miércoles, 30 de diciembre de 2009

Ajedrez


La canción que cantaban las sirenas, o el nombre
que adoptó Aquiles cuando se escondió entre las mujeres,
son cuestiones enigmáticas, pero que no se hallan
más allá de toda conjetura.
Sir Thomas Browne

Las características de la inteligencia que suelen calificarse de analíticas son en sí mismas poco susceptibles de análisis. Sólo las apreciamos a través
de sus resultados. Entre otras cosas sabemos que, para aquel que las posee en alto grado, son fuente del más vivo goce. Así como el hombre robusto se complace
en su destreza física y se deleita con aquellos ejercicios que reclaman la acción de sus músculos, así el analista halla su placer en esa actividad del
espíritu consistente en desenredar. Goza incluso con las ocupaciones más triviales, siempre que pongan en juego su talento. Le encantan los enigmas, los
acertijos, los jeroglíficos, y al solucionarlos muestra un grado de perspicacia que, para la mente ordinaria, parece sobrenatural. Sus resultados, frutos
del método en su forma más esencial y profunda, tienen todo el aire de una intuición. La facultad de resolución se ve posiblemente muy vigorizada por el
estudio de las matemáticas, y en especial por su rama más alta, que, injustamente y tan sólo a causa de sus operaciones retrógradas, se denomina análisis,
como si se tratara del análisis
par excellence. Calcular, sin embargo, no es en sí mismo analizar. Un jugador de ajedrez, por ejemplo, efectúa lo primero sin esforzarse en lo segundo.
De ahí se sigue que el ajedrez, por lo que concierne a sus efectos sobre la naturaleza de la inteligencia, es apreciado erróneamente. No he de escribir
aquí un tratado, sino que me limito a prologar un relato un tanto singular, con algunas observaciones pasajeras; aprovecharé por eso la oportunidad para
afirmar que el máximo grado de la reflexión se ve puesto a prueba por el modesto juego de damas en forma más intensa y beneficiosa que por toda la estudiada
frivolidad del ajedrez. En este último, donde las piezas tienen movimientos diferentes y singulares, con varios y variables valores, lo que sólo resulta
complejo es equivocadamente confundido (error nada insólito) con lo profundo. Aquí se trata, sobre todo, de la atención. Si ésta cede un solo instante,
se comete un descuido que da por resultado una pérdida o la derrota. Como los movimientos posibles no sólo son múltiples sino intrincados, las posibilidades
de descuido se multiplican y, en nueve casos de cada diez, triunfa el jugador concentrado y no el más penetrante. En las damas, por el contrario, donde
hay un solo movimiento y las variaciones son mínimas, las probabilidades de inadvertencia disminuyen, lo cual deja un tanto de lado a la atención, y las
ventajas obtenidas por cada uno de los adversarios provienen de una perspicacia superior.

Para hablar menos abstractamente, supongamos una partida de damas en la que las piezas se reducen a cuatro y donde, como es natural, no cabe esperar el
menor descuido. Obvio resulta que (si los jugadores tienen fuerza pareja) sólo puede decidir la victoria algún movimiento sutil, resultado de un penetrante
esfuerzo intelectual. Desprovisto de los recursos ordinarios, el analista penetra en el espíritu de su oponente, se identifica con él y con frecuencia
alcanza a ver de una sola ojeada el único método (a veces absurdamente sencillo) por el cual puede provocar un error o precipitar a un falso cálculo.

Hace mucho que se ha reparado en el whist por su influencia sobre lo que da en llamarse la facultad del cálculo, y hombres del más excelso intelecto se
han complacido en él de manera indescriptible, dejando de lado, por frívolo, al ajedrez. Sin duda alguna, nada existe en ese orden que ponga de tal modo
a prueba la facultad analítica. El mejor ajedrecista de la cristiandad no puede ser otra cosa que el mejor ajedrecista, pero la eficiencia en el whist

implica la capacidad para triunfar en todas aquellas empresas más importantes donde la mente se enfrenta con la mente. Cuando digo eficiencia, aludo a esa
perfección en el juego que incluye la aprehensión de todas las posibilidades mediante las cuales se puede obtener legítima ventaja. Estas últimas no sólo
son múltiples sino multiformes, y con frecuencia yacen en capas tan profundas del pensar que el entendimiento ordinario es incapaz de alcanzarlas. Observar
con atención equivale a recordar con claridad; en ese sentido, el ajedrecista concentrado jugará bien al whist, en tanto que las reglas de Hoyle (basadas
en el mero mecanismo del juego) son comprensibles de manera general y satisfactoria. Por tanto, el hecho de tener una memoria retentiva y guiarse por «el
libro» son las condiciones que por regla general se consideran como la suma del buen jugar. Pero la habilidad del analista se manifiesta en cuestiones
que exceden los límites de las meras reglas. Silencioso, procede a acumular cantidad de observaciones y deducciones. Quizá sus compañeros hacen lo mismo,
y la mayor o menor proporción de informaciones así obtenidas no reside tanto en la validez de la deducción como en la calidad de la observación. Lo necesario
consiste en saber qué se debe observar. Nuestro jugador no se encierra en sí mismo; ni tampoco, dado que su objetivo es el juego, rechaza deducciones procedentes
de elementos externos a éste. Examina el semblante de su compañero, comparándolo cuidadosamente con el de cada uno de sus oponentes. Considera el modo
con que cada uno ordena las cartas en su mano; a menudo cuenta las cartas ganadoras y las adicionales por la manera con que sus tenedores las contemplan.
Advierte cada variación de fisonomía a medida que avanza el juego, reuniendo un capital de ideas nacidas de las diferencias de expresión correspondientes
a la seguridad, la sorpresa, el triunfo o la contrariedad. Por la manera de levantar una baza juzga si la persona que la recoge será capaz de repetirla
en el mismo palo. Reconoce la jugada fingida por la manera con que se arrojan las cartas sobre el tapete. Una palabra casual o descuidada, la caída o vuelta
accidental de una carta, con la consiguiente ansiedad o negligencia en el acto de ocultarla, la cuenta de las bazas, con el orden de su disposición, el
embarazo, la vacilación, el apuro o el temor... todo ello proporciona a su percepción, aparentemente intuitiva, indicaciones sobre la realidad del juego.
Jugadas dos o tres manos, conoce perfectamente las cartas de cada uno, y desde ese momento utiliza las propias con tanta precisión como si los otros jugadores
hubieran dado vuelta a las suyas.

El poder analítico no debe confundirse con el mero ingenio, ya que si el analista es por necesidad ingenioso, con frecuencia el hombre ingenioso se muestra
notablemente incapaz de analizar. La facultad constructiva o combinatoria por la cual se manifiesta habitualmente el ingenio, y a la que los frenólogos
(erróneamente, a mi juicio) han asignado un órgano aparte, considerándola una facultad primordial, ha sido observada con tanta frecuencia en personas cuyo
intelecto lindaba con la idiotez, que ha provocado las observaciones de los estudiosos del carácter. Entre el ingenio y la aptitud analítica existe una
diferencia mucho mayor que entre la fantasía y la imaginación, pero de naturaleza estrictamente análoga. En efecto, cabe observar que los ingeniosos poseen
siempre mucha fantasía mientras que el hombre verdaderamente
imaginativo es siempre un analista.

El relato siguiente representará para el lector algo así como un comentario de las afirmaciones que anteceden.


Prólogo de “Los crímenes de la Calle morgue”, Edgar Allan Poe, Estados Unidos, abril de 1841, Graham’s Magazine.
Título original: “The Murders in the Rue Morgue”.
Fragmento extraído de http://ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/crimenes.htm
Traducción de Julio Cortázar.
Aquí el enlace a Wikisource (aunque sigo sin fiarme de los de Wikipedia)

— Así comienza Poe su extraordinario relato que, en años posteriores, desencadenaría un nuevo género en la literatura: el policial de enigma. Pero hoy no venimos a hablar de literatura, no; hoy venimos a hablar de otra cosa.
— Poe describe el juego de ajedrez en su prólogo, o muestra su percepción del mismo. En su momento, estas primeras páginas —del primer cuento policial en la historia de la literatura— dieron mucha tela para cortar en los círculos sociales. Según él, el ajedrez no requiere perspicacia ni análisis, sino, más bien, cálculo y concentración. Él enuncia que el mejor ajedrecista (o el que gana) es sólo aquel capaz de mantener la mente centrada en algo, mientras que el mejor damista es aquel que tiene mayor facultad analítica. ¿Es esto cierto? Bueno, sí y no.
— Es muy cierto que en el Juego de Damas rige e impera la perspicacia, el análisis y gana quien posee estas características. También es cierto que en el ajedrez (por experiencia personal) el que está concentrado será el ganador, ya que el más leve o mínimo desliz en la concentración puede representar uno de los más grandes fallos. Ahora bien, pero en el juego de Ajedrez no sólo cuenta la concentración, sino, también, la estrategia y la táctica. Si bien lo aparenta, el señor Poe no desdeña el ajedrez, sino que lo considera inútil a efectos prácticos como la observación y deducción que caracterizaría al Chevalier Dupin. Es decir, lo pone de esa forma para hacer una explicación del método analítico, y muchas veces es importante hacer una descripción con un elemento contrastivo. Pero, y a pesar de que Poe no lo admita, el Chevalier Dupin tiene que usar su concentración para resolver el enigmático caso de la Carta Robada. Porque por más que el tipo fuera un genio del análisis, si no estaba concentrado y si tenía la mente volando por cualquier parte, no iba a descubrir nunca el dichoso lugar de la carta. Holmes, si no se concentrara para estudiar un mapa, jamás lograría saberse al dedillo las características de un paraje que no ha visitado nunca. Si bien el principal método que usan ambos se basa en la observación, análisis, y deducción aplicando máximas y axiomas, y un añadido de imaginación a sus pensamientos, si no usaran la concentración podrían estar años para resolver un caso. Es así que, a mi modesto parecer, el ajedrez y las Damas ofrecen un amplio abanico de posibilidades. Complementados, ambos juegos, ofrecen tanto análisis como perspicacia, táctica como estrategia, concentración como imaginación. Todas esas características, por separado, no servirían de mucho; pero si las juntamos, dan lugar a dos grandes detectives como Chevalier Auguste Dupin y el Caballero de Honor Sherlock Holmes.

¿Qué es el Ajedrez? ¿Cómo nació? ¿Cómo se juega?
El Ajedrez es un juego de mesa que representa una pequeña guerra en miniatura. Es un juego de táctica y estrategia. Se juega entre dos jugadores. Cada uno tiene dieciséis piezas al comienzo de la partida; es decir, en total, son treinta y dos piezas. Las piezas se distinguen por el color de las mismas. Se dice que cada jugador tiene dieciséis piezas: uno de esos jugadores tendrá dieciséis piezas de color oscuro (llamadas “negras”), y el otro jugador tendrá piezas de color claro (llamadas “blancas”). Cada partida de Ajedrez inicia con el movimiento del jugador que tenga en su posesión las piezas blancas. Cada pieza tiene un movimiento y forma que la caracteriza. Las piezas del Ajedrez son:

  1. Rey (negro y blanco).

  2. Dama o Reina (negra y blanca).

  3. Alfiles (son cuatro: dos negros y dos blancos).

  4. Caballos (también cuatro, dos negros y dos blancos).

  5. Torres (total en el tablero de cuatro Torres: dos negras y dos blancas).

  6. Peones (dieciséis peones: ocho negros y ocho blancos).


Los jugadores moverán una pieza por turno (salvo en algunas excepciones como el enroque) y tratarán de cumplir el máximo objetivo: dar jaque mate. El Jaque Mate consta de la “aniquilación” del Rey.
Más adelante haremos una descripción del tablero, los principales movimientos, y demás.

Historia del Ajedrez



El ancestro más reconocido del Ajedrez es el Chaturanga, jugado principalmente en la India. El juego representaba una batalla en miniatura, y se cree que se usaba para planear las tácticas de combate con ejércitos enemigos. Del Chaturanga deriva el Shatranj, jugado principalmente en Persia. Así, muchos derivados del Chaturanga y del Shatranj, conservan algunas características en común tales como la Alferza (predecesora de la Dama o Reina), el Elefante (que da su nombre al Alfil moderno), la Torre ( Carro de guerra), y el Rey (que definía, al igual que en la actualidad, el final de una partida).
Los responsables de traer el Ajedrez a la cultura occidental fueron los árabes, por medio de las invasiones musulmanas del siglo VIII. Cuando conquistaron Persia, tomaron mucho de su cultura y se apropiaron de sus conocimientos, entre ellos, el Ajedrez. Luego sería trasladado a Europa (principalmente a España) y allí sería renovado, retocado, y se transformaría en el ajedrez actual.
Entre los siglos XV y XVI (es decir, la época del Renacimiento), se sentarían las bases y normativas fundamentales para dar pie al Ajedrez moderno. Se establecieron los nombres de las piezas, y algunas de las reglas que aún hoy perduran. Los peones tuvieron la posibilidad de mover dos casilleros en el primer movimiento, se determinó que la Reina podría moverse en todas las filas, columnas y diagonales (estableciéndose así, definitivamente, como la pieza más poderosa y valiosa del juego), y se instituyó que el Alfil movería en diagonales, prohibiendo que se salteara.
Muchos tratados y manuscritos comenzaron a circular por Europa, promoviendo nuevas concepciones del juego, historias alternativas, explicaciones, teorías y demás. el país en el que más influyó el Ajedrez fue en Italia. Fue aquí en donde se comenzó a perfilar un nuevo concepto: el tiempo. Según teóricos del Ajedrez, el tiempo era un factor que influenciaba mucho en la partida. De acuerdo con sus teorías (que han perdurado hasta nuestros días), cada movimiento tiene que estar destinado a conseguir su objetivo en la menor cantidad de jugadas posibles. Es decir, no se debe derrochar los turnos haciendo movimientos inútiles, ya que se considera que el rival tiene dos turnos consecutivos.
Otras teorías comenzaron a analizar el arte de hacer perder tiempo. Es decir, de que uno de los jugadores —ya en la primer jugada— moviera de tal manera que, de una forma sutilmente maquiavélica, induciera a su oponente a tener que derrochar tiempo en jugadas innecesarias. Así, estos teóricos sugieren que el sacrificio de dos Peones y un Caballo no es mucho, si el resultado es crear una gran desventaja en el adversario.
El Ajedrez ha seguido evolucionando desde aquellas “remotas” (¿suena extraño decir “remotas” cuando en realidad no ha pasado mucho tiempo, no?) épocas, hasta transformarse en el Ajedrez actual. Hoy en día, existen federaciones internacionales de Ajedrez, reglamentos instituidos, revistas especializadas, academias prestigiosas, olimpiadas del más alto calibre.
¿Quién lo diría? Lo que comenzó como una forma de planear estrategias para derrotar un ejército, ha terminado en un excepcional deporte mental.



— El tablero de Ajedrez es un cuadrado, subdividido en sesenta y cuatro cuadrados de colores claros (blancos) y oscuros (negros). Los cuadrados se encuentran alternados según el color; es decir, negro, blanco, negro, blanco, negro, blanco… y así sucesivamente. Cada jugador se sitúa en frente del tablero de Ajedrez, de tal forma que, siempre, a la derecha de cada jugador haya un cuadrado blanco.
— Los elementos de un tablero son:

  • fila: es cada una de las ocho líneas de ocho casillas que se forman alineando estas últimas horizontalmente con respecto a los jugadores. Se nombran con números del 1 al 8.

  • Columna: Cada una de las ocho líneas de ocho casillas que se forman alineando estas últimas de forma vertical con respecto a los jugadores. Se nombran con las letras minúsculas de la ‘a’ a la ‘h’.

  • Diagonal: Cada una de las veintiséis líneas constituidas por los casilleros alineados en forma diagonal. Las dos diagonales mayores tiene ocho casillas.

  • Centro: El centro está constituido por los cuatro casilleros centrales. A veces, se suele incluir a los doce que rodean estos cuatro.

  • Esquinas: Cada una de las cuatro casillas ubicadas en las esquinas del tablero.

  • Bordes: Las dos columnas y filas situadas en los lados del tablero (en donde se marcan con las letras y números correspondientes).



Las piezas…
Al comenzar la partida, cada uno de los jugadores tiene dieciséis piezas. Un Rey, una Reina o Dama, dos Alfiles, dos Caballos, dos Torres y ocho peones.
Para diferenciar las piezas de uno y de otro, se suelen emplear dos colores distintos, el blanco y el negro. O en su defecto, un color oscuro y otro claro.

Tiempos de partidas y relojes



[Nota: En el Ajedrez profesional también existe un elemento denominado “Reloj de Ajedrez”, pero entre aficionados no es usado a menudo. No lo consigno aquí, ya que se puede jugar perfectamente sin él. Para el que esté interesado puede visitar este enlace].

De lo anterior se desprende la existencia de distintas clases de juego, tomando en cuenta la duración de cada partida. El control de tiempo se realiza, principalmente, para evitar que los jugadores reflexionen mucho tiempo acerca de sus jugadas, como era habitual hasta finales del siglo XIX. Como se ha mencionado arriba, en partidas amistosas no es usual el uso de relojes de Ajedrez, es más común que ambos jugadores convenien los tiempos aproximados para cada jugada. Pero en competiciones y torneos formales, sí existen convenios formales y rigurosos que han de acatarse. Del uso de tiempo para cada partida surge la siguiente clasificación:
• Partida relámpago: Aquella en la que el jugador dispone de un máximo de quince minutos para toda la partida.
• Partida Rápida: Aquella en la que el tiempo para cada jugador ronda de quince a sesenta minutos.
• Partida normal (ritmo clásico): Son aquellas partidas en las que el jugador dispone de un tiempo normal (sesenta minutos o más) de reflexión para todo el partido. Es la más empleada a niveles magistrales.

Etapas del partido



Existen tres momentos o etapas en la partida de Ajedrez:

  1. Apertura: Es el momento en que los jugadores comienzan a mover las primeras piezas, a organizar su estrategia y táctica, y a planear los siguientes movimientos.

  2. Tiempo medio: Ambos bandos tienen muchas piezas, y estas entran en una “batalla encarnizada”

  3. Final: Quedan pocas piezas y peones, el partido llega a su fin. Aquí se decidirá el campeón de la partida, y el Rey victorioso se alzará con el poder del nuevo Reino conquistado.



Movimientos fundamentales de las piezas



Los movimientos de las piezas son variados y diversos, por consiguiente, creo demasiado complejo abarcar mucho ese tema. Pero se ofrecerá una breve descripción de los mismos:
Rey: Tiene un Valor Relativo que ronda en un intermedio entre el Alfil y el Caballo. Puede mover en toda columna, fila y diagonal, de a una casilla por vez. Esto se excepciona en el enroque.
Reina: Tiene una amplia gama de movimientos. Tiene un Valor Relativo muy elevado, compartido con la torre. Su equivalencia es de nueve peones. Puede moverse en toda fila, columna o diagonal cuantas casillas quiera en una sola jugada.
Alfil: Tiene un Valor Relativo de tres Peones. Puede moverse en toda diagonal, cuantas casillas quiera por jugada. Sin embargo, se ve limitada fuertemente, dado que el alfil que haya comenzado en una casilla blanca, sólo podrá moverse en las diagonales blancas; así mismo, el Alfil que comenzara en una casilla negra, sólo podrá moverse en las diagonales negras.
Caballo: Tiene un movimiento reducido y limitado. Se mueve formando una ele con su movimiento, y sólo puede mover tres casillas en una jugada.
Torre: Tiene un Valor Relativo de cinco peones, es decir, un Valor Relativo alto. Puede moverse en toda fila o columna cuantas casillas quiera en un único movimiento.
Peones: Mueve siempre hacia delante, siempre hacia delante. En el primer movimiento puede moverse dos casilleros, pero en los restantes debe moverse de a uno. Captura piezas enemigas en diagonal. Cuando llega a la última línea de combate, puede ser sustituido por una pieza antes eliminada del juego.

[Nota 2: Les comentaré algunas cosas… En principio esta iba a ser una única entrada, con el objetivo de hablar sólo de Ajedrez. Pero he encontrado tanto material en mi búsqueda (y revisando unos apuntes que tenía guardados por allí) que creo que una entrada no bastaría sólo para todo esto. Así que he decidido abrir una sección, que constará de esta entrada, una segunda hablando sobre Estrategia y Táctica, y una última que abordará las curiosidades del Ajedrez. Tomen esta entrada como una carta presentación, en la que se ha dado a conocer lo más significativo del juego, algo así como un panorama general. Así que ¡nos vemos el próximo miércoles! En esta misma hora, por este mismo canal].

¡Elen sila lumenn omentielmpo!














9 comentarios:

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

Debo confesar una cosa: ¡la primera parte es densísima! Dios mío, creo que no me enteré de mucho.

Luego ya en la descripción del ajedrez sí, porque la mayor parte de las cosas ya las sabía. Aún así, nunca he sido un gran fan del ajedrez ni de las damas. De hecho, creo que no he jugado más de tres veces a ninguno de los dos en mi vida.

Pero aún así me interesa lo que planteas para la próxima entrada. Interesante xD

Nicolás dijo...

1. Imagina que todos los cuentos policiales de Poe comienzan del mismo modo, y luego dime si no es para estar chiflado después de haberlos leído unas diez o quince veces. XD Si te digo la verdad, quise ponerlo porque es el disparador que me impulsó a escribir sobre el Ajedrez. Además, ¡a que no queda bien los datos bibliográficos del final de la cita! Siempre había querido ponerlos.
2. Pues sí, esta entrada resume casi todo lo que conocemos del Ajedrez, como las piezas, sus movimientos, historia, etc. Pero lo puse para dar una buena introducción.
3. Y sí, creo que el cronograma estará determinado por:
a) Una próxima entrada sobre táctica y estrategia;
b) luego una entrada con las curiosidades del Ajedrez;
c) quizá un anexo con un reglamento oficial;
d) y un listado de películas o novelas en donde haya aparecido el ajedrez, o donde juegue un papel muy importante.

¿Sólo tres veces a cada uno? Huy, hombre, yo sería incapaz de subsistir sin echar unas Damas varias veces al mes, o sin agarrar el Ajedrez, como mínimo, doce veces al año. Eso sí, soy malísimo.

Anónimo dijo...

Lo siento Nicolás. No me gusta el ajedrez, no entiendo las reglas y lo encuentro un juego frío.
Pero de niña me encantaba jugar a las damas. Y no era mala, era la única manera de ganar a mis hermanos que sí son buenos jugadores de ajedrez (de hecho Papa Noel le trajo a mi hermano pequeño un ajedrez electrónico).

Pero sí he leído dos fabulosas novelas que tienen en el ajedrez un personaje fundamental... pero como veo que hay una entrada programada sobre el tema, las dejaré para entonces.

Nicolás dijo...

Tranquila, Jengibre, no hay problema. En sí el Ajedrez tiene que ser un juego frío y calculador, demasiado cesudo y que requiere mucha concentración. Igual es por eso que soy pésimo. XD
Y bueno, las Damas luego tendrán su lugar particular en el salón. Y haces bien en aguardar a esa entrada, aunque aún no esté ni hecha.
¿Ajedrez electrónico? ¿Y cómo es eso? Suena curioso.

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

Creo que el ajedrez electrónico es uno que, poniendo los movimientos que vas haciendo, una maquinita te dice los suyos, de manera que puedes jugar contra ella.

Por cierto, sobre ajedrez, no os podéis perder esta promo de Lost que hicieron aquí en España, en el canal Cuatro, y que está teniendo tales niveles de éxito que la van a emitir en EEUU como promo oficial de la sexta temporada (y que habla de la vida como un tablero de ajedrez).

Anónimo dijo...

Bueno, el de mi hermano es un tablero especial en el que puedes jugar contra la máquina o contra otro adversario. Le regalaron ese mismo a mi sobrino mayor para su cumpleaños y a mi hermano pequeño le gustó y lo pidió para Navidad.

Voy a ver esa promo de Lost... Lo de que la vida es como una partida de ajedrez lo había oído. Y he encontrado muchas referencias a este juego incluso en canciones pop (el peón del rey de negras de Mecano), en algún videoclip (Annabel Lee de Radio futura) y algo más que ahora no recuerdo.

Nicolás dijo...

Iré a ver esa promoción. En parte es algo cierto eso de que "la vida es un tablero de ajedrez".
Jengibre, creo que esos datos podrían sernos útiles para la última entrada, creo que esa será la de mayor éxito de todas estas publicaciones.
HM... ¡es genial! Me encantaría poder jugar con esos juegos especiales, porque se adquiere mucho enriquecimiento. Más que nada, táctica. Pronto veremos la diferencia entre la táctica y la estrategia. ¿Jengibre, sabes con qué fragmento de libro comenzaré la entrada de mañana? Anda, que está fácil.

Nicolás dijo...

P.S. Fantasmas: Tranquilo, no será algo tan denso como lo de la semana pasada, lo prometo. XD

Anónimo dijo...

Uff Nicolás... me duele demasiado la cabeza para adivinanzas...

La verdad, no se me ocurre.