lunes, 29 de noviembre de 2010

Off topic: En nombre de la Navidad...



Así es, mis queridos amigos del salón del estudio, estamos entrando en épocas navideñas y, como añadido, también en épocas de exámenes. Por lo tanto, y como aún no he entrado en crisis psicótica (entrando en crisis psicótica en tres... dos... uno.... Bienvenido a crisis psicótica. Población: "¿Y tú qué me cuentas? ¡Estoy en crisis!") sigo dando vueltas por aquí con algunos posts residuales (léase posts que tienen razón de ser y van cargados con ácido sulfúrico). Me explico un poco. Son entradas que nacen de cosas que me parecen ridículas, pero que, por serlo, no dejan de ser también bastante serias y delicadas. Siguiendo con este tipo de entradas, que no me toma más de quince minutos, quisiera hacer una breve reflexión que me tiene hasta la coronilla. Antes de continuar, quiero hacer un aviso.

AVISO: CONSUMISTAS, ABSTENERSE.

¿Listo? ¿Se han solventado las cuestiones legales? Comencemos.

Hace un tiempo estuve peleando con el Firefox, como podréis recordar muchos de los que me ayudaron en una batalla que aún
continúa y que no creo poder ganar. En medio de esa batalla, en mi campaña de instalaciones, se me instalaron, casi por casualidad (léase "no tengo la más remotísima idea de cómo llegó eso ahí y estoy más perdido que perro al que lo han abandonado de grande") dos programas nuevos (o vaya a saber qué son estas cosas y para qué sirven). Sé que uno es el ITunes y el otro es el McAfee Security Scan Plus (que no sé para qué sirven ninguno de los dos, así que puedo tener la posibilidad abierta de acceder al ordenador de Bill Gates y la estoy desperdiciando). En fin. Cuando se me instalan estos programas, me aparece el diálogo correspondiente a todos los programas nuevos que ingresan en el ordenador, y, además, me da una opción... dejar mi correo electrónico para que me envíen mejoras y cosas de actualidad sobre Apple (y a todo esto, yo aún creía que era una expendedora de fruta, como Forest Gump).

Por favor, no pregunten porqué lo hice (o vamos, pregúntenlo,después de todo el blog va sobre la curiosidad), pero lo cierto es que lo hice. Iluso y pobre de mí, que aún no conocía quiénes eran los de Apple. Claro, porque nunca te esperarías algo así de una inocente corporación cuyo logo principal es una adorable manzana (lo que no consigo recordar es si la madrastra mordió la parte blanca o la roja de la manzana que le dió a Blancanieves). Y llegados a este punto, cualquiera que haya visto mi enfrentamiento virtual con Ciudad Seva, ya habría pensado de mí que no aprendo
ni una, ¿verdad? Pues tendríais razón.

Los dichosos correos que enviaban, ranas y caballos (¡ouch! perdón... era "¡rayas y centollas!") resultaron ser la misma publicidad basura de NotiCuento en Ciudad Seva. Pero hubo un añadido más. En Ciudad Seva, como algunos recordaréis, lo que se publicitaba eran libros de Luis López Nieves (normal, considerando que el hombre vive de los libros que escribe). Por el hecho de que fueran sólo libros no le dí mayor importancia (además en cada mensaje te ponen el enlace de cancelación de suscripción, con lo que no acotan tu libertad) (de acuerdo, no la acotan mucho).

Ahora bien. La lógica pregunta es... "¿Qué publicitan los de Apple?". Y la consecuente respuesta es...
... nuevas tecnologías. De acuerdo, no soy un amante de las nuevas tecnologías, no me gustaría estar esclavizado por las máquinas como plantea Ray Bradbury en "El asesino", pero tampoco permaneceré indiferente a algo que quizás no todos vean. He mencionado antes que en este blog, si se tiene que criticar a la izquierda o a la derecha se lo hará sin reparos, que yo permanezco en una posición neutral y no defiendo ninguna ideología política reconocida como tal y me guío por el criterio del sentido común. Es así como diré esto.

Dejemos de comercializar las fiestas de Navidad. Amo la Navidad, me gusta la Navidad, no hay mejor época que la Navidad y siempre recuerdo la infancia, la alegría y el toque particularmente milagroso que tiene toda esta temporada. Pero ¿es necesario? Hace un tiempo, Key publicó un post alusivo a la Semana Santa y todo lo que implica el tener que luchar contra las procesiones enardecidas, y yo extraje que la gente, aún los más religiosos, ha perdido el sentido de la Pascua de Resurrección. Como dijo Majad Magandi: "Creo en Cristo y al leer el Evangelio me siento cristiano; pero cuando veo a los cristianos, no veo a Cristo". Lo mismo pasa con la Navidad. Lo vivo como una fiesta para celebrar con la familia (por pequeña que sea esta). Lo vivo como una fiesta para celebrar sanamente con los seres queridos (una llamada, una felicitación, un deseo de bienestar o un simple gesto de aliento y de esperanza). Lo vivo como una fiesta de la ternura (me encanta fabricar cosas para regalar, o escribir, o ver que los niños hagan sus propios adornos para el árbol, o ver reunida a una familia en torno al pesebre, o ver que incluso las personas que están más solas tiene compañía). Y sobre todo, lo vivo como una fiesta espiritual. Es una fiesta, en efecto, que toma impulso sólo de un acontecimiento extraordinario y encantador que yo admiro y verdaderamente reconozco. Todo comienza en ese humilde pesebre de Belén. Yo no lo olvido, porque al olvidarlo, la Navidad es cuando deja de existir y se transforma en una burda pantomima. No niego una reunión, una cena (de cualquier cosa, tanto de sandwiches modestos o de un pavo), tampoco niego la alegría conjunta de la familia. Niego el maldito materialismo y el frenesí consumista. Y no culpo a nadie. Vivimos en una sociedad condicionada por este tipo de cosas, desde pequeños somos bombardeados incesantemente por un prototipo de felicidad, es normal que crezcamos con todo esto a cuestas. Tampoco niego un modesto regalo, un humilde obsequio o un presente, pero tampoco irnos al otro extremo.

Apple. El correo de Apple. No hay ningún aparato tecnológico que no mencionen. Me revuelve las entrañas. Porque no es sólo que promocionen sus productos para una fiesta que debería ser sosiego y alegría, sino que están contribuyendo a expandir el ideal materialista de la Navidad. Toda la publicidad lo hace, no puedo pelear contra eso porque no tengo los medios necesarios. Pero... ¿cuál es el último mensaje?
Compren todo lo que yo les ofresco para sus parientes, amigos y familiares, y todos serán felices por poseer algo. ¿No hay demasiado materialismo en el mundo como para encima lanzar esto? Quiero decir... Ya hay gente que no vive, se desvive. "Tengo esta cartera, pero también quiero esa camisa. Tengo esta cartera y esta camisa, y ahora quiero esos zapatos". Quiero, quiero, quiero, quiero. Y basamos nuestra felicidad, nuestra alegría, nuestro esperanza y nuestra misma fe (¿Por qué no?) en algo tan efímero y tan fácilmente quebrantable... ¿Con qué facilidad puede arder una camisa, o con qué rapidez se rompe un MP5 al caerse contra el suelo?

La vida no tiene que estar basada en lo material. La vida no tiene que ser esclava de lo material. La vida tiene que servirse de los medios que hay a disposición, pero no hacer de esos medios nuestro amo y señor.

Lo diré con mucha sencillez: "Me da pena". Me da pena ver cómo una fiesta que debería unirnos en fraternidad y verdadera hermandad termina por comercializarse a tan excelsos grados. El acento se pone en lo material, cual si no hubiese regalo es motivo para tristeza y furia.

Nos cegamos con la belleza de cosas mundanas, olvidando por completo la belleza que se encuentra a nuestro alrededor, en nuestra familia, en nuestros amigos, en la brillante bóveda estrellada... ¿Cuántos se detienen por la calle a sentir un copo de nieve? ¿Cuántos lo miran con atención, apreciándolo como único e irrepetible? ¿Cuántos nos acercamos a un pobre o un solitario para felicitarle la Navidad, darle algo para comer, prestarle un abrigo, decirle "ven aquí, que hay refugio y comida", escuchar a los niños, mirar las estrellas, apreciar una flor, agradecer por la vida que se nos regaló? ¿Cuántos nos detenemos a agradecer a nuestros padres por habernos cuidado tantos años, por habernos hechos quienes somos, por habernos amado sin ningún motivo para hacerlo? ¿Cuántos nos detenemos a revisar nuestras vidas, encontrar las cosas que debiéramos cambiar para ser mejores, para ayudar a los demás? ¿Cuántos nos detenemos a pensar que esta fiesta nació allá, en un humilde pesebre, que quien habría merecido el más grandioso de todos los palacios nació en una gruta en donde nacían los corderos para el Pésaj?

Circo mediático. Eso es en lo que se ha convertido una fiesta que debería significar algo más de lo que significa. Quizás es que ya no hay lugar en este mundo para esas cosas, ¿verdad? Quizás es que no nos resulta ni agradable ni bonito ponernos a pensar en los demás, ¿no? Quizá es que todo se ha convertido en una casa de cambio, un truequeo continuo, un "tú me das y yo te doy", un "te estoy intentando estafar".

Quizás también nosotros, como ocurría en la aldea de Belén, estemos cerrando puerta y corazón a la humildad y al amor.

Y sí, he sido duro, pero esto no me gusta y no lo puedo dejar pasar sin más. Apple, las empresas de telefonía celular, todos los negocios y grandes empresas multinacionales creen que todo el mundo puede caer ante sus mercancías y su ilusión de felicidad. Si al menos yo estoy despierto para no caer, seguro estoy de que no me rendiré ante la locura del frenesí consumista. Más aún, seguro estoy y tengo fe en que habrá otros que se levanten gritando contra esto. No seremos muchos (quizás no lleguemos ni a la décima parte de la humanidad), pero que no nos callaremos ante semejante despropósito.

Y si he de gastar mi vida para lograr que la Navidad sea una verdadera Navidad, seguro de que lo haré sin reparos. Quizás este sea el primer paso, y quizás el sistema, la matrís, el Estado y el despotismo intenten acallarme como lo hicieron durante gran parte del siglo XX en mi país. No me importa. Prefiero morir por mis principios y por mis convicciones que vivir sin libertad y sabiendo que no he luchado la batalla que debía luchar. Podrán matar a los hombres, pero no matarán las ideas ("on ne tue point les idees", creo que tamién puede decirse, aunque Sarmiento haya sido un gran corrupto).

Amigos del salón del estudio, hermanos de todas las partes del mundo:
¡Feliz Adviento y feliz Navidad!


viernes, 26 de noviembre de 2010

Nora Dalmazo: Cuarto aniversario de su muerte y un quebradero de cabeza que ni Poe...



... que ni Poe podría desentrañar. De acuerdo, la solución parece ser obvia, pero quizás no lo sea tanto.

Damas, caballeros, el día veinticinco de este mes (ayer), se cumplió el cuarto aniversario de la muerte de Nora Dalmazo. Y es algo que me pone de los nervios. En serio, me llega hasta la coronilla y me exaspera por completo. supongo que se debe a la empatía con los crímenes (o a que soy demasiado fastidioso, se admite cualquiera de las dos explicaciones). Pero el que me conozca aproximadamente bien entenderá cuál es la causa de que yo me encabrone con este tema...

Cuatro años. Cuatro años y ni un mísero avance en este circo mediático. Creo que algún día, si vuelvo a tener esperanzas en el género policial, usaré esta historia y la adaptaré a ficción con mi ya clásico personaje detectivesco y medio payaso (Edgar Poe lo hizo magistralmente, no pueden pedir que yo al menos no lo intente). Y hablando de Edgar Poe... Quisiera dejar aquí una breve cita de un célebre cuento policial de los tres o cuatro que escribió. Es del mismo cuento al que he hecho alusión momentos antes: El misterio de Marie Roget. En resumidas cuentas, hacia la década de mil ochoscientos cuarenta, en la ciudad de Nueva York, según tengo entendido, una joven vendedora de cigarrillos, llamada Mari Rogers, había muerto de forma escandalosa (un hecho que conmovió en gran medida a toda la sociedad y que Edgar Poe aprovechó para sacar partido). Revivió a aquel misterioso personaje de gafas verdes, nocturno en sus hábitos, abstracto en sus razonamientos hasta grados inimaginables, excéntrico y genial, el razonador perfecto que utiliza la rigurosa exactitud de la realidad fantasiosa de la inteligencia para concatenar hechos insignificantes en largas concatenaciones de sucesos maravillosos y extraordinarios. Un personaje que era el reflejo de Poe en la ficción. Poe se veía como amigo de Chevalier Charles Auguste Dupin, y no sólo eso, también era su retrato ficticio de una mente tan aguda, tan increíblemente inteligente y precisa que puede manipular la poesía a su antojo, convirtiéndola en una exaltación de las facultades mentales (en un hecho de inteligencia), dejando de lado la vulgar y desordenada inspiración del corazón poetizo... Un personaje que después se llamaría de muchas formas. Se llamaría Padre Brown, se llamaría sherlock Holmes, se llamaría Hércules Poirot, se llamaría como se han llamado todos ellos... Todos son C. Auguste Dupin, en menor o mayor medida, pero todos son idénticos al brillante razonador. Creo que, saliendo de mi orgullo herido por Jorge Luis Borges, tengo que admitir que Christie o Chesterton son menos fantasiosos que Conan Doyle (pero no nos llevemos a error, para fantasía ya lo tenemos al mismo Dupin). Es que quizás sea más factible hablar de la naturaleza humana en términos humanos y psicológicos en lugar de pretender que los actuantes de un crimen se comporten como máquinas numéricas que actúan siempre de la misma forma. El frío razonamiento es un tanto imaginativo, siempre y cuando atendamos por completo a la realidad prosaica, en tanto que lo anterior se torna una fantasía de la inteligencia).

¿Por dónde iba? ¡Ah! ¡Claro!

Decía. Poe hace renacer a Dupin, el destartalado departamento en el que vivía el aristócrata venido a menos, su compañero de piso, las extrañas investigaciones en libros y comienza a escribir sobre el caso de Rogers, situando la acción a las afueras de París y haciendo que Dupin sea mucho más penetrante que nunca. Y aquí está mi punto: Se podrá criticar mucho a Conan Doyle y a Poe por ser pura fantasía de la inteligencia, ¡pero que alguien venga a decirme que Poe no resolvió el caso Rogers en ese cuento! En efecto, damas y caballeros, Chevalier Charles Auguste Dupin ofrece una respuesta imaginaria en un contexto donde la realidad se manipula a gusto y antojo de Poe, en donde la contradicción de las matemáticas hace reflexionar... ¿hasta qué punto? ¿en qué lugar? ¿cuándo y porqué no?, y esa misma solución que aporta el cuento queda corroborada años más tarde, cuando se resuelve el caso Rogers por completo.

Poe se basa en artículoss periodísticos y un montón de fuentes para que Dupin, quien no abandona ni por un momento sus habitaciones, vaya razonando y descubriendo que lo que dice aquel periodista está sacado de la basura, que lo que dice este otro se termina desmontando, que si la gente va a la Iglesia los domingos a las diez de la mañana, que si esto o aquello... Descarta con un aire soberbio absolutamente todas las hipótesis del vulgo y de la prensa amarillista y termina dando con la solución. Cualquiera podría decir: "Menudo loco con suerte". Pero hay que reconocer (ejém) que los locos siempre dicen la verdad...

Si algún día alcanzara la maestría de Auguste Dupin desearía poder reproducir lo de Nora Dalmazo, pero lo cierto es que limita un factor...
... ¡odio a la policía de todo el mundo! Si algún día asumo, lo primero que haré será a) destituir a la policía (a ver si invertimos mejor el dinero), o b) capacitar al cuerpo entero para que sean verdaderos detectives y no marmotas que no saben resolver un enigma (la gran mayoría, tampoco genneralicemos, que debe haber policías que cumplen sus funciones y quehaceres como corresponde). Pero en serio, ¿nadie se tomó las molestias de revisar las aperturas de la casa? ¿De tomar declaraciones por separado? ¿De siquiera hacer un test de alcoholemia a las meretri... amigas de doña Nora Dalmazo para saber si tenían las facultades suficientes como para saber a qué hora la dejaron sola? Miren que esa segunda precaución (la de entrevistarse con los últimos en verla por separado) la tomó Miss Marple, y ella no tiene ni un doctorado en criminología ni nada... es una investigadora de cuna. ¿Nadie se puso a revisar el escenario del crimen? ¿Botiquines? ¿Medicamentos? ¿Herramientas? ¿Jabones del baño? ¿Las sábanas de la cama en la que apareció muerta y con signos de haber mantenido crudas relaciones sexuales con un hombre?

No, se limitaron a buscar el ADN. Y qué bonito, ¿no? Para algo nos tenía que servir lo que hicieron James Daniel Watson y Francis Crick, ¿no? Para algo debían utilizarse los cincuenta años de estudio del genoma humano, ¿no? No. Porque a pesar de que encontraron una toalla en el cuello de la víctima y que allí encontraron ADN (y que tenían ADN de sobra en el cuerpo de la víctima, vamos), y de que incluso el FBI se encargó de reconstruir por completo el ADN que fue hallado para saber a cuál de los miembros de la familia Dalmazo pertenecía, el crimen queda irresoluto. La causa no está cerrada, pero con la porquería de fiscales que tennemos, es como si lo estuviera.

Muchos señalan los motivos políticos (es un secreto a voces) como la principal causa de que no se haya avanzado en nada, pero ve tú a saber esas cosas. Si con los pocos y tontos datos que han recaudado (como vemos en el caso número 17 de la Sociedad del Misterio, el ADN sólo sirve si se sabe como utilizar), no hayan encontrado al asesino de Dalmazo.

Desearía poder decir más, pero la prensa confundió todo en su momento, aportaron datos insignificantes y que complicaban la investigación y al final todo quedó en espuma. Una de las explicaciones más probables es que todo esté siendo encubierto por corrupción en la localidad de Río Cuarto, pero sigue resultando altamente sospechosos y sólo es una de las tantas posibilidades.

Poe dijo en el caso Roget:

—Apenas necesito decirle —aclaró Dupin al finalizar el examen de mis notas—, que este caso es mucho más intrincado que el de la rue Morgue, del cual difiere en un importante aspecto. Estamos aquí en presencia de un crimen ordinario, por más atroz que sea. No hay nada particularmente excesivo, outré, en sus características. Observará usted que por esta razón se consideró que el misterio era sencillo, cuando, en realidad, y por la misma razón, debía considerárselo muy difícil. Al principio, por ejemplo, no se creyó necesario ofrecer una recompensa. Los agentes de G... fueron capaces de comprender inmediatamente cómo y por qué podía haberse cometido esa atrocidad.. Se representaron imaginariamente un modo —muchos modos— y un móvil —muchos móviles—. Y como no era imposible que cualquiera de tan numerosos modos y móviles pudiera haber sido el verdadero, descontaron que uno de ellos tenía que ser el verdadero. Pero la facilidad con que nacieron tan diversas fantasías y lo plausible de cada una deberían haber indicado las dificultades del caso antes que su facilidad. Ya le he hecho notar que la razón se abre camino por encima del nivel ordinario, si es que ha de encontrar la verdad, y que la verdadera pregunta en casos como éstos no es tanto: «¿Qué ha ocurrido?», sino: « ¿Qué hay en lo ocurrido, que no se parece a nada de lo ocurrido anteriormente?» En las investigaciones en casa de madame L'Espanaye13 los agentes de G.... quedaron confundidos y descorazonados por lo insólito, lo infrecuente del caso que, para un intelecto debidamente ordenado, hubiese significado el más seguro augurio de buen éxito; mientras ese mismo intelecto podría desesperarse ante el carácter ordinario de todas las apariencias en el caso de la muchacha de la perfumería, que para los funcionarios de la prefectura eran signos de un fácil triunfo.


Sin importar las críticas a Poe, lo cierto es que sus escritos son perlas de sabiduría para los investigadores y todo aquel que sienta deleite en aplicar la mente a tan extraordinaria labor. Nos encontramos ante lo que Conan Doyle retomaría tiempo después. Sherlock Holmes enunciaba que en los casos más prosaicos debía esforzarse más que en los grandes y extraordinarios crímenes, y por lo tanto, su capacidad deductiva se ponía en manifiesto. Es lo mismo que enunció Poe en su momento. Ante un crimen vulgar como lo es el robo de una cartera, hay demasiado poco de donde sostenerse, si bien el móvil salta a la vista (¿en serio salta a la vista?), y por lo tanto se torna mucho más difícil de resolver. Conan Doyle vulgariza un poco esto, dándo a entender que Holmes podía hallar deleite en una minucia tan insignificante que no le diera tiempo a Watson de redactar un boceto de la pequeña vagatela debido a su nulo sentido del dramatismo, pero podemos apreciar que no es necesaria que la cosa sea prosaica o sonsa para que sea vulgar. Hay diferencias sustanciales entre lo que es el crimen extraordinario y el crimen complejo, como las hay entre los crímenes vulgares y los crímenes que ni llegan a eso.

Ciertamente, el caso de la habitación cerrada ("The murders of the Rue Morgue", de la que hablamos hace un tiempo en la primera y única entrada de ajedrez, publicada el treinta y uno de diciembre) (eso último sólo puede hablar de que soy tan "vivo" que publico ajedrez cuando todos están a punto de descorchar), como muchos sabemos, es el cuento que dá vida al género... y que inaugura una tradición. Para Dupin, el hecho de ser un crimen extraordinario resulta tornar el problema en algo sencillo (casi como el Estudio en Escarlata o La banda de lunares); ahora bien, en el caso Rogers, en el que todo se da en un salvaje marco natural (ruido de gallinas de fondo) y en el que el desorden, el crimen se torna vulgar, y como dice Dupin, mucho más complejo.

¿Cómo encasillaríamos al caso Dalmazo?

El hecho de ser un crimen dentro de una casa, por sí mismo, no lo torna complejo. Lo tornaría dificultoso, por ejemplo, si la habitación estuviese cerrada por dentro, momento en el cual el caos estaría comprimido en un lugar aislado y aparentemente inaccecible). The murders of the Rue Morgue tratan de un clima descontrolado y desorganizado, pero un caos reducido a una pequeña habitación en la que es dueño y señor. No podemos hablar de un lugar ampliamente extraordinario. A ver. Típica noche de (esto se sabe por las noticias, mal pensados) de relaciones sexuales y un cadáver por la mañana. ¿Aparentemente corriente, verdad? Corriente sí, pero no sencillo. Tiene características que podrían tornarlo extraordinario... Por ejemplo, ¿si su asesino fue su concubino, porqué no quiso dejar huellas al extrangularla y usar una toalla? ¿Quería asesinarla? ¿Por qué lo hizo? Y antes que ninguna otra, ¿fue un asesinato? Si los medios dieran más información, quizás sería interesante encontrar algo que nos ayudara a investigar, pero por el momento todos esos datos se reservan (aunque sí podemos saber todas las medidas de todas las estrellas femeninas de la farándula) *Nicolás vomita*.

No os llevéis a engaño. Es un crimen vulgar, y, por lo tanto, difícil de resolver, pero se torna más difícil (al menos bajo el concepto de colaboración ciudadana) si no se disponen de los datos (y más aún si los pocos datos que se tienen no son de fiar).

Seré sincero. Este asuntillo me escama demasiado. Principalmente porque no puedo ver un enigma sin resolver. Y en segundo término (y esto sí que suena sherlockiano), porque tenemos que descubrir al culpable.

Supongo que he pretendido hacer una entrada centrada en Nora Dalmazo, pero me he ido por la tangente y al final he terminado añadiendo teoría criminal propia y alguna basada y conjugada en la teoría criminal literaria (que, a efectos prácticos, resulta mucho más útil que la concreta). ¿Conclusión? No debo escribir sobre temas que se prestan al razonamiento, a la teoría y a la abstracción cuando tengo el cerebro a tope. Entre otras cosas, y por el tenor de estos razonamientos, ¿a alguien más le parece que puedo ir pidiendo plaza en el manicomio? ¿He mejorado desde la última vez con lo de Drácula?

Oda a la alegría



Retrasar este momento sería ir demasiado lejos. Todos sabíamos que algún día tendría que publicar por completo este hermoso poema, así que muchos no se sorprenderán de verlo por aquí... Damas, caballeros y amigos del salón, en efecto, quiero compartir con todos vosotros uno de los más bellos poemas que se han escrito en la historia de la humanidés.

No creo que sea novedad decir que este poema, muchos años después de ser escrito y publicado por Friedrich von Schiller (poeta alemán), fue utilizado por Ludwig van Beethoven (compositor alemán) en el quinto movimiento de la novena sinfonía (opus 123). Creo que no hace falta que cuente aquí la hermosa y emotiva anécdota que tuvo el día en que el compositor estrenó la novena sinfonía (dejad que reserve ese material para cuando no tenga nada que publicar).

Creo que, al menos en los tiempos que corren, la humanidad debería leer de tanto en tanto este poema (también debería leer el Principito y la Biblia, pero no entraré en detalles). Hace un tiempo, en la entrada sobre las dificultades de una persona ciega al caminar por la calle y que nadie se ponga a mirar el bastón para evitar no lo sé ¿una caída desventurada?, dije que creía muy poco en el futuro de los seres humanos. Fantasmas y Andrea me dijeron que no exagerara, y lo cierto es que tuve que reconocer que es cierto, no debo exagerar tanto en ocasiones. Pero hoy no quiero exagerar. Hace poco me enteré del bombardeo de Corea del Norte a una isla de Corea del Sur. Me enteré de la muerte de dos personas. Me enteré de las planificaciones de armas nucleares. Punto y final, señores. ¿Queremos experiencias? En mil novescientos cuarenta y cuatro, por si a alguien se le olvidó, Estados Unidos lanzó una bomba atómica que destruyó Iroshima y Nagasaki, sin mencionar que dejó con graves enfermeedades a todos los habitantes de la zona afectada. ¿Queremos volver a intentarlo para descubrir si nos hemos vuelto resistentes a las explosiones atómicas? Albert Einstein tiene la respuesta. El pobre hombre, salido de Alemania por tener un origen judío, alerta al Gobierno de los Estados Unidos que los alemanes están preparando una bomba atómica, para que EUA tomara las medidas preventivas necesarias. Tengo entendido que después de eso, Albert Einstein citó: "En esta vida hay sólo dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. No estoy muy seguro de la primera". Es horrible. Lo diré con crudeza y espero que impacte lo que tenga que impactar: "Yo, Nicolás, pienso que no hay criatura más rematadamente estúpida y cruel sobre la faz de la tierra que el ser humano". Damas, caballeros, los Estados Unidos de América (para que después se pregunten porqué desprecio tanto a esa nación), después del Olocausto Judío (mil novescientos cuarenta y tres), decide lanzar la bomba atómica a Iroshima (bomba que habían estado construyendo desde hacía unos cuatro años) para... ¿cómo era?... para dejar bien en claro que ellos no estaban jugando.

Ejemplos de estupidez hemos visto en muchos más casos. George W. Bush. Videla, con su ya memorable declaración de guerra a Inglaterra (hecho que, está de más decir, por cierto, acabó con la vida de todos los jóvenes de entre dieciocho y veintidós años de la Argentina). Y paro aquí porque sería ir demasiado lejos.

¿Mi punto?

Dejemos de joder. No me gusta la economía, y sin embargo la tolero como buenamente puedo. No me gusta la geografía, y sin embargo la tolero como buenamente puedo. No me gusta tener que deberme al riguroso y estricto sentido incoherente universal que puebla todo el mundo sin excepción, pero tengo que someterme a esa estúpidez forma de consevir la vida. Pero jamás, nunca en la vida, dejaré que me quiten el sentido común. Ya no hablamos de derechos humanos, ni de derecho a la vida, ni derecho de tercera generación, ni de respeto humano, ni de sentido de amor al prójimo, que bien podríamos hablar, sólo digo que no mencionaré ninguna de esas cosas para que nos entendamos todos mejor. Esto es sentido común. No toleraré jamás que se desate una estúpida guerra y que mueran personas que no tienen nada que ver con el conflicto. Si tú estás disgustado con tu vecino, si el presidente de Tetratolandia está molesto con el ministro de Triangulandia porque tienen divergencias económicas en tanto a modelo económico, y si quieren matarse a puñaladas para ver quién puede más, adelante, nadie se los impide (aunque yo no se los aconsejo, a decir verdad). Pero dejemos de lado al resto del mundo, ¿queréis?

Ahora sí, más cristianamente hablando...
... ¿con qué derecho puede un ser humano quitarle la vida a otro ser humano? ¿No, en serio, con cuál? Hablamos, damas y caballeros, no de un juguete o de un bloque de mármol, sino de vidas humannas, vidas que tienen valor en sí misma. ¿Cuán capacitado para dirigir un país está una persona que no respeta siquiera la vida de los semejantes? Basta ya. Si quieren tirar media vidas debatiendo en un recinto cerrado y caluroso, nadie se los impondrá (total, hay gustos para todos), pero por el amor de Dios, por las entrañas de misericordia de Jesucristo, dejad de dispensar muerte a vuestro paso. Es triste. Señores, tirar la vida porque sí es triste.

Recordemos por un momento, aunque más no sea, que somos hermanos, y dejemos a un lado todas nuestras diferencias para pensar un poquito más antes de tomar este tipo de desiciones.


En suma, si tomáramos conciencia de lo que nuestras desiciones pueden hacer sobre el resto del mundo, intentaríamos pensar antes de obrar como nos venga en gana. Lo dije hace un tiempo, lo vuelvo a repetir. Estamos al borde de un colapso social. Una crisis social como nunca antes se ha visto en la historia de la humanidad. Más grande que el nacimiento de la burguesía y el del proletariado, más grande que la crisis del treinta, más grande que las dictaduras de los sesenta y los setenta. Mucho más grande, y muchísimo más global, más insostenible y más tectónico (dícese de generar un movimiento císmico a nivel social). Una crisis que no afectará sólo a una nación o a un Estado, sino que afectará a todo el mundo y no dejará títere con cabeza. Latinoamérica no está a la vanguardia de nada, y la ilusoria unión entre los países latinoamericanos es una junta de neocomunistas y dictadores (pura cháchara, vamos). Los demás países del mundo... a decir verdad, creo que, por lo menos Estados Unidos resuma un neoliberalismo que arrasará con todo. ¿Conclusión? O dejamos de tocar el globo con bombardeos al estilo "juguemos a la batalla naval en grande", o afrontemos el hecho de que el colapso social se adelantará, y quizás no estemos en condiciones de afrontar guerras y crisis sociales al mismo tiempo. El mundo en sí, a pesar de lo que aparenta en una engañosa y calma superficie, se está convirtiendo en un tornado de caos y descontrol que no puede desembocar en un lugar placentero. Cuidado.

Recordemos que somos hermanos, que no somos bestias que se devoran entre sí, y tratemos de hacer algo mejor en busca del ideal utópico que yace en la alegría.

Cuando todo queda dicho, comienza a elevarse la poesía...
... ACLARACIÓN: Incluyo dos versiones de la poesía. Una es más corta y es la traducción poetizada del alemán al español (digamos que no es la versión completa, pero tiene una proliferación encantadora de vocabulario poético que no te deja indiferente. Luego tenemos la versión extendida, que, aún siendo más larga, no termina de ser todo el poema entero en español, sino sólo la versión traducida de los fragmentos que eligió Beethoven para el quinto movimiento de la novena sinfonía. El texto completo en alemán, por si alguien habla esa lengua, está aquí (es decir, en la página de Wikipedia).


Alegría, Luz Divina,
del Elíseo dulce lar,
inflamados alleguemos
Diosa, a tu celeste altar.
Une otra vez tu hechizo
a quienes separó el rigor.
Fraterniza el orbe entero
de tus alas al calor.


A quien el azar ha dado
la verdadera amistad,
quien consorte dulce halla,
ha sin par felicidad.
En la redondez terrena
suya un alma invocar!
A quien no le fuera dado
sumiríase en pesar!


En el seno de Natura
alegría liba el ser,
su florida vía sigue
males, bienes, por doquier.
Besos, vides, fiel amigo
hasta el morir nos dio;
el deleite, a los gusanos;
y al querube, un gran Dios.

Cual los soles en su vía
magna, juntos! oh! marchad!
y como héroes disfrutad
dicha, triunfos y felicidad!

Abrazaos, oh! millones!
Beso de la Humanidad!
Brinda celestial bondad
Padre a tu séquito sin par
Os postráis, oh! juntos
Ante el Creador Eterno
Busca en el azur, y reina
Sobre el plano etéreo.


La versión sin favor al verso (más literal).


¡Alegría, hermosa chispa de los dioses

hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.



Quien haya alcanzado la fortuna
de poseer la amistad de un amigo, quien
haya conquistado a una mujer deleitable
una su júbilo al nuestro.
Sí, quien pueda llamar suya aunque
sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
Y quien no pueda hacerlo,
que se aleje llorando de esta hermandad.



Todos los seres beben la alegría
en el seno de la naturaleza,
todos, los buenos y los malos,
siguen su camino de rosas.
Nos dio ósculos y pámpanos
y un fiel amigo hasta la muerte.
Al gusano se le concedió placer
y al querubín estar ante Dios.



Gozosos, como los astros que recorren
los grandiosos espacios celestes,
transitad, hermanos,
por vuestro camino, alegremente,
como el héroe hacia la victoria.



¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.



¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.



¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador?
Búscalo sobre la bóveda estrellada.
Allí, sobre las estrellas, debe vivir.



¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¿Os prostráis, criaturas innumerables?
¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador?
¡Búscalo sobre la bóveda estrellada!
Hermanos, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.



¡Alegría, hija del Elíseo!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.



¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.



¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,
hija del Elíseo!
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses!


Para que no olvidemos que somos hermanos. Para no olvidar.


lunes, 22 de noviembre de 2010

Solución al problema del prisionero sentenciado injustamente



Damas, caballeros…

… una semana ha pasado desde la publicación de nuestro anterior y (por el momento) último enigma de esta temporada. Creo que este enigma en particular necesita ser mucho más pensado y razonado que los anteriores. Creo que el señor Edgar Poe nos da su respuesta en la carta robada: “¿No será la aparente sencillez del misterio lo que lo torna complejo?”. En efecto, existe quien critica a Edgar Allan Poe por crear un cuento ficticio tan osado como lo es el policial.

Jorge Luis Borges, a quien admiro y respeto en cierta medida, dijo que el truco de Poe había sido intelectualizar en demasía todos sus escritos, dando por hecho un género no real. Según Borges, el género policial de Poe sería un género de fantasía, pero una fantasía ligada a la inteligencia. Las máximas de las matemáticas se quiebran ante el abstracto razonador, ante la imaginación intelectual, ante algo que pretende ser real pero que en realidad es pura fantasía. No estoy de acuerdo con lo que dice Borges. O al menos no con todo lo que dice.

Hay quien cuestiona a Poe y a Conan Doyle, pero lo cierto es que ambos dos han hecho lo mismo, al igual que lo hizo Chesterton. Poe ha creado un género extraordinario, y para que ese género exista nos ha creado a nosotros, los lectores de un género policial, los creadores del género policial. Estamos convencidos de que un libro no existe cerrado, sino que su género nace cuando alguien lo lee como tal.

Con todo, volvamos a lo que nos convoca. En efecto, quizás la solución se halle mucho más visible de lo que nos resulta creer, y al final todo se resume al ejemplo que da Dupin en ese mismo cuento. “El jugador inexperto dará los nombres que aparezcan con letras más pequeñas, en tanto que el jugador avanzado siempre dará los nombres que aparezcan en letras más grandes, para confundir al ojo del observador de ese mapa”. Quizás no sea necesario buscar grandes vueltas de tuerca. Quizás, como en la carta robada, el sobre aparezca a la vista de todo el mundo, y por eso mismo, todo el mundo lo ignora, pensando que la solución verdadera tiene que hallarse en los huecos más profundos de la mente humana.

Hace un tiempo hablamos de la navaja de Ockham. Esto es lo mismo. “La solución más sencilla tiende a ser siempre la correcta” es equivalente a “la evidencia de una solución puede conducirnos a ignorarla”. Cuando vemos que los zapatos de un cadáver, por ejemplo, están limpios y sin ninguna anomalía, y sabemos que la noche en que el hombre debería haber salido estaba más tormentosa que el diluvio universal, podemos pensar dos cosas:

    1. El hombre no salió de su casa aquella noche.
    2. El hombre salió de su casa, pero para llegar al teatro atravesó un camino cubierto con galerías y techos, cuya función era mantener seco el lugar por donde caminaba, por lo que, a pesar de la tormenta, bien podría haber salido sin mojarse los zapatos.

    Aplicando la navaja de Ockham o la ley de la sencillez, el primer postulado, por ser el que menos entes o máximas propone, generalmente será siempre el correcto.

    ¿Cuál es la solución del enigma?


    … el hombre se acerca al verdugo, piensa un momento mientras las palabras del juez resuenan en su mente, y luego el juez proclama “¡que elija su sentencia!”.
    Toda la muchedumbre proclama a viva voz: “¡Que elija su sentencia! ¡Que se manifieste la verdadera justicia!”.
    El verdugo extiende ambas manos, con un papelito en cada una, y el hombre, tras meditarlo profundamente, toma uno de los papeles y se lo come.
    La multitud en pleno prorrumpe en una exclamación ahogada. El juez grita al acusado.
    —¡Eres un insubordinado! ¿Lo veis todos? Si este hombre hubiese sido inocente de verdad, no habría temido la justicia de Dios, pues no habría permitido que un inocente fuese inculpado injustamente.
    El acusado termina de tragar el papel y luego, tras aclararse la garganta, pide la palabra con un gesto de la mano.
    —Antes de tirar la primera piedra —dice—, creo que yo sé cómo hacer para demostrar mi inocencia. ¿Por qué no vemos el papel que ha quedado en manos del verdugo? Si yo he tomado el papel que dice “inocente”, en el papel del verdugo quedará escrita la palabra “culpable”; y si yo he tomado el papel que declara mi culpabilidad, en la mano del verdugo quedará la leyenda que proclama “inocente”.
    El pueblo, con esta nueva perspectiva de saber cuál había sido el veredicto, insta al verdugo a que les muestre el papel que aún conservaba. El hombre, a regañadientes, lo desdobla y se lo da a un ciudadano honesto que proclama:
    —¡En este papel está escrita la palabra “culpable”! Por lo tanto, dando fe de la razón de las palabras del acusado, digo ante el juez y ante el pueblo, este hombre ha tomado y comido el papel que declara su inocencia, teniéndose en cuenta la veracidad de la prueba y la rigurosa verdad de la lógica.
    El juez sabe que no tiene argumentos para contradecir absolutamente nada, por lo que golpea su banquillo con un martillo y grita a viva voz:
    —¡El hombre es inocente! ¡Dejadle en libertad!


    Como siempre, esta es una de las tantas soluciones que puede tener el enunciado. Fantasmas pronunció algunas en su primera intervención, y eran acertadas… aunque no concluyentes. El hecho de eliminar uno de los dos papeles deja sentado que no hay forma de demostrar lo contrario, por lo que el problema queda resuelto. Quizás alguno de los lectores recuerde este artículo de Mientras tanto en el mundo, publicado hace casi un año en la Sociedad del Misterio. Como podrán comprobar si lo leen, el mismo método que usó el acusado es el que utiliza el maleante para librarse de un juicio por atraco. Esto es lógica lateral, damas y caballeros.

    Con esto concluimos el problema del prisionero sentenciado injustamente, y con los problemas de prisioneros y verdugos, para gran alivio de Key. Pero también cerramos una nueva etapa de matemáticas. Creo que esta ha sido una temporada fructífera y llena de cosas que nos han hecho pensar y reflexionar, y mientras exista reflexión y pensamiento, el mundo irá un poco mejor.

    Desde aquí, mis más orgullosos aplausos a todos los que pensaron este problema, en el salón, en casa o en cualquier momento. Y para hacer extensivo, un fortísimo aplauso a todos los que pensaron los problemas de esta temporada de matemáticas. Lo importante es pensarlo, no resolverlo, no olvidéis eso nunca.

    ¡Elen síla lumenn omentielvo!
    ¡¡¡MATEMÁTICA A LA CARGA!!!


    Será, amigos y amigas del salón del estudio, hasta que las matemáticas nos vuelvan a convocar para seguir la gran aventura que se abre en el horizonte.

  • lunes, 15 de noviembre de 2010

    El problema del prisionero sentenciado injustamente



    Dado el tenor de los anteriores problemas, creo que esto se presentará mucho más sencillo que en anteriores ocasiones, pero es una pequeña forma de declarar que, al menos la sección de matemáticas, se toma un pequeño respiro hasta marzo (cuando termine la época gruesa de exámenes). Quizás en enero pueda publicar algún intermedio, pero no prometo nada. Por lo pronto, con este problema cerramos temporada de matemáticas y abrimos el periodo de exámenes (esto quiere decir, entre otras cosas, que la publicación se verá más menguada que de costumbre). Seguiré por aquí, no obstante. Por lo menos hasta el treinta de noviembre podré tratar de publicar algo. Y si todo sale bien, después del veinticinco de diciembre podríamos volver a la acción.

    Damas caballeros, a título anecdótico, esta ha sido una de las temporadas más fructíferas en este salón (a muchos niveles). Quiero daros las gracias a todos vosotros, los que día a día hacéis que el salón respire y siga andando. Esto no sería lo mismo sin todos vosotros, en serio.

    Y el momento meloso se termina para dar lugar al momento más esperado de la noche (que se note que se estudian ciencias frías).


    Un hombre es sentenciado injustamente en el medioevo. En la actualidad podría considerarse así como una falsa acusación, ya que el hombre es inocente y muchos quieren que la culpa de un crimen que no cometió recaiga sobre él para dejar libre de sospechas a miembros destacados de la comunidad (no es Edmundo Dantés, pero bien podría serlo).
    el prisionero sabe que todo es una acusación en falso, y cuando espera su injusto juicio escucha al juez y al verdugo hablar entre sí.
    —¿Cómo demostrará la culpabilidad de este hombre? —pregunta el verdugo con una áspera voz.
    —He decidido no ser yo quien haga justicia en esta ocasión —responde el juez ajustándose el cuello de su túnica—. Será el mismo condenado, por intermedio de la justicia de Dios, el que recibirá su castigo.
    —¿Cómo lo hará, señor?
    —En estos dos papeles escribiremos la palabra "culpable", y tú se los presentarás al acusado. Entonces yo proclamaré a la audiencia: "En mi magnanimidad, he decidido que sea el acusado quien decida su propia sentencia, apelando siempre a la divina providencia. En uno de estos papeles está escrita la palabra 'inocente' y en el otro la palabra 'culpable'. Si es verdaderamente inocente, la providencia no permitirá que elija el papel que dice culpable; y si es verdaderamente culpable, la providencia no permitirá que tome el papel que dice inocente. Que sea el acusado quien elija su sentencia, pues será verdadera y justa". Entonces el pobre desdichado tomará cualquiera de los dos papeles y será inmediatamente ejecutado, pues en ambos estará escrita la palabra "culpable".
    El hombre termina de oír la conversación y sabe que no tiene esperanza.
    Es llevado al tribunal y el juez vuelve a proclamar su discurso, ahora ante toda la audiencia. El verdugo se acerca con los dos papeles, uno en cada mano, y el prisionero tiene que elegir su sentencia.



    ¿Qué es lo que hace para salvarse del verdugo?


    Siete días (esperemos), después de eso, se publicará la solución de este pequeño enigma.

    ¡A pensar!
    ¡Matemática a la carga!


    viernes, 12 de noviembre de 2010

    ¿Era necesario?



    Lo sé, con ese título se podría hablar de muchas cosas. Y tomando en cuenta que el salón siempre se ha caracterizado por hacer críticas extensas y bastantes serias sobre cuestiones agudas, quizás a muchos les haya dado la impresión de que tomo la pluma para atacar algún acontecimiento patético e hilarante de mi vida (o tal vez una crítica social en contra de alguna injusticia particular).

    No. Hoy vengo a quejarme de algo mucho más absurdo de lo que me he quejado nunca en la historia de este blog y de mi vida.

    Por aquí existen ciertas golosinas que no sé si existirán en algún otro lugar del mundo (a los amigos del salón, que van siendo más intercontinentales que compatriotas, es su deber notificar de este particular). En concreto, hay una golosina que se define como:

    Dícese de un cilindro o tubito de plástico muy delgado y alargado que contiene en su interior un polvo dulce de diversos colores (azúcar coloreada, vamos). El consumidor debe abrir el precario envase por uno de los extremos del tubito, ponerlo en posición vertical y abrir la boca mientras cae el dulce néctar...

    ... mi pregunta. ¿Era necesario?

    ¿Era necesario crear una golosina tan rematadamente incómoda y tan dolorosamente insípida? Porque si abres el tuito de poliuretano con los dientes, generalmente termina acumulándose cierta humedad, y luego esa humedad impide que el polvo salga por la abertura... el polvo se humedece y se compacta (como la pólvora), y al final tienes que abrir el lado opuesto. Por lo tanto, necesitas disponer de una tijera, un cortaplumas o algo cortante que no deje ninguna humedad en la abertura del cilindro. Y por sobre todas las cosas, después de abrirlo y al consumirlo, debes tener cuidado de que esa punta abierta no roce ni un milímetro tu lengua, porque entonces se humedece y volvemos al caso de la pólvora.

    Por eso pregunto: "¿Era verdaderamente necesario crear esto?".

    Entrada corta. Síntoma de que de verdad esta situación me hace reír y me ssorprende a partes iguales.

    P.S. Quisiera saber a quién se le ocurrió la "fantástica" idea. Le enviaría flores.

    P.P.S. No, en serio, no es sarcasmo. Miren que me dio tema para una entrada.

    jueves, 4 de noviembre de 2010

    Un mundo feliz


    Hace poco he terminado de leer Un mundo feliz (en el original, Brave New World), de Aldous Huxley, obra que si no figura entre los clásicos "literarios", sí lo hace entre los "políticos" (por llamarlos de alguna manera). Porque aunque no tiene una trama que enganche especialmente o un lenguaje con abundancia de recursos, lo interesante de esta novela es el universo que plantea, que da pie a una reflexión entre la dicotomía estabilidad social - libertad.

    La sinopsis que da la Wiki de este libro dice: "La novela anticipa el desarrollo en tecnología reproductiva, cultivos humanos e hipnopedia que, combinadas, cambian radicalmente la sociedad. El mundo aquí descrito podría ser una utopía, aunque irónica y ambigua: la humanidad es desenfadada, saludable y avanzada tecnológicamente. La guerra y la pobreza han sido erradicadas, y todos son permanentemente felices. Sin embargo, la ironía es que todas estas cosas se han alcanzado tras eliminar muchas otras: la familia, la diversidad cultural, el arte, la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía."

    Así, se nos plantea una sociedad futura en la que, en aras de la estabilidad y de la "felicidad", se ha renunciado a la familia, al concepto de padre, madre, marido, mujer; para dar lugar a una en la que cada uno nace de una probeta, sin padres, y es acondicionado mediante repeticiones hipnóticas para nunca salir de su rol social; y, si alguna vez te sientes triste, siempre tendrás a tu disposición un poco de lo que llaman "soma", que viene siendo una especie de droga.

    Por ello, lo interesante de este libro nos lo trae la posterior reflexión sobre lo que plantea, su posible aplicación a la sociedad actual. Un libro que a mí por el medio me llegó a aburrir por su trama, pero que tiene un gran final lleno de situaciones que dan que pensar. Literatura distinta a la que estamos acostumbrados a leer, por lo menos yo.

    Por cierto, como nota final, parece que el estilo de mis entradas en el Salón no será como había pensado; parece que deriva más a la crítica de lo que voy leyendo. Próximamente (cuando la acabe), hablaré de la última novela de Alfredo Conde, Huesos de Santo. Hasta entonces, nos vemos en el Salón.