miércoles, 9 de junio de 2010

Hipocrecía política II: Cuando la lógica alcanzó su máximo apogeo

(tan hipócritas que en cualquier momento se roban la h)



Os soy sincero. Lo cierto es que no quería llegar hasta este punto. Pero visto lo visto, me temo que tendré que salir en defensa de un arte supremo (la lógica); ay, el mundo de la política, ¿qué sería sin mi?

Os vuelvo a ser sincero. Este tema me tiene hasta la coronilla (por no emplear una expresión mucho más... descriptiva de los hechos concretos). Anotación: La susodicha expresión tiene que ver con la generación de células gametas en base a la mitosis de las células zomáticas.

Os soy sincero (algo que falta mucho en estos días) por tercera vez. No quería hablar de este tema. De hecho, no quiero tocar este tema, porque la gracia de tocarlo ya lo han hecho muchos antes que yo. Visto está que el mundo de la polític me estaba esperando para que yo, un increíble crítico, hable sobre este tan confuso tema.

A ver, creo que esto ya lo he comentado por aquí o en otros blogs. Se trata de la Ley de Medios Kichner, que fue aprobada, según recuerdo, en septiembre pasado. Creo, también por vagos recuerdos en los que yo era raptado por décimo quinta vez por los extraterrestres del planeta azul marino, que me comencé a leer el pdf que incluía los doscientos cincuenta artículo de la ley. También recuerdo, y esto está mucho más claro en mi mente, que lo abandoné por considerarlo una pérdida completa de tiempo. Yo no soy capaz de encontrar la belleza en estudiar una ley punto por punto. Tampoco soy capaz de seguir esa redacción fría y lineal. No, nunca me traigan a leer algo que no tenga subordinación. Quizás sea por esto que no soy capaz de encontrar el chiste en dedicarse durante toda la vida, como los periodistas que trabajan en este medio, a hablar sobre los movimientos políticos "más recientes" de los partidos.

Si tuviera el ingenio de LesLuthiers, estoy seguro de que podría componer una canción en la que expresara en pocas y divertidas palabras algo tan extraordinariamente salido de órbita. En serio, os recomiendo ver este vídeo en el que los Luthiers hacen una divertidísima compilación del manifiesto comunista de Carl Marx (de paso, sirve para estudiar Historia de una forma menos comprometida, seria y estructurada que en el manual) Pero como no tengo el ingenio de los Luthiers, me queda exponerlo todo como estoy acostumbrado yo.

La nueva ley de medios establece, a grandos rasgos, que ya no se podrán constituir monopolios de información. El mundo actual se rige, y esto no lo voy a negar, porque sería de pelmazo hacerlo, por la capitalización de medios masivos de comunicación. Así, pequeños grupos económicos adquieren diversos medios masivos (radios, televisoras, periódicos y demás), y pueden emitir sus opiniones por muchos medios al mismo tiempo. Esto genera, subconciente y colectivamente hablando, una idea insensible de que lo que nos cuentan es la realidad. Es así como, al ver la misma información en distintos medios, la gente termina diciéndose: "Bueno, es que tiene que ser así". Aquí nos olvidamos de un punto escencial de la idea de medios masivos de comunicación: los medios no muestran realidad, sólo transmiten cierta parte de la misma. Basta un enfoque de cámara distinto, una palabra con otro tono, una pequeña sutileza en los encuadros y los ángulos, y la noticia cambia por completo. La realidad no es vista como una ventana a través de la televisión, o a través de la radio o de los periódicos. Olvidamos que siempre hay cierta selección de la información transmitida, de las formas en que se transmite...

En suma, la ley de medios propone la eliminación de estos grupos monopólicos y la estatización de los medios masivos de comunicación.

Como ya dejé sentado en la entrada anterior con respecto a la política, aquí yo no creo en nada ni en nadie. Para mí da lo mismo criticar a los zurdos de los iestros, y no hay diferencia. Mi clasificación se basa en "políticos" y "no-políticos". Aunque ojo, los "no-políticos" también suelen llevarse una buena parte de mis garrotazos. Cuento con la ventaja de no sentirme ni remotamente identificado con ninguna de las facciones políticas, con lo que mis críticas (además de ser ácidas y sarcásticas) cuentan con la suficiente objetividad como para que todos reciban porrazo y que nadie se ande peleando. Estos criterios siguen manteniéndose en esta entrada.

Os seré sincero y franco por cuarta vez. Me embola, hablando mal y pronto, que haya gente que dedique su tiempo (aquí me incluyo yo también, no se crean que quedo excento), dedicándose a hablar de semejante burrada y con semejantes argumentos. Es que la ley de medios es, ni más ni menos, un chiste ridículo y gastado. Y es que los argumentos que sustentan todos los debates y discusiones sobre la susodicha son, así mismo, un chiste ridículo.

[Nota: Hay diferencia entre lo ridículo y lo gracioso].

Uno podría pensar en que esto traería grandes beneficios y que disolvería por fin el llamado "Grupo Clarín", con lo que los medios serían una herramienta más fiable a la hora de informarse. No estaríamos sujetos a una única perspectiva y todos comeríamos rosas...
... ya, seguid soñando. Radica el problema, queridos amigos, en que estamos yendo de Guatemala a Guatepeor. Sucede, queridos amigos, que al final vamos a tener el mismo control sobre los mismos medios pero con una filosofía distinta. "Todos amamos a Cristina Kichner y es una gran amiga de la nación". "Cristinita es la única que ha hecho las cosas bien y se digna a decir la verdad". "Cristinita ha sacado el país adelante y lucha para que tengamos la verdad y que sepamos que el país está mejor de lo que nos quieren hacer creer". "Esa" filosofía. No me jodan. Ahora no vamos a tener al Grupo Clarín —por cierto, ¿sabíais que el Grupo Clarín le pega veinte palos al día al kichnerismo?— sino que ahora vamos a tener a la Kichner vigilando todo lo que vemos, leemos u oímos. Todos los medios serán estatales. El Estado... bueno, no sé, como que el Estado también está regido por la presidente Fernández de Kichner, así que ella también va a censurar y seleccionar información. Según la doctrina de la doctora Fernández: "El Estado soy Yo". Después saldremos a cantar las bondades de Cristina Fernández y quizás modifiquemos el himno para que podamos alabarla. Vamos, que el Grupo Clarín va a ser sustituido por otras personas, pero estas, en lugar de tirarle toda la porquería a Kichner, comenzará a tirarle flores.

Es un chiste por esto, precisamente. Estoy convencido en un cien por ciento de que, si el Grupo Clarín estuviera todo el día diciendo "salve Kichner", la Cristina deja que pase todo sin ningún drama. Ella está haciendo esto para mantener en estatura su nombre. Es un mero capricho idiota que acotará la libertad de expresión. Porque tío, ¿qué es eso de medios privados? No, ahora todo es del Estado.

Todos sabemos esto, no hace falta ser un Felipe Piña para averiguarlo por nosotros mismos. La ley se aprobó en septiembre del año pasado, y dentro de poco entrará en vigencia. Ya no hay nada que hacer. Es un capricho de Kichner para hacer quedar bien su imagen. Porque a ella le importan tres rabanitos la libertad de expresión o que el pueblo ("su" pueblo) tenga acceso libre a la información. A ella lo que le importa es mantener su imagen y que todo el mundo diga: "¡El país es grande gracias a Cristina y al ex-presidente, su esposo!".

¿Por qué hablo de esto?

Recordáis que había mencionado un programa televisivo en el que aparecía Felipe Piña y otros intelectuales? Bueno, ese programa se llama "678", y allí aparecieron esta noche algunas declaraciones interesantísimas. Kichner hablaba sobre la eficacia de una vacuna para hacer felices a los periodistas que hablan de Argentina como si se estuviera cayendo a pedazos. Luego salía un vídeo en el que una mujer, de un modo muy fervoroso, declamaba a gran voz que ella estaba a favor de la ley de medios.


  1. Cristina Fernández de Kichner está nnegando la realidad. Argentina se cae a pedazos día tras día, y gran parte de la culpa es de ella. Estamos hasta la coronilla. La estabilidad económica del país puede alterarse con un plumero. No percatarse de esta situación (o no hacerla pública, porque yo no me trago que esta señora sea tan tonta como para no darse cuenta de la verdad) es una actitud inmadura y propia de un chiquillo de tres años. Más aún, el no percatarse del grave peligro que supone ocultar la verdadera situación del país constituye una actitud de soberana y monumental tontería.
  2. La ley de medios es inexcusable en ningún punto. La intención de Fernández no es la de defender al pueblo, sino la de hacer que el pueblo vea lo maravillosa que ella es. No quiere ir en contra de los grupos de medios, sino en contra del Grupo Clarín en particular. No quiere libertad de expresión, quiere ser ella quien dirija el pensamiento de las masas. No quiere crear libertad, quiere embaucar a todo el país regalando fútbol gratis todos los sábados y domingos. En efecto, señores, porque una de las estrategias de Kichner es transmitir los partidos de fútbol por televisión abierta. Según ella, esta es una forma de aumentar la accecibilidad a la gente. Según la lógica, es una forma de llamar a las masas (porque convengamos, a pesar de que a un servidor le parezca aborrecible, el fútbol es tan argentino como el mate).
  3. 678 es un programa de televisión común y corriente. Sí, no discuto que se ponga sobre la mesa las dos campanas. Pero la campana que va en contra de ellos es rápidamente acallada por medio de argumentos infantiles y cargados de rencores personales y frustraciones propias. Son críticas desde lo subjetivo y lo incoherente. El programa podría tener cierto valor si se intentara hacer una autocrítica juiciosa y razonable, un algo en el que cambiar o mejorar. Pero por lo visto, Cristina y el partido es perfecta.
  4. En definitiva, la nueva ley de medios se resume en intercambiar un grupo de capitalistas que hablan mal de Kichner por un grupo de neocomunistas que hablan bien de ella.


      Hay ghente que sale en defensa de estas cosas, y su ofensiva es bastante ridícula, por cierto. Los medios de comunicación no pretenden estar limpios, pretenden empaparse de una filosofía kichnerista y oficialista para establecer un régimen autoritario en el que "o piensas como yo o te puedes ir despidiendo del mundo de los vivos".

      No voy a conseguir nada (salvo desvelarme un poco) y mi opinión no tendrá mucho peso ni repercusión, pero veamos qué ocurre. Si dentro de unas horas se comienza a desmoronar la democracia port mi culpa, me voy a Inglaterra y me compro el título de Sir.

      Vamos a quedarnos en la misma situación, aunque todo va a ser al revés. Esperemos que nadie decida votar a esta mujer ni a su marido para las próximas elecciones nacionales. Como dijimos, sólo queda el derecho al pataleo.

      [Nota2: Estoy a punto de entrar en exámenes, con lo que esa es la principal causa por la que el blog ha mermado su ya poca actividad.]

      [Nota3: En serio, escuchad ese vídeo de LesLuthiers. No sólo hacen uso de un recurso muy bueno a nivel técnico y bocal, sino que hay partes muy buenas. Por ejemplo:

      María, te amo.
      Ya no habrá más amos.
      María, eres mía.
      No habrá propiedad privada.
      María, eres distinta.
      Todos somos iguales.


      [Nota4: ¡Y que viva el derecho al pataleo! Y en serio, espero que esta sea la última entrada sobre política].

2 comentarios:

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

¡Cuidado, políticos argentinos! ¡Aquí está Nicolás, en un nuevo embate a favor de la libertad de todos! xDD

Hablando ya en serio, es un buen análisis. Yo parto de la idea de que el poder tiende por sí mismo, si no se lucha contra ello, a aumentar. Y si aumenta el poder, disminuye la libertad. Por eso hay que desconfiar siempre del poder, y tener mucho cuidado con este tipo de acontecimientos, en los que el poder absorbe más y más competencias en detrimento de la sociedad civil.

Y ya hablando en concreto de este caso, pues es eso mismo que dices: que haya esos grupos enormes de comunicación no es bueno, pero es peor que haya un solo grupo, y que esté en manos del gobierno. Es como el problema de Italia y Berlusconi, que el presidente es también el propietario de un gigantesco grupo de telecomunicación, con lo que controla enormemente los medios. Y eso es muy, muy peligroso.

Desde luego, esa ley de medios no es en absoluto solución para el problema que se plantea.

Y eso es todo. Mucha suerte en los exámenes.

Nicolás dijo...

Me gusta el círculo que haces con el poder y la libertad. En efecto, mientras más facultades extraordinarias se agrupen en manos de una persona (lo hemos visto con Juan Manuel de Rosas en la década de 1820), más se reducen las libertadesl colectivas e individuales. El círculo que planteo aquí, muy implíncitamente, podría definirse en que la información es poder. Mientras más poder tengan, más información podrán dominar; y mientras más información puedan dominar, más poder tendrán sobre la opinión de las masas.

No conocía el caso de Italia y el presidente, pero sí, es exactamente una situación muy similar. Recuerdo ahora que Chávbez cerró una cadena televisiva, alegando que no pagaban los impuestos, pero teniendo como principal motivo el de cuidar su imagen, porque la susodicha cadena de televisión todos los días le tiraba una buena dosis de bronca.

Y refuerzo algo que tú has dicho en el comentario. Toda dominación de medios masivos en manos de pocas personas, sea como fuere, es muy, muy peligroso. Estamos sujetos a más peligros de los que somos concientes. Sin ir más lejos, el otro día en el mismo programa que mencionó se comenzó a hablar de la eficacia de la censura de webblogs para impedir que cualquier persona (un anónimo) difamara y calumniara a los políticos. En sí, es demasiado tonto como para que me ponga a explicarlo, pero ¿adónde está la libertad de expresión cuando los políticos comienzan a creer que, sólo por el hecho de ser políticos, tienen una facultad y/o capacidad extraordinaria para evitar las críticas? Tengo miedo.

Mucha suerte a ti también, Fantasmas. Que los míos son a finales o a mediados de julio, los tuyos son este mes... ¡Ánimo!

¡Elen síla lumenn omentielmpo!

P.S. ¡Temblad! ¡Temblad!