Damas, caballeros:
Temblad.
Pero ¿qué hacéis que no estáis temblando? ¡Os digo que lo hagáis!
Como algunos de vosotros sabéis, en ratos libres dedico mi tiempo a la construcción de breves cuentos policiales o novelas de la misma índole. En la mayoría de estos cuentos policiales suelen aparecer dos personajes un tanto cómicos que algunos ya conocen: el señor Adam Evans y la señorita Catherine Clathord.
No me gusta la era de la modernidad en los policiales, soy más del relato de enigma que del policial negro y me inspiro mucho en Christie, Conan Doyle y Edgar Poe. Estoy desarrollando algún que otro detective para usarlo de forma esporádica, pero estos dos son mi creación (y se nota).
Cuando los creé (es decir, cuando pensé en la pareja de investigadores que tenían que estar ahí decididamente), pensé en hacer una pareja mixta porque deseaba ver cómo escribía eso. Era una idea muy poco explotada en el género policial (los clásicos detectives o bien estaban solos, al estilo de Batman o Philip Marlowe, o bien siempre iban acompañados con un ayudante o asistente, el caso de Watson con Holmes o el de Hastings con Poirot). Cuando pensé en el investigador, como decía, no quise que estuviera investigando solo, pero también quería explorar la relación de dos amigos muy distintos y muy cercanos.
Lo reconozco: hay mujeres en los policiales. Pero en general, y por lo que he leído, las mujeres son las investigadoras y todas me parecen muy clicheadas. Podía ser algo como las novelas de Dan Brown, pero tampoco era la idea. Lo que quería era gestar a dos amigos íntimos que se conocieron en un tren, que resolvieron un crimen y que luego se fueron a vivir a Londres para ejercitar la mente mientras cazaban criminales. Eran el complemento perfecto: la desorganización con la pulcritud, lo genial con lo prosaico, lo científico con lo social. Y lo mejor era que estos dos estarían dispuestos a arriesgar la vida por el otro, siempre con algún insulto o comentario sarcástico destinado a hacer todo menos cursi y más divertido.
Mi idea era hacer que la voz de la razón (el detective) fuera un desastre ambulante, una persona increíblemente idealista y creativa que usaba rigurosos métodos científicos. Un carácter pacífico y amable, sin dejar de ser irónico y teatral. Él iba a ser el filósofo, una unión tan ilógica como divertida de desarrollar: el pensamiento racional con la creatividad, el idealismo con la ironía, la imaginación con la sagacidad, una visión de fe en medio de lo sombrío.
Ella iba a ser su contrapunto. Ella era la eficiente y la práctica. Ella iba a evitar que su amigo se fuera volando cual leve Pedro al dejarse arrastrar por el deseo de perseguir sus ideales, por el anhelo de querer escapar a los pasillos de la mente. Ella misma definiría que su vida, de no haber encontrado al señor Evans, habría sido prosaica y aburrida. Un personaje igualmente irónico y con chispa, una visión optimista de la vida sin caer en la ilusión y un pensamiento que se aplica en el hoy. Ella sería la que estudiaría abogacía, la que haría que su amigo viviese un poco en el mundo real (a pesar de saber que el éxito de su amigo como detective estaba en vivir en un mundo de imaginación, el usar esa creatividad con ese rigor científico para desentrañar los más intrincados misterios).
Sin quererlo, me inspiré en Los expedientes secretos X para escribirlos. Esa serie me fascinaba, por esa serie soy el friki que soy ahora. Por culpa de esa serie, también, mis críticas tienen una inspiración fuertemente conspiranoica. Era la pareja de Scully y Mulder lo más cercano que veía a Evans y Clathord. Y muy semejante.
Sí, era Scully la científica y Mulder el fantasioso, pero Adam y Cath también tienen eso. Es él el que usa métodos científicos conjugados con creatividad e imaginación para resolver crímenes, es ella quien destaca todas las imposibilidades de las teorías o los problemas que presenta un caso. Son Mulder y Evans los que observan, conocen y deducen, hacen teorías en base a lo que ven, y aplicando un método particular no niegan lo que los hechos les dicen. Adam Evans es más racional que Mulder, esa sería la mayor variación (de acuerdo, esa, y que Evans no persigue OVNIS). Son Clathord y Scully las que bajan a los soñadores de los laureles, las que implementan la practicidad y el sentido del "ahora".
Hay diferencias. Evans es el típico detective que niega las emociones (o que las oculta muy bien), y Catherine admite sus sentimientos sin llegar a ser el cliché sentimental.
Pero lo que acaba de ocurrir ahora es fantástico. Me siento sorprendido. Y lo publico aquí para que el mundo sepa que lo he descubierto hoy y que me he querido morir del susto cuando lo hice. Porque sé que yo tomé algo de inspiración de los agentes del FBI, pero nunca me imaginé tanto...
... Acabo de enterarme del nombre completo de la doctora Scully, así que silencio y sonido de redoblantes...
El nombre de la doctora Scully, damas y caballeros, es Dana Catherine Scully.
Así es. Como lo oyen (en caso de que lo lean en voz alta). Yo mismo lo tuve que leer tres veces antes de terminar de procesarlo para entenderlo.
El hecho de que el segundo nombre de Adam (Collin) sea Nicolás en irlandés (creo) es medianamente salvable. De hecho, me enteré de esto hace poco tiempo y después de haberlo elegido, que nadie se vaya a creer que lo bauticé así a propósito. Pero esto...
...
Temblad. Pero en serio. Las coincidencias no existen. Y yo he dado con una de las graciosas/terroríficas. Lo único que espero ahora es que no se me dé por escribir que Catherine y Adam comienzan a investigar una enfermedad extraña que transmiten las abejas.
Así que todos, proceded con tiento, pero recordad: "La verdad está ahí fuera".
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