ojos verdes y sus mejillas cuajadas de pecas. También le decía que algún día entraría por la puerta una niña que reconocería su auténtico valor y que ese día ella sentiría mucho despedirse de su pequeña Clara. Pero eso nunca llegaba y Clara se sentía muy infeliz. Y por las noches era peor. Cuando se cerraba la tienda y Madame Sophie cerraba los porticones del escaparate, todos los juguetes cobraban vida. Y ella se sentía muy sola desde que Madeleine se había marchado. Vale que era una tonta, presumida y coqueta, pero era lo más parecido a una amiga que había tenido. Y la echaba de menos. También a los lanceros... Ahora aquello estaba muy tranquilo. Sólo quedaban un oso de peluche enorme y muy reservado, una bailarina dentro de una cajita de música, y casi nunca salía de su caja; un mono de hojalata que cuando se le daba cuerda tocaba un tambor, pero que no era demasiado locuaz. Perdida en estas cavilaciones no reparó en que algo se acercaba a ella. Escuchó un taconazo, un saludo marcial y frente a ella esta un joven y apuesto dragón con su uniforme de gala impecable y sus botas tan lustradas que parecían de espejo. Y la estaba saludando a ella. Clara no podía dar crédito a lo que veían sus ojos. El joven se presentó, hacía gala de una educación exquisita. Le explicó que su regimiento acababa de llegar, que se sentía algo perdido y que le había llamado la atención la tristeza y melancolía de sus bellos ojos. Clara se ruborizó como nunca antes lo había hecho, y una sonrisa se dibujó en su carita de porcelana. Aceptó cuando el joven la invitó a dar un paseo a la luz del rayo de luna que se filtraba a través de una rendija del porticón. La muñeca se sentía como en un sueño. El joven le había ofrecido su brazo, como todo un caballero, y ella creía que no podría ser más feliz. Al pasar junto a la caja de música, esta se abrió y de fondo sonó un vals. El joven soldado se paró y cogiéndola de la cintura, empezaron a bailar a la luz de la luna. Bailaron toda la noche. Clara se sentía etérea, flotando entre los brazos del dragón. Casi estaba amaneciendo cuando el joven la besó. Y los primeros rayos de sol los sorprendieron uno junto a otro, con las manos unidas. Aquel fue su último día en el escaparate. Cuando Madame Sophie llegó a la juguetería y vio sus manos unidas supo que sería una crueldad separarlos. Los retiró del escaparate y los situó en la trastienda, en una casita de muñecas que su padre le había construido cuando era una niña. Juntos y felices para siempre.

4 comentarios:

Nicolás dijo...

Qué podemos decir... ¿Qué poemos decir?

¿Más de lo que ya te he dicho en privado? Vamos, creo que ya está todo dicho. Es uno de los cuentos más tiernos que has escrito nunca, distinto al cuento romántico par excellence, y eso es lo que me hace adorarlo y verlo encantador. A que ese final es... distinto y especial, se sale del cannon, y te deja la sensación de que todo está bien. Es el legendario "Y todo estaba bien"... A veces viene bien sentir que no hay problemas de por medio, ni conflictos ni disturbios, sólo esa reconfortante sensación de que todo está en su sitio, de que ahora sólo hay calma...

Y bueno, ¿te ha picado la mosca FF o qué? xDDD

Anónimo dijo...

¿qué dirías si te dijera que nada es lo que parece?
No te adelanto más, pero te dejo con una incógnita para que la resuelvas. No has encontrado algún elemento conocido, que ha salido en algún cuento mío, y que te haya llamado la atención???

Y no, tranquilo... no me ha picado el virus de los FF... pero recuerdo que Boniatus me dijo que mis relatos eran algo tétricos últimamente... Y tu sabes cuanto valoro al viejo Profesor...

Te adelanto que me apetece mucho escribir algo del tipo de escritores como Bradbury o King... Y hasta ahí puedo escribir...

Por cierto, como estás estudiando duro y yo tengo unos días de vacaciones, ¿te importa que vaya publicando entradas con alguna periodicidad?

Nicolás dijo...

Dios mío, años planteándote esa clase de guiños y enigmas y ahora me toca a mí xD

Veamos... sí. La cajita musical con la muñeca, recuerdo un cuento de principios de agosto o así... No el título (siempre he sido malo para los títulos), pero era el de la niña que veía día tras día la bailarina en su cajita musical y al final... (no lo voy a decir, por si le estropeo el cuento a alguien)... pero al final (...). ¿Es ese?

No sé si tétricos, pero si más tendientes a lo melancólico. Lo más triste que escribiste hasta el momento, lo más negro que recuerdo fue el último de la trilogía neoyorkina. Creo que eso fue el verano pasado (tengo un lío con las fechas, debo actualizar mi cuaderno de hechos).

Y faltaría más, Jengibre. ¡Esto no es opcional! ¡¡AQUÍ TIENES QUE QUEDARTE TRABAJANDO!!...
... Sabes que todo bien. Últimamente no he tenido muchas ideas para entradas nuevas (y las últimas se habían vuelto un poco serias en ocasiones). Así que sí, esta es tu casa, puedes escribir lo que quieras. Y para eso no hace falta pedir permiso xD

Anónimo dijo...

Sí, lo has adivinado... La cajita de música...
Eres bueno, muy bueno encontrando los enigmas...

Intentaré publicar algunas cosillas...