viernes, 31 de diciembre de 2010

Se acabó el año



INTRODUCCIÓN

Vamos con la entrada obligada de fin de año, así que sentaos todos para oír el discurso y luego salid a celebrar haciendo todo lo que se os ocurra. Pero ahora prestad atención a este chiflado que tiene una bomba de dinamita atada al torzo y que estallará exactamente a las doce de la medianoche. ¿Listos para la entrada obligatoria de fin de año?


Otro año... voló. Parece increíble que el año haya pasado tan rápidamente, pero lo cierto es que otro año se ha ido volaaaandoooo... El otro día hablaba con una amiga, me dijo que ella aún no caía en la cuenta de que faltaba un día para Navidad. Al menos en mi caso, puedo decir que el año se me pasó volando hasta agosto, y desde entonces ha discurrido como jarabe para la tos o mayonesa, es decir, muy lentamente. Sin embargo, desde el inicio de la temporada decembrina (desde el primero de diciembre, para hacerla más simple), he notado que de verdad el año ha seguido un ritmo vertiginoso. Y digo yo...

... A pesar de que el año haya volado tanto, creo que no nos ha dejado indistintos. De una forma u otra, aún siendo un hermitaño cascarrabias como un servidor, el año tiene que haberos, tiene que habernos, afectado un poco en algún aspecto de nuestras vidas. El tiempo parece ridículo al verlo contenido en los calendarios y en los minuteros. Quizás es que no poseamos el tiempo, sino sólo una forma de cuantizarlo, de hacerlo más ordenado. Nuestra sociedad ve cómo el tiempo se escapa, cómo corre la vida ante nuestros ojos sin que podamos hacer nada por detenerla. Es simple. Si no nos apresuramos, el tren pasará sin que nos demos cuenta, y ya habrá sido demasiado tarde... o quizá no del todo. Quizás dentro de media hora, o quince minutos, o un mes, pase otro tren que nos deje en donde no nos habíamos pensado. Creo que si bien los trenes corren, nunca es una última oportunidad. Creo que siempre esperamos aquel tren que no nos imaginábamos esperar. Creo que tomamos el tren indicado, en el momento indicado, que nada es casual.

Quiero hablar del tiempo. Listo, ya lo he hecho. Es algo que, por lo menos a mí, me parece bastante subrealista, pero que quizás otras personas entiendan más. De qué sustancia está hecho el tiempo, o quién lo marca, o de dónde nace. ¿No será el tiempo una fantasía del mundo? Me imagino el alquimista, de Pablo Cohelo, y pienso en el desierto, lugar en donde el tiempo y la tierra se funden... Es muy extraño, la verdad.

Quizás el tiempo sea un latido. Un latido no de relojes, sino de vida. El tiempo nace en la vida de una planta, en nuestra propia vida. El tiempo se esconde en los calendarios, quizás aprisionados torpemente por una civilización torpe. Creo que es una especie de respirar de la GAYA, una forma de pulso implícito de la vida. Creo que hay sabidurías más grandes que la del hombre.

En fin. Volvamos al tema. Creo que todos hemos marcado en algún calendario las fechas importantes, los compromisos, los cumpleaños de seres queridos, los días que quedaban para un examen importante... Y ahora vemos el calendario y nos parece algo que no es del todo real. Resulta gracioso pensar que el tiempo ha quedado contenido en ese pedazo de papel marcado y con bellas estampas de paisajes naturales (o de cualquier otra cosa, que hay gustos para todo).

Cuesta creer que el año se haya ido tan rápidamente. Pero como os decía, no creo que se haya ido tan rápido como para dejarnos indiferentes. Muchas cosas han sucedido este año. Y no, no las nombraré en estilo "balance del año". No me gusta hacer balances. En este año hemos reído, hemos llorado, hemos amado, hemos cambiado. Hemos asistido a nuevos hechos que cambiaban de alguna forma u otra nuestras vidas (trabajos, responsabilidades, mudanzas, reencuentros, pérdidas, entre muchas otras). Y no creo que seamos tan cerrados como para no vernos cambiar con esto.

Ha pasado un año, y se puede decir que hemos ganado un año de experiencia, un año de sabiduría. A veces la experiencia no es buena, porque nos hace ser un poco menos piadosos y mucho más rencorosos, o más desconfiados y menos alegres. Pero hay una experiencia que plenifica y gratifica.

Un cocinero quiso enseñarle esto a su hija de doce años. La llevó a la cocina y comenzó a sacar sus utensillos y algunos alimentos. Granos de café, algunas zanahorias y un par de huevos de gallina. Puso agua en tres ollas, y las dejó hervir durante algunos minutos. Entonces puso las zanahorias en una de las ollas. Luego puso los granos de café. Y al final puso los huevos de gallina. Siguió esperando unos momentos, y después apagó las hornallas y comenzó a sacar el producto de la cocción. Comenzó a hablar a su hija.
—¿Qué es lo que he cocinado? —le preguntó.
—Huevos, granos de café y zanahorias —contestó la hija.
—Mira cómo eran las zanahorias —dijo el padre—. Parecían duras por dentro, pero después de que las herví se volvieron blandas y poco resistentes. Y mira cómo eran los huevos. Antes de hervirlos, los huevos eran blandos por dentro, y después de que los herví, se convirtieron en un interior duro, aunque por fuera siguieran pareciendo los mismos de antaño. Pero quiero que mires los granos de café. Los granos de café cedieron ante el agua, pero no se dejaron abatir, sino que cedieron todo lo bueno que había en ellos, y mira lo que ocurrió. Ante el hervor, el grano de café transformó el agua en café, en algo hermoso.
—¿Y qué significa todo esto? —preguntó la niña, cada vez más convencida de que su padre estaba perdiendo el juicio.
—Hay personas que ante la vida reaccionan como las zanahorias. Parecen resistentes a los embates de una tormenta, pero luego se muestran débiles y sin fuerzas para continuar. Hay otras personas que son como los huevos. Tienen un corazón delicado y amable, pero ante las desavenencias de la vida mantienen un rostro inmutable, pero su corazón se ha vuelto de piedra. Y hay personas que, por el contrario, son como los granos de café. No luchan contra las cosas que les hacen daño, sino que las mejoran, y hacen un sabroso café.


A eso me refería. Hemos vivido un año de nuevas experiencias. Algunos ratos gratos, otros... no tanto. Pero lo importante es recordar esta nueva experiencia, ir guardando la sabiduría que nos trae fortaleza y nos prepara para seguir camino.

¿Qué es la vida, sino la reiteración de los versos de Machado "Caminante no hay camino, se hace camino al andar"?El año se ha marchado, pero no nos ha dejado como éramos. Revisemos, cada uno de nosotros, en qué modificamos nuestra vida. Qué es lo que debemos perdonar, qué es lo que debemos valorar, qué es lo que nos ha enseñado más. Los maestros se hayan en la vida misma. Está en nosotros aprender de ellos.

Tengo entendido que, según la filosofía oriental, hay un proberbio que dice que todo lo que ocurrió, ocurrió para nuestro bien, que no podría no haber ocurrido, y que ocurrió en el momento justo. Cada cosa nos hace ser un poquito más sabios, y cada cosa llega en el momento indicado para cada uno.

Otro año voló. Pero no nos ha dejado con doce meses de vejez. Nos ha dejado con mucho para reflexionar y para pensar sobre nuestras vidas.

Dejamos el pasado atrás, pero nunca está de más recordar el pasado para entender nuestro presente, para que las cosas importantes no queden olvidadas en las brumas del recuerdo. Dejamos el pasado atrás, pero el porvenir nos trae nuevas sorpresas. ¿Cuáles? Me las trae al fresco. Como dijo Albert Einstein: "No pienso en el futuro, pues el futuro llega en su momento". Ahora hacemos un alto, pero pronto comenzaremos a seguir camino adelante, marchando sin cesar por la senda de la vida. Como decía el viejo y querido Bilbo, quizá haya una nueva colina por descubrir a la vuelta del camino. Hagamos un alto, descansemos un momentos y dediquémonos a celebrar un rato. ¿Y luego? Luego es el momento, damas y caballeros, de seguir volando hacia el sol. Volar hacia el sol... Hacia el sol... El futuro llega en su momento, lo importante es estar dispuestos a seguir siempre con una sonrisa en los labios y una canción en el corazón. Ya tendremos tiempo para pensar en el mañana; por el momento, disfrutemos cómodamente del ahora, y vivamos cada segundo de nuestras vidas con la chispa de alegría y de amor necesaria para el "carpe diem".

Damas, caballeros, el año está a punto de irse. Aunque a mí nunca me ha gustado eso de que en primero de enero digamos: "¡Es año nuevo! ¡Tengo nuevas energías!". Me parece algo raro, siendo que el día anterior seguía siendo el día anterior... Pero bueno. También comienza un año nuevo para el salón del estudio, no hay que olvidar eso, y esperemos que el nuevo año nos traiga nuevas sorpresas y nuevas aventuras en el mar del conocimiento. Pero por sobre todas las cosas, a todos los que visitan este blog, y a todos los que no lo visitan (que creo que es la mayoría de la humanidad en general), este post tiene la sana intención de felicitaros el año nuevo y desearles prosperidad, alegría y paz.

Así que, con vuestro permiso...

... ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS!!!!!!!!!!!!

2 comentarios:

Nicolás dijo...

¿Sirve de algo decir que tengo la garganta tomada? Bonitas fiestas de fin de año XD

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

Feliz año igualmente!! Me ha encantado el relato del cocinero. Y sobre el tiempo, recuerdo haber leído en alguna ocasión una frase que era algo así como "si no me lo preguntas, sé lo que es el tiempo; si me lo preguntas, ya no lo sé" (que no tiene que ver con el transcurso del tiempo xD, pero aún así me vino a la memoria).