jueves, 21 de julio de 2011

La historia de la miel



Damas, caballeros, ateneos a las consecuencias de leer este post. Todo es bajo vuestra propia responsabilidad si os da por comenzar a experimentar y luego el resultado es... por así decirlo y para que nadie se asuste... fatal.

Lunes por la mañana. Acababa de rendir Psicología y traía un hambre que me consumía las entrañas (¿os he dicho alguna vez que cuando tengo que rendir no puedo tragar nada y tengo que ir en ayunas a examinarme?). Dicho y hecho, voy a la cantina del colegio (me gusta mucho la comida chatarra, no puedo evitarlo, ¿vale?) y ahí me pongo a consultar qué tienen a tan temprana hora de la mañana y encima en vacaciones.

En efecto, oh mis queridos lectores, es demasiado temprano como para hacer papas fritas o una hamburguesa o un panchito (perrito caliente). No me veo en condiciones de comer un sandwich de jamón hecho con pan francés, así que me decido por un sandwich de miga. ¿Alguna vez he dicho en forma pública que, salvo el helado, el chocolate y el yogurt, no puedo consumir lácteos como el queso o la mantequilla? ¿No? Qué curioso...

Tenemos que lo único que puedo comer es un sandwich de miga con jamón. Pregunto si hay huevo, es evidente que no tienen huevo. Pregunto si tienen aceitunas (a estas alturas no me interesa que sean negras o verdes), por los cojones van a tener aceitunas (según ellos, no han ido aún de compras... ¿y qué pasa conmigo y mi hambre?). Ya ni pregunto por algo de tomate redondo (no me agrada el perita) o de lechuga fresca y reseca (muy húmeda es desagradable al paladar). En fin, que comer jamón y miga no es lo que se dice un desayuno nutritivo. Claro que beberse una Pepsi junto con ello tampoco lo es, pero ahora no viene a cuento.

Hora de sacar al científico que traigo dentro.

—¿Tenés miel? —pregunto.
El que me está atendiendo (soy el único cliente) aluscina.
—¿Es en serio? —pregunta.
Suelto un bufido.
—¿Tenés salsa de tomate?
—Sí...
—Sandwich de miga, jamón, miel y ketchup, entonces.
—¿Es de verdad?
Pobre hombre, parece que le está dando un paro cardíaco del sólo pensar que existe un ser humano como yo en la faz de la tierra. Me pregunto si yo hoy me he peinado o tengo algo en el rostro, o si siquiera pertenezco al género humano, porque es que la incredulidad de este sujeto me está haciendo dudar.
El hombre mira a mi madre esperando confirmación, o quizás esperanzado de que todo sea una mala broma pesada. Mi madre (es mi madre... ella está acostumbrada a todo esto, lo podéis creer), pobrecilla ella, recordando todas las cosas que me ha visto hacer, afirma con la cabeza y confirma la versión de los hechos.
—¿Lo querés tostado? —me pregunta con una mueca como de naturalidad.
Aquello no es nada extraño, aquello no es nada surrealista.
—No, muchas gracias, hoy no.
El hombre parece reaccionar ante la palabra "hoy". Se da cuenta de que sigue viviendo en el planeta tierra.
—¿Usted qué desea? —le pregunta a mi madre, temiendo que si yo he pedido miel ella le pida un panal.
La cara del tipo debió haber sido de película, en plan "Por Dios, que sea normal, que sea normal queseanormalqueseanormalqueseanormal".
—Una lágrima.

Para que os quedéis tranquilos, una lágrima es la inversa del café con leche (vendría a ser mucha leche con un poquitín de café). El día martes lo pedí sin salsa de tomate y con dulce de leche, y ahí sí pedí que fuera tostado... Pero el punto, que si lo he vuelto a pedir es porque de verdad es sabroso y exquisito al paladar. Y tened en cuenta que soy algo maniático y quisquilloso en tema comida (ya habéis contemplado parte de mis gustos culinarios más arriba), por lo que no soy capaz de comer cualquier cosa. Eso sí, si lo queréis intentar... lo hacéis bajo vuestra propia responsabilidad y yo no me hago responsable de daños y perjuicios. No obstante, si os hacéis millonarios vendiendo la idea al McDonalds... ejém... quiero la mitad o tres cuartas partes de lo que os paguen.

Ay que ver... ay que ver... Años estudiando duro para poder decir que he hecho algo, cuando lo más genial que he inventado nunca lo hice juntando dos trozos de pan con jamón y miel. El premio, por favor.

¿Eh? ¿Y esto a qué coño viene?

Ayer lo pedí igual que el martes, y esta mañana ya le pude pedir lechuga con algo de salsa de tomate. Pero a lo que voy es que ya terminé los exámenes, ya soy un hombre libre (o algo como un hombre) y tengo mucho sueño acumulado. La muestra de mi retorno es que he sido capaz de escribir semejante tontería (si bien es verídica), y la muestra de que cada vez estoy peor es la de poder rozar con mi mente la idea de un sandwich de miel y llevarla a la práctica (pero de verdad, de verdad es una delicia si os gustan las cosas agridulces).

A todos los que esperabáis (la noticia de mi defunción, of corse) les tengo que anunciar que, lamentablemente, sigo por aquí y el mundo seguirá padeciendo el tormento de mi existencia.
A los que me esperabáis con ansiedad, a todos esos les digo... De verdad, deberíais ir a algún psicólogo, porque para esperar a un servidor...

Y a todo el mundo en general:
He vuelto. Las puertas del salón del estudio quedan reabiertas.

2 comentarios:

jengibre. dijo...

Hola Nicolás...

Si no fuera diabética probraría ese sandwich, te lo aseguro...

Me alegro de que estés de vuelta, vivo y sin exámenes... y escribiendo un post tan irónico y divertido, se te da genial...

Lo dicho, ¡¡¡felicidades!!! y bienvenido de nuevo!!!!

Nicolás dijo...

My dear friend...
Muchísimas gracias, muchísimas gracias. Y ya he pensado en algunas variantes para que lo puedas comer. ¿Cómo endulzas el café? Y no es mérito propio, es sencillamente que el contexto me condiciona :P