jueves, 4 de noviembre de 2010

Un mundo feliz


Hace poco he terminado de leer Un mundo feliz (en el original, Brave New World), de Aldous Huxley, obra que si no figura entre los clásicos "literarios", sí lo hace entre los "políticos" (por llamarlos de alguna manera). Porque aunque no tiene una trama que enganche especialmente o un lenguaje con abundancia de recursos, lo interesante de esta novela es el universo que plantea, que da pie a una reflexión entre la dicotomía estabilidad social - libertad.

La sinopsis que da la Wiki de este libro dice: "La novela anticipa el desarrollo en tecnología reproductiva, cultivos humanos e hipnopedia que, combinadas, cambian radicalmente la sociedad. El mundo aquí descrito podría ser una utopía, aunque irónica y ambigua: la humanidad es desenfadada, saludable y avanzada tecnológicamente. La guerra y la pobreza han sido erradicadas, y todos son permanentemente felices. Sin embargo, la ironía es que todas estas cosas se han alcanzado tras eliminar muchas otras: la familia, la diversidad cultural, el arte, la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía."

Así, se nos plantea una sociedad futura en la que, en aras de la estabilidad y de la "felicidad", se ha renunciado a la familia, al concepto de padre, madre, marido, mujer; para dar lugar a una en la que cada uno nace de una probeta, sin padres, y es acondicionado mediante repeticiones hipnóticas para nunca salir de su rol social; y, si alguna vez te sientes triste, siempre tendrás a tu disposición un poco de lo que llaman "soma", que viene siendo una especie de droga.

Por ello, lo interesante de este libro nos lo trae la posterior reflexión sobre lo que plantea, su posible aplicación a la sociedad actual. Un libro que a mí por el medio me llegó a aburrir por su trama, pero que tiene un gran final lleno de situaciones que dan que pensar. Literatura distinta a la que estamos acostumbrados a leer, por lo menos yo.

Por cierto, como nota final, parece que el estilo de mis entradas en el Salón no será como había pensado; parece que deriva más a la crítica de lo que voy leyendo. Próximamente (cuando la acabe), hablaré de la última novela de Alfredo Conde, Huesos de Santo. Hasta entonces, nos vemos en el Salón.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Fantasmas.

¿que puedo decir del libro que no hayas dicho ya?

Yo lo leí hace siglos, en mi adolescencia, casi simultáneo con otro gran libro, 1984 de George Orwell. Y la verdad es que coincido contigo, el libro a veces es un poco aburrido, pero plantea algunas cuestiones importantes. Me gusta el título, es interrogante que plantea... De verdad estamos ante un mundo mas feliz???
Debo reconocer que me gusto mucho más 1984. Un libro que te recomiendo leas, si no lo has hecho todavía. Creo que a ti, te gustará especialmente.

La verdad es que me está gustando mucho como enfocas tu sección... me temo que como bibliotecaria del Salón soy un desastre... Lo siento, pero apenas tengo tiempo para nada últimamente...
¡¡¡¡Nicolás, no me despidas, por favor!!! En cuanto pueda, me pongo a publicar entradas, pero será para el año que viene...

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

1984, sin duda un libro que tengo que leer. Pronto caerá, no os preocupéis, que está en mi lista de libros "no sólo de literatura, sino que dan para pensar", y ahora que me dices que te gustó mucho más que Un mundo feliz, más.

Y gracias por los halagos xD. Intercederé por ti ante Nicolás xDD

Nicolás dijo...

¿La libertad a cambio de la felicidad? En cierto senntido, la comparación que he hecho me hace recordar en gran medida al mundo occidental y a las cuestiones ideológicas. No existirán métodos hipnóticos para conseguir instaurar una ideología en la que todo el mundo está conforme y no se sale de lo preestablecido, pero existen muchos otros métodos, como la adecuación a través del sentido común, que llevan al mismo planteamiento. ¿Somos verdaderamente libres en una sociedad en que deberíamos desconfiar de la libertad? ¿Y cuál es la idea del ser humano acerca de la felicidad? Creo que existe una tendencia a confundir saciedad con felicidad, despreocupación con alegría... Me gusta la paradoja que planteamos. Creo que si para llegar a la felicidad nos debemos privar de la libertad, olvidamos que la verdadera alegría está en ser libres. Sería una ilusión de felicidad en base a la anulación de toda posibiidad de elegir. Y vuelvo a lo mismo, la verdadera felicidad sólo podrá ser alcanzada cuando, por medio de la elección voluntaria, de nuestra propia libertad, decidamos hacer las cosas necesarias para llevar adelante un mundo mejor (porque lo total, la idea de cabalidad, al menos en este plano, no me parece correcta, mas bien la considero una palabra falaz).

Ahora a las cuestiones administrativas.

Fantasmas, tú sabes que puedes hacer cualquier tipo de entradas aquí, así que no te angusties. Por lo pronto, a mí me está gustando mucho que la sección de literatura vaya creciendo cada día más.

Jengibre, ¡pero cómo sería capaz de despedirte! No hay dramas, sé que estás proberbialmente ocupada por estas temporadas, así que no serás despedida (y sabes que esto no requiere ningún compromiso ni obligación, es sólo tener una ventana abierta al mundo para usarla cuando tú juzgues conveniente).

Y ya que estamos, como se vienen épocas de exámenes, yo intentaré tener esto más o menos actualizado (aunque más no sea una entrada por semana), con lo que la publicación se verá gravemente resentida (y luego se vengará de nosotros... la publicación :P)
Por el momento, el libro me ha llamado la atención, la verdad. Y la entrada me ha gustado. Jengibre no será despedida y yo me vuelvo de cabeza a los estudios.

¡Elen síla lumenn omentielmpo!

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

Nicolás, precisamente la felicidad en la que insisten los personajes que pertenecen a esa sociedad es una felicidad en base a la estabilidad, más parecida a la saciedad que mencionas que a la propia felicidad, y se pone enfrente de la felicidad que se consigue mediante la libertad, y no sólo felicidad, sino todo tipo de emociones que se salen de la estabilidad de la sociedad del futuro que plantea.

Nicolás dijo...

¿Conclusión? La verdadera felicidad se alcanza sólo apelando a la libertad de nuestras acciones. Somos nosotros mismos, con lo que hacemos y decimos, con las repercusiones que tienen nuestros actos sobre el mundo, quienes decidimos ser felices o no serlo. El secreto está en que en el corazón de la humanidad surga un deseo voluntario y conciente de tender al bien común, olvidando el bien propio y egoísta (que lleva a generar mucha más infelicidad de la que parece).

La piedra angular de todo el asunto es decidir ser libres de toda atadura. La felicidad no es un destino al que llegar, sino una forma de viajar. Las llaves que condenan al hombre a la tristeza, así como las que lo liberan de toda amargura, están en las manos de los hombres.

Ahora sí, veo de publicar la solución del problema, que se nota que ya estoy perdiendo contacto con la tierra.